Marea (Fotografía: Giovanna Fernández)
Hay canciones que, por uno u otro motivo, cambian tu vida. Suele ocurrir con una de cada cien, más o menos, pero ocurre. Sin embargo, el porcentaje es menor si hablamos de grupos que te marcan para siempre. Supongo que sea uno de cada mil. Aunque cuando ocurre, es sencillamente maravilloso.
Marea. Sí, Marea es el grupo de mi vida. Ese que hizo que la niña dejara de ver el rock como cuatro voces roncas sobre estruendo de guitarras. Ese que me demostró que se puede llorar de emoción con el riff más fuerte del mundo. Y ese que, si hecho la vista hacia atrás, está de banda sonora en los momentos más importantes de mi vida.
No pretendo sentirme especial por sentir una especie de magnetismo hacia cada platazo de Alén o a cada punteo de César. Tampoco quiero decir que sea la única que sabe lo que es el amor al rock gracias a haber visto al Piñas saltar sobre el escenario como si el mundo se fuera a acabar tras cada concierto.Y podría, sin duda podría pararse la rotación terráquea con cada una de las canciones que Kutxi ha escrito, incluso con sus poemas, y con esa voz rota, ronca, especial. Al igual que cada guitarrista del mundo podría retirarse al saber que nunca moverá los dedos como Kolibrí lo hace.
Pero sí que me gustaría sentirme especial por saber que, de entre las treinta mil personas que compraron su último disco, “En mi hambre mando yo”, uno está en mi estantería. Especial por estar en esa etapa de mi vida en la que Marea quedará atrás para hacerse mayor por fin e internacionalizar ciertos gustos musicales.
Marea (Fotografía: Miriam Fernández)
Y es que no sabéis lo es saberse a la perfección cada sílaba o acorde que componen sus canciones más desconocidas. Ni lo que es leer el poema que cierra el videoclip de “Petenera” con los ojos llenos de lágrimas por lo que significa para ellos esa canción, o por lo que significa para ti eso de “la sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos”. Y mucho menos sabréis lo que significa que las personas más importantes de tu vida, esas que nada tienen que ver con tu estilo musical, escuchen a estos cinco vascos tan sólo porque forman parte de ti mismo.
Sin embargo, es el propio Kutxi Romero el que me entiende, el que sabe que “es tan sencillo hacerme feliz, que me dé el aire en la cara, que suene la guitarra del Kolibrí…” Y es por ello que yo hoy no sé si darle a este grupo de Berriozar la enhorabuena por el disco de oro, el pésame por haberse vuelto uno más de esos grupos excesivamente comerciales, o las gracias por haber sabido ser mi banda sonora en el momento adecuado.
Yo, sin duda, “esta noche me las piro a enseñarle los dientes al mundo contigo”, con esa cuya “soledad es una vieja enjuta rodeá de hijos de puta que se ríen de ella, pues todos quisieran ser como Marea”. ¿Y tú, te vas a quedar ahí sentado?
Miriam
Leonesa exiliada en Valladolid. Estudiante de periodismo, directora de Ruta 42 y redactora en La Encuadre. Guitarrista vocacional.
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