Claves sobre la tauromaquia de Manuel Benítez 'El Cordobés'

Por Zubi


Por El Zubi
Era yo apenas un chaval de diez años cuando vi por primera vez en persona a Manuel Benítez “El Cordobés”. Fue en la puerta de la Plaza de Toros de Lucena, una tarde a principios de mayo de 1962. Aún era novillero y recuerdo que junto a otros muchos niños nos agolpamos en la puerta de la antigua Plaza de Toros de Lucena, para ver entrar al torero, que ya en aquellos días era un fenómeno de masas. Iba vestido con un traje blanco y plata, y recuerdo con envidia que un policía municipal de Lucena, que se llamaba “Calvillo” y que representaba la autoridad allí, lo saludó al entrar a la Plaza y le dijo: ¡suerte Manolo”, como si lo conociera de toda la vida. Aquel día sentí una envidia enorme de aquel humilde y presuntuoso policía municipal de Lucena, por haber estrechado la mano del héroe y me sentí desgraciado por no poder entrar a la plaza y verlo torear. Casualmente y por desgracia, que todo hay que decirlo, fue aquel el último espectáculo que se celebró en el coso taurino de Lucena, pues ya en esas fechas estaba casi en ruinas, y supe años después que ese último espectáculo se celebró con temor por parte de las autoridades, pues no sabían si el edificio iba a soportar la gran cantidad de público que “El Cordobés” concitó en Lucena. Años mas tarde, cuando ya tenía 16 años, me saque la espina, pues mi padre me llevó desde Jaén (donde yo estaba interno en el Colegio de los Hermanos Maristas) a Granada a ver torear a “El Cordobés” ya como matador de toros consagrado, número uno indiscutible, a la Feria del Corpus de Granada. Aquel día mandó a una plaza de Granada llena a rebosar, directamente al manicomio, cortando cuatro orejas y dos rabos y poniendo el mundo y hasta la Alhambra boca a bajo.
Si esos eran mis sentimientos cuando era joven imagínense cuales son ahora. Sigo sintiendo una profunda admiración por este extraordinario torero que gracias a Dios, la historia ha puesto ya en el pedestal de la Tauromaquia que le corresponde. Así que hoy es para mi una inmensa satisfacción dirigirme a ustedes para hacerles un boceto de lo que creo que ha sido Manuel Benítez en la Tauromaquia. De tal modo que este acto es para mí casi como un sueño. Un sueño que se me cumple después de casi cuarenta años de espera.
He dicho en alguna ocasión que yo no soy esclavo ni de mitos ni de religiones. Es más huyo de mitificar a nadie ni a nada, y hoy tampoco lo voy a hacer con Manuel Benítez “El Cordobés” ya que no lo necesita, pues sólo la muerte por hasta de toro convierte en mito a un torero. La inmortalidad de su Tauromaquia queda en la historia por los meritos que mereció mientras estuvo en activo. No lo quiero mitificar además, porque si lo miran bien, el lenguaje original del “mito” es un lenguaje simbólico y casi siempre se vale de personajes y hechos irreales o cuya realidad ha sido transformada para los fines inspiradores de determinadas doctrinas. En pocas palabras, que los mitos son simples fraudes urdidos “ex profeso” para motivar una adhesión a algo que difícilmente pueda existir.
Por eso creo que a “El Cordobés” no se le debe mitificar, no necesita que se le mitifique, porque la fuerza, la rebeldía, la entrega, el tirón, la personalidad aplastante, su fuerza de comunicación con los públicos y la autenticidad de su toreo, se produjeron y se producen cada tarde como un milagro cuando se viste de luces y pisa cualquier albero, pues él con su personalidad aplastante lo llena todo, y ese hecho ha sido y es algo tan real y tan tangible para los buenos aficionados a la Fiesta que sabemos discernir entre lo verdadero y lo falso, y por tanto no necesita ser mitificado. Creo además, que aun hoy en día no tenemos todavía la perspectiva y el prisma que el tiempo da a los personajes para enjuiciarlos justamente para la historia. Lo hecho en la Historia del Toreo por Manuel Benítez “El Cordobés” fue tan grande, tuvo tanta trascendencia y tal tirón en el mundo, que se me antoja a mí que aun hoy no podemos calibrar en su justa medida la importancia que este hombre tuvo en la Historia de la Tauromaquia, porque lo que él hizo no lo hizo nunca antes ningún torero en la historia. Donde él llegó y la revolución que su toreo supuso fue tan inmensa que no sé si nosotros que somos contemporáneos a su vida y a su carrera como torero, tenemos la objetividad que da la historia a las personas. No obstante, podemos basarnos en esos hechos insólitos de los que hemos sido testigos directos para saber que nunca ha habido un torero con esta personalidad, de tanto tirón, ni que haya llegado más lejos que él. Nunca ningún torero mandó mas que él en la Fiesta y estas cosas si las valoramos debidamente, con objetividad y justicia, y hace que pensemos que aun tenemos entre nosotros a uno de los toreros mas grande que ha dado la historia. (Continua mañana).