Toledo se enorgullecía de tener por estas fechas 37 casas religiosas, 23 de monjas y 14 «varoni-les» 23 .
Su emplazamiento se situaba sobre todo en el centro de la ciudad con preferencia a los barrios marginales, los más pobres.
La parroquia de Santo Tomás, por ejemplo, tenía seis casas de religiosos, seguida de cerca por la de San Román, con cinco, y San Lorenzo, con cuatro.
La concentración de casas de religiosos en el centro eran de tales proporciones que ya en el año 1535 el ayuntamiento de Toledo intentó prohibir la fundación de nuevos monasterios, pero estas medidas poco pudieron hacer para impedir que Toledo se convirtiera en esa «ciudad conventual» que llegaría a ser en el siglo XVII .
Ese proceso de «conventualización» es indicado por el número de religiosos que residían en Toledo. En 1569 había 1.668 religiosos, dos tercios de los cuales eran monjas.
Frailes y monjas sumaban alrededor del 3 por ciento de la población total de la ciudad.
Debido sobre todo a varias nuevas fundaciones, su población monástica se había incrementado en un 16 por ciento hasta llegar a un total de 1.942 religiosos (1.339 mujeres y 603 hombres), cifra que supone el 4,5 por ciento de los ya algo disminuidos efectivos demográficos de la ciudad.
Esta tendencia persistió en el siglo XVII, a medida que seguía reduciéndose la población laica de Toledo.
No obstante, estas cifras pueden ser engañosas.
El mayor establecimiento religioso de la ciudad era el convento benedictino de San Clemente.
En 1576 tenía 150 monjas.
El monasterio agustino popularmente conocido con el nombre de Nuestra Señora de Gracia, que era la mayor casa de religiosos varones, tenía 105 frailes.
En el otro extremo de la escala, había dos casas empobrecidas, una masculina (Monte Sion) y otra femenina (Beatas Mínimas de Jesús María), con no más de una docena de religiosos viviendo dentro de sus muros.&version;
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