Revista América Latina

Algunas inquietudes sobre la candidatura de Petro

Por Gaviota

Debo admitir que desde hace mucho tiempo he dejado de entender por qué razón los seguidores de Gustavo Petro consideran que él debe ser Presidente de la República.  Sin embargo, antes de abordar el tema, debo presentar algunas advertencias a los lectores de este espacio:


PAUSA DE ADVERTENCIAS:

1) Siempre me ha gustado el rol de Petro como senador.

2) Petro me pareció un pésimo alcalde de Bogotá.

3) Para discutir el contenido de esta entrada, se debe debatir el contenido de esta entrada.  No entraré en polémicas con personas que intentar cambiar el foco de discusión (Ej. "Pero Uribe es peor porque...").  El tema de discusión no es Uribe, no es Duque, no es Trump, no es Roy Barreras, es Petro.

4) No discuto con personas agresivas.  Si alguno de los que pretende discutir el contenido de este ingreso se va a poner en ese plan, sepa desde ya que omitiré cualquier tipo de mensaje agresivo.

FIN DE LA PAUSA

Gustavo Petro es una persona inteligente, de eso no me cabe la menor duda.  No me refiero únicamente a la sagacidad sino también a su respaldo intelectual.  La gran mayoría de temas que Petro aborda, los respalda suficientemente bien, y es de los pocos políticos que referencia a pensadores de distintas disciplinas (principalmente lo hace en materia económica, pero no es el único caso).  Eso merece ser respetado, especialmente en un país en donde la clase política se caracteriza por ser especialmente mediocre en ese campo.  Tan inteligente lo considero, que he de reconocerle una especial habilidad de movilizar pasiones a su favor.  Esto no es fácil en ningún contexto y en ningún país.  Y Petro lo sabe hacer muy bien.  No es fácil que una persona pueda escapar casi ileso de escándalos como el de la bolsa de billetes, o los hallazgos en materia de contratación durante su alcaldía.  Él lo ha podido hacer, hasta el punto que hace parecer que el responsable no es él, por incurrir en esas conductas, sino los que lo grabaron o lo acusaron.

Algunas inquietudes sobre la candidatura de Petro

Imagen tomada de: www.forbes.co 

Entiendo por qué muchas personas lo puedan querer, especialmente los de las clases menos favorecidas.  Es tan solo lógico pensar que una persona que profesa una marcada ideología de izquierda, de un pasado guerrillero, y con una fuerte admiración por ideologías socialistas y marxistas seduzca principalmente a ese sector de la población.  Y en parte (a pesar de que esa no es la ideología que yo profeso), me alegra que este sector de la población tenga políticos que los representen con  coraje.  Eso es necesario en cualquier democracia.

Dicho lo anterior, conviene precisar mi "gran duda" respecto del tema Petro.  No puedo entender cómo alguien que se pueda considerar defensor de una democracia, quisiera proponer a Gustavo Petro como Presidente.  Si algo caracteriza a una democracia desde el punto de vista teórico, es la preponderancia de las instituciones por encima de las personas, y por lo tanto la búsqueda de tener instituciones fuertes, el respeto de estas, y la ausencia de concentración de poder.  Petro no representa ninguna de estas tres cosas.  Por el contrario, el Senador Petro es uno de los que constantemente invita al desconocimiento de muchas de estas instituciones, promueve y defiende las vías de hecho por parte de manifestantes. Él constantemente se dedica a descalificar a sus oponentes (algo que es casi que una obligación en la política colombiana), pero también lo hace con antiguos aliados políticos (algo que no solo es extraño sino preocupante).

Para Petro, quien no está con él está contra él; no existe una noción más antidemocrática que esa.  Es exactamente el mismo tipo de filosofía del hoy presidente de los Estados Unidos, el señor Trump.  Ya vieron el nivel de problemas que puede esto generar cuando ese tipo de personas llegan a la más alta magistratura de un país.  En el caso de Trump, casi despedaza a la -hasta ahora- primera potencia mundial.  Y eso que se trata de un país con instituciones democráticas mucho más fuertes que las de Colombia.  Imagínense lo que podría pasar con una persona así, pero en un país como estos.  La respuesta ya existe: es lo que pasó en Venezuela.  Debo aclarar: el ejemplo de Venezuela no lo tomo porque se trate de un régimen de izquierda, sino porque el perfil psicológico del mandatario de Venezuela, es similar al perfil psicológico del mandatario de los Estados Unidos, que es similar al perfil psicológico del perfil psicológico de Petro.

Veamos:

1) Cuando me refiero a Venezuela (ver el párrafo anterior), no me refiero a Nicolás Maduro.  Me refiero a Hugo Chávez.  La permanencia en el poder de Nicolás Maduro sería absolutamente imposible si no hubiera sido porque vino después de Hugo Chávez. Él no tiene ni la capacidad ni la inteligencia de Chávez. Este último fue el que cambió toda la estructura institucional de ese país.  Al igual que Petro y Uribe en Colombia, Chávez tenía la habilidad de seducir e incitar a sus seguidores.  Un manejo avanzado de esta habilidad genera una consecuencia a mediano y largo plazo: lo que sea que diga el líder, es "la" verdad.

2) Ese concepto que hoy tenemos tan arraigado de la fake news (noticias falsas), tan promovido y cacareado por Trump durante estos últimos cuatro años, no sería posible sin que opere el fenómeno al que hice referencia en el punto anterior.  El concepto sistemático de fake news requiere que la verdad del líder se oponga sistemáticamente a la verdad de los medios de comunicación.  Por eso es que estos líderes requieren que su verdad sea difundida sin intermediarios, y sin censura.  Ejemplos moderados de este tipo de ejercicio los vemos todos los días en el país (Petro, Uribe, Trump).  En el país, hoy utilizan el término de "las bodegas" para hacer referencia a estos grupos de soldadores de las redes sociales. Ejemplos más avanzados de este tipo de comunicación los podemos ver en la Venezuela de Chávez y en la Alemania de Hitler.  Al llegar a ese estadio, la propaganda "es" la verdad.

3) Los complejos mesiánicos suelen ser el síntoma más obvio y visible de los antidemócratas.  En el país, tenemos claros y recientes ejemplos de este tipo de personalidades, Álvaro Uribe Vélez (complejo mesiánico con ideología de derecha), y Gustavo Petro (complejo mesiánico con ideología de izquierda). No es coincidencia el odio visceral que se profesan mutuamente.  Son casi iguales, pero con ideologías opuestas. No pueden hacer nada distinto que intentar eliminarse entre sí.  Si quieren llevar esto a planos internacionales más o menos conocidos, podemos revisar el caso de Chávez (ya visto), el de Putin en Rusia, el de Daniel Ortega en Nicaragua.  Algunos buenos para su país, otros desastrosos.

4) El problema de los caudillos, y la razón por las que denomino como antidemócratas, es que toman como punto de partida el punto de partida contrario al de cualquier demócratas: lo relevante no son las instituciones fuertes, sino las personas.  Nada más contrario a un ideal de democracia que ese.

Retomo, entonces, el punto de partida de esta entrada.  No entiendo cómo los seguidores de Gustavo Petro consideran que él debe ser el Presidente de la República. Debo sin embargo, matizar la afirmación.  Entiendo perfectamente por qué los seguidores radicales de Petro lo hacen.  Son sus discípulos, y siguen "su" verdad.  Eso es lógico, y ya hemos vistos demasiados casos así en el mundo, y en el país.  Lo que no puedo entender es cómo las personas con una buena y profunda formación en democracia, en derecho constitucional, en ciencia política, pueden considerar que la candidatura de Petro es una buena idea, desde una perspectiva democrática.

Personalmente, y esta es mi opinión final: siempre estaré dispuesto a votar primero por alguien que represente el modelo democrático, que por alguien que represente el modelo antidemocrático, independientemente de que sea de izquierda, de centro o de derecha.  Eso incluye a Petro.


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