Claves de la caída de apoyo del PSC en estas elecciones autonómicas, la teoría del vaso de zumo

Publicado el 26 noviembre 2012 por Trinitro @trinitro

Aunque la sensación en el PSC es que hemos salvado los muebles por el mero hecho de que nuestro resultado ha mejorado las peores encuestas, y aunque CiU se ha pegado una castaña tremenda, no puede dejarnos el analizar por qué hemos perdido 8 diputados que se suman a la pérdida de las anteriores, y las anteriores elecciones.

El hecho de que el principal partido de la oposición no recupere terreno cuando el partido de gobierno sufre un mazazo electoral, como ocurre en cualquier democracia, tiene que tener explicaciones directas que escapen al análisis convencional. Y este primer análisis lo tenemos que hacer los propios cuadros del PSC.

Creo que hay 2 ejes clave que explican la pérdida de apoyo electoral al PSC.

El federalismo o la teoría del vaso de zumo

El eje nacional ha sido clave en esta campaña electoral, especialmente en la primera mitad y en toda la precampaña. El PSC seleccionó defender el federalismo. En principio esa era una buena opción, aún hay bastantes ciudadanos que consideran  que esta opción es buena para Catalunya, ningún otro partido planteaba ese  escenario y el planteamiento puramente unionista o el soberanista era una zona de alta competencia.

La lógica convencional llevaría a pensar que el partido que plantea el federalismo se llevaría el gato al agua en el debate en el eje nacional, al ser más próximo a una gran bolsa de electores que consideran esa idea como un óptimo, y además no existir competencia en este sentido.

El problema aquí radica en la credibilidad del posicionamiento federalista del PSC, en especial en su hoja de ruta. El PSC es federalista desde que un tipo llamado Maragall nos terminó de arrastrar y convencer a todos que esta es una buena postura. La clave de su éxito son el 1.183.000 votos de 1999 y el 1.031.000 del 2003. Más del doble que el actual resultado de votos del PSC aún con el aumento de participación en estas elecciones.

La no credibilidad de la postura federalista

La cuestión es que hemos hecho que el PSC proyecte una imagen alejada al PSC de Maragall por varios motivos:

- Defenestración aparente de dirigentes catalanistas. Aunque realmente no ha habido una “purga” de perfiles como Nadal, Tura, Castells o Maragalls y más bien una sustitución generacional, el mensaje que hemos transmitido era claro al no emerger dirigentes con carácter catalanistas claros en las nuevas generaciones.

- Un PSOE que no está por la labor y que ha mostrado lo máximo que puede avanzar en federalismo. Como ya he dicho, para el PSOE no es racional apostar por el federalismo, sus gestos, dirigentes, mensajes, formas de entender el estado de las autonomías, etc.. puede ser muy abierto, pero no aceptan ciertas premisas para que Catalunya pueda tener una forma de relación federal con España. Hay cosas que el propio PSOE en su momento de aparente más federalismo recortó, como la agencia tributaria propia (pieza clave para un estado federal). Actualmente el PSOE se enfrenta a una situación donde su electorado exige más una recentralización que aventuras federalistas. Rubalcaba o Chacón no tienen un discurso federalista creíble (la compañera Carme siempre será recordada por su inhibición en el tema del Estatut mientras el PSC se batía el cobre). La marca PSOE termina de afectar a la del PSC, sobretodo porqué si el PSC puede terminar de arrastrar votos en el eje nacional es por la capacidad que tiene de influir en su aliado para conseguir un avance nacional. Ahora mismo esa imagen no es creíble. Sobretodo cuando dirigentes estatales del PSOE vienen a Catalunya a comparar el nacionalismo con los totalitarismos fascistas.

- Federalismo en clave negativa, fruto de un debate no resuelto. El re-abrazo del PSC hacia el federalismo ha sido defensivo, no proactivo. Y eso se ha notado. Una campaña con carteles en negro “No al centralisme” “No a la independència” son  la anticampaña por excelencia, pero esta es fruto de como el PSC a re-abrazado el federalismo. Cuando Maragall nos metió en la aventura del Estatut lo hizo avalado por unos excelentes resultados electorales, por un socio en Madrid dispuesto a partirse la cara (y aunque lo nieguen muchos, ZP se peleó por Catalunya a pesar de que esto le restó votos), lo hizo también apoyado por un cierto consenso dentro del PSC, fruto de muchos años de convencernos. Aunque algunos miraban el federalismo de reojo había un liderazgo que provocaba que hubiera un voto de confianza hacia el federalismo. Ahora mismo en el PSC esa circunstancias no se producen. Tenemos claramente compañeros que creen que el problema del PSC es que nos hemos vuelto muy catalanistas, y hay compañeros que creemos todo lo contrario. No solo eso, no hemos debatido y consensuado que el federalismo sea la respuesta al órdago soberanista, o que federalismo defender (¿más allá del Estatut de Catalunya, o el actual status-quo?), o tan siquiera la hoja de ruta.

Una hoja de ruta increible y la teoría del vaso de zumo

No solo tenemos todos los handicaps de credibilidad antes mencionados, sino que a todo esto, fruto de un debate no resuelto mostramos una hoja de ruta totalmente demencial. Proponer algo así como un “federalismo asimétrico al que llegaremos con un pacto con un PSOE (refractario al federalismo) en plena mayoría absoluta del PP, en el cuál modificaremos la constitución (cuando la mayor parte de los ciudadanos españoles apuestan por reducir competencias a las autonomías) y así podremos hacer una consulta legal”, es como proponer que los unicornios voladores nos rescatarán de la crisis. Algo bastante increíble, en el mejor de los casos.

El resultado ha sido que la propuesta federalista del PSC aunque a priori iba a un público amplio y no tenía competencia no era creíble. Provocando que el PSC perdiera votos tanto por el ala españolista como por la catalanista (a demostrar en las encuestas postelectorales, pero el cualitativo parece indicarlo). ¿Cómo se puede producir esto a la vez?

Los electores han hecho una elección de “Second best” porqué su “first best” ha dejado de ser creíble. Una parte del electorado unionista que votaba al PSC por tener una propuesta federalista o autonomista más o menos viable y coherente y que en su voto “me quiero quedar en España” veían que el PSC les daba una opción de consenso y convivencia vieron que esa opción no era útil. Lo mismo en el ala catalanista.

El símil es el del vaso de zumo, el de agua sucia y el de veneno. El elector unionista del PSC que cree que una vía federal o una vía de mayor autonomismo puede ser una opción positiva porqué es una que suma muchos consensos, ve que no es creíble. Para él, la opción en clave nacional del PSC es como si fuera el vaso de zumo, la opción centralista de Ciutadans o del PP la visualiza como un vaso de agua sucia y la opción soberanista como veneno. Pero al ver que el vaso de zumo está vacío (no tiene credibilidad, o identifica que es inviable), y verse confrontado con la votación va a su opción de “Second best” y toma el vaso de agua sucia antes que el veneno. Lo mismo ocurre con el ala más catalanista, cuando analiza el mensaje en clave nacional, pero a la inversa.

La esquizofrenia del discurso económico en Catalunya especialmente  más grave que en Europa

La socialdemocracia tiene un problema profundo en Europa, no ha construido alternativas ni herramientas para luchar desde el capitalismo a la deriva que ha provocado la globalización estos últimos 20 años, en la que las rentas del trabajo han perdido peso con respecto a las rentas del capital y el hiperendeudamiento que ha adoptado el capitalismo para suplir la pérdida de capacidad de consumo de las rentas de trabajo que ha provocado esta crisis. No hay plan “B” socialdemócrata ante este escenario, al menos no está estructurado y ha tomado forma entre los “policy makers” del centro-izquierda. Este es un problema que tiene la socialdemocracia europea.

Pero también tenemos problemas propios. Los partidos socialdemócratas de la periferia están cometiendo torpezas graves, por un lado cogen prestadas soluciones liberales de forma acrítica cuando gobiernan, por otro lado toman artificiosamente discursos de las posturas postcapitalistas. El problema que titulo como troskoliberalismo. Un eje que deberían adoptar los partidos socialdemócratas en los países de la periferia es conseguir un frente común para conseguir que haya quitas o se permitan bail-in a la banca periférica por parte de la banca de la zona central de Europa, por presionar a la Comisión Europea para que mantenga una política inflacionista y que no sea restrictiva en el gasto público. Eso como mínimo, y no deja de estar en el viejo keynesianismo, pero en cambio la socialdemocracia de la periferia no lo está planteando, como tampoco está planteando una agenda de reformas propia (excepto la de las pensiones que pactó ZP con los sindicatos), o ni siquiera ha planteado como hacer una devaluación interna que no recaiga sobretodo en los trabajadores que pierden el empleo (más allá de los 400€ de supervivencia que instauró ZP).

Pero a este problema se le agrava una deriva psicodélica en el discurso económico. Tenemos candidatos como Xavier Sabaté que defienden la nacionalización de alguna empresa energética por un lado, y por otro el número dos por Barcelona tiene un discurso económico que hace parecer a los de FEDEA como postcapitalistas. Cuando algunos de mis compañeros tildan a la que ha sido portavoz económica del grupo parlamentario, Rocía Martínez-Sempera, como social liberal creo que están mirando la paja en el ojo de Rocío y obvian la enorme disonancia cognitiva que tiene el PSC en su discurso económico a la que se suma la deriva de la socialdemocracia en los países de la periferia y en toda Europa. Tenemos una capacidad de esquizofrenia en el tema económico que dejamos a Tomás Gómez como un tipo razonable.

Abandonando el discurso socioeconómico en la segunda mitad de campaña

Era obvio que el PSC en la segunda mitad de campaña tenía una zona de fricción de votantes indecisos con ICV. Además, después de la huelga general del 14N, se abrió una ventana para cambiar los marcos conceptuales alrededor de los recortes de servicios públicos. Un espacio donde el PSC se movía mucho mejor que en el marco nacional.

Aún con la esquizofrenia en el discurso económico (dando saltos conceptuales entre Siriza y el partido liberal inglés), el PSC puede presentar algunos marcos de coherencia y credibilidad. Algo que hizo el PSC en sus bases y en la campaña tanto de sus activistas en la red como en la de sus bases en la calle. Pero no hizo ni el candidato, ni la dirección de campaña. Seguíamos con un anuncio electoral horripilante, con carteles que nada tenían que ver con el interés de nuestros indecisos, y con material que las agrupaciones no sabían como repartir: una octavilla “no somos independentistas”. La agilidad del equipo de campaña ha sido la de una placa tectónica en un planeta muerto geológicamente, nula. La cintura de un bloque de granito es mala en campaña.

Si el PSC ha podido mover un voto defensivo de última hora que explicaría también porqué ICV no ha subido tanto como se esperaba o es razonable cuando la alternativa socialdemócrata se hunde, es en parte porqué las bases del PSC, que aún existen y tienen capacidad de reacción autónoma, pasaron totalmente de la demencialidad del discurso de campaña y le dijeron a los ciudadanos con los que interactuaban un discurso más social.

Pero en la campaña en televisión, seguimos profundizando en un marco en el que ya habíamos perdido la batalla… Los que iban a votar en clave nacional ya habían decidido votar CiU o ERC por un lado, y PP y C’s por el otro. El mensaje de Rubalcaba de “soy federalista” llegó tarde y mal, el Jueves Rubalcaba tendría que haber dicho “tengo un plan para unir la izquierda del sur de Europa contra los recortes”.

Un brote de esperanza.

Hay algo que sorprende sobretodo a propios. La campaña que ha hecho el PSC está plagada de errores estratégicos y tácticos, nuestras carencias son claras, evidentes y graves. Y aún así aún arrastramos el 15% del electorado y tenemos 20 diputados. Han habido unos cuantos miles de votantes que han venido a salvarnos a última hora de la debacle final para salvar “su partido” y aún ganamos la competencia a ICV en la confrontación pura de izquierdas (con ERC se nos mezcla mucho más el tema en la competencia del eje nacional que distorsiona el debate, pero hay que reconocer que ERC como alternativa socialdemócrata es una clara amenaza a los intereses del PSC).

Lo cuál da una esperanza, si logramos presentar un candidato algo más sólido, tener un discurso más creíble en el eje nacional (o como mínimo, si es nuestra debilidad no ponerlo como foco principal), y resolver nuestra esquizofrenia en el discurso económico, a lo mejor podemos volver a aproximarnos al millón de votos que consiguió Maragall.

Un indicador de desesperanza

Para todo esto el PSC necesita lo más parecido a una refundación. Resolver nuestro debate nacional y económico no es fácil. A pesar de ello la actual dirección parece que quiere optar por evitarlo. En lugar de mostrar una cascada de dimisiones, o anunciar un congreso inmediato, se han descolgado con que “hay que reflexionar”. Los partidos “reflexionan” de una manera: con congresos que definan su futuro. Alternativas a un congreso extraordinario podrían ser primarias, pero estas han sido hurtadas.

No se me ocurre como la dirección del PSC quiere que reflexionemos, ¿convocará una Conferencia Nacional donde en el fondo al no jugarnos “las garrofes” iremos a un discurso puramente literario?.

Claro estimado secretario de organización del PSC, hay alternativas a un congreso extraordinario, podríamos convocar unos Jocs Florals, una Festa de la Rosa reflexiva, un concurso de ideas o crear un grupo de Facebook para recopilar ideas… y las próximas elecciones el PSC se plantará con otra pérdida de 8 diputados más y con la fuga de más cuadros que irán a apuntarse a la sectorial socialdemócrata de ICV, a la sectorial federalista de ERC o al grupo “catalanistas del PP”.

Y es que una renovación de ideas también pasa en parte por una renovación de cuadros, por darle de tortas al algunos miembros del PSC de la generación de 40 y muchos que debería ser quienes la generaran en lugar de quedarse pasmados y profundizando los errores de la generación a la que han sustituido, siendo una mala copia de ellos.

Los que tenemos 30 y pico no podemos liderar el cambio, pero como mínimo podemos abofetear a parte de esta  generación de dirigentes, paralizada, refractaria a pensar por si misma o buscar ideas capaces de mejorar nuestra situación.

Hoy en día hay dirigentes de 40 y tanto muy talentosos, capaces de cambiar la cultura política del PSC. Y eso solo se consigue en los congresos.

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