Clavícula

Publicado el 31 marzo 2017 por Airamtrushka @lmqecp
Clavícula (Mi clavícula y otros inmensos desajustes). Marta Sanz. Barcelona: Anagrama, 2017

Ay
No sólo ciertas reacciones físicas son difíciles de expresar por escrito. Existe algún que otro pensamiento que una no logra manifestar para que otros lo lean y lo entiendan. Si se intenta, se queda una coja, a medio camino en el canal de comunicación, como incompleta.
Pongamos por ejemplo trivial que me caigo por las escaleras, resbalo y con un traspiés arrítmico doy con mis huesos en el terrazo del rellano. Ahí hago "¡pum!" y luego grito y me quejo. Se entiende pero no se vive igual. Se imagina algo así como la viñeta de un cómic, la novela gráfica de una patosa al salir del ascensor. No me convence, no es eso.
Otra situación sería que de pronto sintiese miedo porque a mi lado en el tren se haya sentado un caballero con pinta de hablador compulsivo; no quiero escucharlo, quiero viajar sola y en silencio. No sé evitar sus palabras y entonces "¡ay!".
Tampoco. Es otra cosa.
Entonces leo Clavícula de Marta Sanz. Justo cuando había perdio la esperanza de aprender a expresarme. En ese momento llega este libro y rebosa rabia, sarcasmo y frustración ¿Cómo es posible? ¿Todo en un texto? Exacto No puede estar más claro.
La autora tiene algo que decir y lo dice sin acudir a juegos malabares, ni engaños ni tampoco imágenes ambiguas (qué cómoda se queda una bajo el disfraz de la ambigüedad, a veces). Clavícula puede recordar a veces a un diario, otras a un ejercicio poético. No se sabe y no importa, porque se entiende. Ella nos grita porque algo le duele, algo importante que casi nadie ve, tampoco quienes más y mejor deberían.
La descripción perfecta de un estado de ánimo y todo lo que germina alrededor. El dolor en todas su manifestaciones y sin signos de exclamación. Lo que le duele a ella y lo que nos duele a todos, ay.