“Ninguna de las dos nos ayuda porque el trabajo que se genera a través de ellas es muy cuestionable. Ninguna actividad se desarrolla con responsabilidad ambiental y esto redunda en su mal manejo y por ende, en que ponen en riesgo a los visitantes”, explica Katia Vilomar, presidenta de la entidad que reúne a todas las organizaciones e instituciones públicas y privadas interesadas en el desarrollo turístico.
“Tenemos que preservar nuestra biodiversidad en aras de un desarrollo turístico sostenible”, expuso la señora Vilomar.
Por desgracia, dijo, “esto es un desorden y el paisaje es surrealista. Pasa un camión vertiendo contaminación y suciedad. Lo peor de todo es que a nosotros no se nos ha preguntado cómo afecta al turismo”.
Y lo cierto, expuso, “es que el turista ecológico no vuelve, porque ni una cementera ni una mina ofrecen seguridad para que regrese”.
Planteó “que las condiciones actuales del destino obliga a los turistas que sólo vienen a observar aves endémicas y migratorias a quedarse en otros destinos como en La Romana, por ejemplo”.
La presidenta del clúster destacó el potencial turístico de la provincia de Pedernales, por sus playas, el Parque Nacional Jaragua (Bahía de las Águilas, Playa Blanca, entre otras), la playa de Cabo Rojo y Pedernales, y la Laguna de Oviedo.
Además de los recursos ecoturísticos incuestionables como las islas Beata y Alto Velo, y la amplia diversidad de opciones para el turismo de naturaleza que brinda la Sierra de Bahoruco.
Recordó que toda la región fue declarada Reserva de la Biosfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y Bahía de las águilas es uno de las destinos preferidos por los turistas. “Hay que vender Bahía porque es una reserva de la biosfera, no como un todo incluido, de ser así, nos moriremos como polo turístico”.