En su segunda película tras la contundente Girl (2018) -hablé de ella en Indienauta- el belga Lukas Dhont aborda de nuevo en Close las tensiones entre el individuo y la sociedad con respecto a la identidad. La película ha recibido el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes y podría representar a Bélgica de cara a los premios Óscar. Dhont vuelve a elegir como protagonista a un adolescente, Léo -Eden Dambrine, ganador del premio al mejor actor en el Festival de Sevilla- porque es en esa etapa de la vida cuando nos definimos como personas (o al menos, lo intentamos). Léo es un niño feliz que vive una bonita relación con su mejor amigo, Rémi (Gustav de Waele). Los dos preadolescentes disfrutan de una suerte de paraíso, es verano y viven en el campo, hasta que acaba el estío y deben comenzar una nueva etapa educativa en el instituto. Es entonces cuando todo se quiebra. Cuando la mirada del otro escruta la amistad de Léo y Rémi y la somete a juicio, todo cambia para ellos. Esa mirada colectiva, que censura lo diferente, pondrá a prueba a los dos niños y la relación entre ellos. Close es una película dura, triste y hermosa, que habla de la pérdida y de cómo podemos seguir adelante. Una película que pone en entredicho la masculinidad, o lo que la sociedad entiende que debe ser el comportamiento masculino. En ese sentido, me parece un hallazgo el uso que hace Dhont del hockey sobre hielo como imagen de la agresividad de la que tenemos que hacer gala -supuestamente- los hombres; y ese deporte funciona también como una metáfora de los golpes de la vida, de tener que levantarse una y otra vez aunque nunca lleguemos a dominar del todo el equilibrio sobre los patines; de cómo tras rompernos un hueso, la fractura puede sanar, pero no volvemos a ser los mismos.
En su segunda película tras la contundente Girl (2018) -hablé de ella en Indienauta- el belga Lukas Dhont aborda de nuevo en Close las tensiones entre el individuo y la sociedad con respecto a la identidad. La película ha recibido el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes y podría representar a Bélgica de cara a los premios Óscar. Dhont vuelve a elegir como protagonista a un adolescente, Léo -Eden Dambrine, ganador del premio al mejor actor en el Festival de Sevilla- porque es en esa etapa de la vida cuando nos definimos como personas (o al menos, lo intentamos). Léo es un niño feliz que vive una bonita relación con su mejor amigo, Rémi (Gustav de Waele). Los dos preadolescentes disfrutan de una suerte de paraíso, es verano y viven en el campo, hasta que acaba el estío y deben comenzar una nueva etapa educativa en el instituto. Es entonces cuando todo se quiebra. Cuando la mirada del otro escruta la amistad de Léo y Rémi y la somete a juicio, todo cambia para ellos. Esa mirada colectiva, que censura lo diferente, pondrá a prueba a los dos niños y la relación entre ellos. Close es una película dura, triste y hermosa, que habla de la pérdida y de cómo podemos seguir adelante. Una película que pone en entredicho la masculinidad, o lo que la sociedad entiende que debe ser el comportamiento masculino. En ese sentido, me parece un hallazgo el uso que hace Dhont del hockey sobre hielo como imagen de la agresividad de la que tenemos que hacer gala -supuestamente- los hombres; y ese deporte funciona también como una metáfora de los golpes de la vida, de tener que levantarse una y otra vez aunque nunca lleguemos a dominar del todo el equilibrio sobre los patines; de cómo tras rompernos un hueso, la fractura puede sanar, pero no volvemos a ser los mismos.