Revista Psicología

Claves para reconocer a un narcisista... y no acabar en su 'club'

Por Mundotlp @MundoTLP
Claves para reconocer a un narcisista... y no acabar en su 'club'

Hacen ver que lo tienen todo, pero no. ¡Al ego hay que atarlo en corto para que no sea un problema!


Siempre que hablamos de narcisismo nos referimos a los demás. Es difícil, por no decir imposible, que alguien se defina a sí mismo como narcisista. Está mal visto creerse el ombligo del mundo, claro. Pero, sin embargo, detectamos muy bien quién lo es y quién no. No hace falta ser un lince, es que no pasan desapercibidos. Y normalmente, les criticamos, porque es un rasgo de carácter –en sus cotas más elevadas, incluso un trastorno psiquiátrico– difícil de soportar. Lo curioso es que los narcisistas no solo sacan de quicio a quienes les rodean... también son perniciosos para ellos mismos: aunque parecen tenerlo todo de cara a la galería –porque en su vida todo es galería y postureo, como si estuviesen constantemente posando ante un 'photocall'–, lo cierto es que lo tienen muy difícil para ser felices y estar satisfechos consigo mismos.

«Los narcisistas, incluso los que consiguen el éxito, no son felices, pero es que los que no lo consiguen caen en la ansiedad y la depresión, y eso es una situación peligrosa para sí mismos y para los demás, especialmente la pareja y los hijos, porque acabarán volcando su ira en los otros o en ellos mismos», explica Julio Rodríguez, autor de 'Prevenir el narcisismo' (Plataforma), biólogo molecular y genetista.

Está claro, hay que saber identificar a los narcisistas y evitarlos. Primero, porque resultan agotadores, ya que siempre necesitan 'palmeros' y también crecerse, aunque sea a costa de los demás. Y, segundo, para no convertirnos en uno de ellos. Porque... ¿y si todos tenemos un porcentaje de narcisismo dentro? Para empezar, vamos a intentar ponerle coto y discernirlo de otras cosas, como la alta autoestima, que es sentirse valorado y confiar en tus capacidades (algo sano y positivo), o el egocentrismo, donde el individuo es incapaz de aceptar el punto de vista de otra persona, a diferencia de lo que ocurre a los narcisistas, que sí pueden 'verlo' pero les importa un bledo. Dicho esto, vamos a la caza del narcisista (y vamos a mirarnos a nosotros mismos, por si acaso).

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. ¿Todos tenemos cierto grado de narcisismo?

«No creo que todos seamos narcisistas, lo que pasa es que hay muchos y ese es el problema. El narcisismo tiene tres características nucleares: la falta total de empatía, el sentimiento de superioridad sobre los demás (ser único y especial) y la necesidad vital de admiración –repasa Rodríguez–. Si alguien tiene los tres rasgos, es un narcisista; si no, pues no, simplemente puede ser un poco arrogante a veces, o querer ser el centro de atención en algunas ocasiones o mostrarse manipulador en determinadas circunstancias». Algo puntual, vaya.

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¿Qué otras pistas más sutiles hay?

La lista de rasgos narcisistas secundarios a los tres pilares que apunta Rodríguez es muy larga: manipulación, cosificación e instrumentalización de los demás, fantasías de éxito, dinero y/o poder, envidia, arrogancia, creerse merecedor de privilegios, grandiosidad, baja tolerancia a la crítica, ansiedad... Uf, pues algo de esto tenemos todos, ¿no? ¿Es para preocuparse? No. «Algún que otro rasgo, cogidos así de uno en uno, lo podemos tener», tranquiliza Julio Rodríguez. Lo que hay que hacer es evitar que sean muchos y también controlar el grado.

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¿Dónde encontrar a los narcisistas?

¡Estamos rodeados! «En el trabajo, en el grupo de amigos, en el equipo de fútbol, en el gimnasio (aquí muchísimos), entre los compañeros de clase, en la familia... Están por todas partes, y cada vez más debido a la presión y la influencia social», enumera Rodríguez

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¿Las redes sociales están exacerbando el problema?

Sin duda. Aunque el mito de Narciso viene desde la antigüedad clásica –recordemos que el bello jovenzuelo, enamorado de su reflejo en el agua, se cayó y se ahogó–, las redes sociales han reavivado el 'yo-yo-yo' y su exposición al mundo. Según Rodríguez, «las redes sociales cumplen este criterio porque son individualistas, frías –no entran en juego las emociones–, se basan en mostrar cosas de uno mismo –opiniones, fotos, planes–, son superficiales y, por si fuera poco, ofrecen una imagen distorsionada de todo esto. «Solo se postean las cosas buenas. Nunca nadie se muestra pagando unas facturas, por ejemplo. Y encima con filtros y colores. Es decir, cumplen los criterios de los rasgos narcisistas: solo quiero la parte buena de mí mismo y, además, inflada, decorada e hipertrofiada. Podríamos decir que alguna red social son los rasgos narcisistas hechos realidad». Así que, si ves que escoras hacia el narcisismo, ojo con las redes.

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¿El covid también ha hecho aumentar el narcisismo?

Pues a la fuerza nos hemos tenido que aislar y, claro, mirar hacia dentro. Si ya había tendencias narcisistas, pues han ido a más. «En ligar, en el sexo, con la salud, la educación o el trabajo las versiones 'tele' han ido en aumento en el último año –explica José Ramón Ubieto, profesor de psicología y autor de 'El mundo pos-covid' (editorial NED)–. Vincularnos virtualmente no supone eliminar al otro, porque esa forma también lo incluye, pero resta fuerza al contraste más directo y eso fomenta el narcisismo... ya que es más fácil recrearse a uno mismo en la pantalla que en vivo y en directo». Es decir, la vida 'actoral' de todo narcisista –ese es su drama, que mientras se entretienen en 'interpretar' se olvidan de vivir– es más fácil desde la distancia social y las redes.

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¿Estamos biológicamente 'marcados' para ser narcisistas?

Según explica Rodríguez, todo tiene parte de genética, y el comportamiento y la personalidad también. La clave es discernir cuánto es genética y cuánto es ambiente. «Los genetistas tenemos una palabra para definir esto: heredabilidad. Cuanto más alta sea esta, más importancia tienen los factores genéticos. Por ejemplo, la esquizofrenia, que es un trastorno psiquiátrico grave, tiene una alta heredabilidad, el autismo también, pero en el caso del narcisismo, y de otros rasgos o trastornos de la personalidad, esta heredabilidad es mucho menor y se sitúa en torno al 23-35%, y por eso los factores ambientales, tanto para fomentarlo como para prevenirlo, son tan importantes».

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¿Por qué somos narcisistas?

Ya hemos explicado que hay factores hereditarios y ambientales que influyen. Pero la ciencia ha querido hilar más fino. Hay distintas teorías: científicos del hospital La Charité y de la Universidad de Berlín publicaron un estudio donde planteaban que podía ser fruto de un déficit afectivo sumado a algunas peculiaridades cerebrales que les hacían tener un gran complejo de inferioridad 'disfrazado' de arrogancia.

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¿Se puede ser narcisista de distintas formas?

Desde luego. El doctor Bruce Stevens propuso hace más de década una tipología que se ha convertido en todo un clásico. Está compuesta por nueve categorías. El poderoso, al que sólo le importa el éxito y mostrarlo. No duda en humillar a sus subordinados y exhibe a su pareja (atractiva) como un trofeo. El salvador: se presenta como imprescindible, como gurú. El 'cuerpo': Se obsesionan con el físico y creen que, si no tienen buen aspecto, su valía decae. El dependiente: Necesitan ser amados y adorado constantemente. Resultan asfixiantes en su demanda de amor. El mártir: Se siente grande en su dolor, que justifica su existencia y el hecho de centrarse sólo en él. El furioso: No controla sus arrebatos de rabia y tiene una nula tolerancia a la crítica. Son muy susceptibles. El fantasioso: Imaginan que son personas fabulosas, llenas de cualidades. El estafador: Les encanta engañar y manipular a los demás usando sus encantos. Les hace sentir superiores. El superamante: Creen que el amor que ofrecen es de otro mundo, un regalo divino. Idealizan el amor y por ello suelen acabar decepcionados.

Claves para reconocer a un narcisista... y no acabar en su 'club'
¿Más boletos para tener éxito ya desde niños?

S. V.

El narcisista nace –en una proporción no muy elevada– y se 'hace'. Y ya desde los primeros años de vida se puede apreciar este rasgo de personalidad. Así lo ha demostrado un reciente estudio realizado por la Universidad de Ámsterdam. Los investigadores querían determinar a qué edades empezaba a ser evidente. Para ello, analizaron el comportamiento de 332 niños y niñas de 7 a 14 años. Hicieron grupos y les pidieron que escribiesen los nombres de aquellos compañeros a los que consideraban sus líderes (tuvieron que explicarles antes que 'líder' es el 'jefe', el que decide lo que se hace). ¿Quiénes resultaron elegidos? En un 96% de los casos, los que mayores niveles de narcisismo habían presentado en unos tests previos realizados a todos los pequeños. Primera conclusión: hasta un niño de 7 años podía convencer al resto de que era 'mejor'.

Pero los responsables del estudio quisieron dar una vuelta de tuerca al tema y saber si los 'elegidos' por los niños eran, por sus cualidades, realmente buenos líderes. Vamos, lo que pretendían aclarar era si esa percepción se basaba en que de verdad eran más capaces que el resto en organización, toma de decisiones... Para ello hicieron pequeños grupos, unos liderados por los niños narcisistas y otros por pequeños sin este tipo de personalidad. Y comprobaron que no funcionaban mejor unos que otros. Los grupos liderados por los narcisistas estaban en la media de eficacia. La conclusión en este caso estaba clara: los niños, al igual que los adultos, se creían «la cháchara narcisista» y confundían «la confianza en sí mismos de los narcisistas con su competencia». Claro, es que algunos chavales de 7 años ya sueltan perlas como «soy muy especial», «soy un gran ejemplo para otros» o «merezco algo extra».

Para Julio Rodríguez, la infancia es efectivamente el terreno donde hay que actuar para atajar el narcisismo. Invita a los padres a elogiar a los pequeños, pero «no de manera desmesurada». «Educa a tu hijo para ser feliz, no para ser el mejor», aconseja. «Quererse demasiado a uno mismo, que es lo que hacen los narcisistas, desplaza todo lo demás –añade el psicólogo José Ramón Ubieto–. Y ni siquiera es 'rentable': si tienen más éxito no suele ser por sus méritos, sino porque abusan».

Fuente: elcorreo

http://elmundotlp.blogspot.com/es

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