Coaching educativo, ayudando a construir una imagen valiosa

Por Motivia @universomotivia

En nuestro anterior post hablamos de la visualización como una de las técnicas que utilizamos en coaching aplicadas al contexto educativo y al desarrollo de las posibilidades de nuestros jóvenes. Nos ayudó y sorprendió  la historia de Natalia.

Quiero ahora que os sorprendáis con otras historias que nos proporcionan mis alumnos en el contexto de su trabajo en los programas de coaching. Uno de los retos educativos en el marco familiar y escolar es acompañar a nuestros hijos y alumnos a la construcción de una imagen positiva y valiosa. Sabemos que la autoestima es el conjunto de creencias y valores que la persona tiene acerca de quién es, de sus capacidades, habilidades, recursos y potencialidades, que le han conducido hasta donde está y que le llevarán hasta donde crea que puede llegar. En cualquier caso, la autoestima nos hace reconocer las capacidades que poseemos y a la vez nos hace sentirnos valiosos generando en nosotros mismos energía y fuerza activa. La autoestima es la forma en la que nos pensamos, nos amamos, nos sentimos y nos comportamos con nosotros mismos.

¿Cómo influye el coaching en el desarrollo de esta importante dimensión de la personalidad? En un proceso de acompañamiento, utilizando el coaching educativo, los jóvenes, a propuesta del coach-profesor, toman conciencia de las áreas académicas y de actitud personal en las que desean mejorar y visualizan cuál será su resultado después de un periodo. Este ejercicio les proporciona un “éxito adelantado” y la posibilidad de vivir anticipadamente las emociones que podría disfrutar si lo hubiese logrado. Y aquí está la primera novedad. En esta primera sesión les leo finalmente el resultado de sus “sueños” de cambio. Tendríais que verles la cara de sorpresa y de satisfacción a los alumnos y alumnas. Es como si no se reconocieran, pero a la vez sintiesen unas ganas locas de ser como han imaginado que pueden ser. Os  puedo asegurar que esta experiencia anticipatoria de sus éxitos es muy poderosa.

Según la Teoría del Cambio Intencional (Boyatzis 2001) parece coherente afirmar que las emociones positivas y negativas influyen en el proceso de cambio a través de dos “atractores” emocionales, el atractor emocional positivo y el atractor emocional negativo.

El atractor emocional positivo y negativo estimulan respuestas psicológicas diferentes. El atractor emocional positivo despierta el sistema nervioso parasimpático, reduciendo el ritmo de la respiración, bajando la presión sanguínea, haciéndonos sentir en calma y aumentando la variedad de ideas y posibilidades que ocurren en el momento. Por otra parte, el atractor emocional negativo despierta el sistema nervioso simpático, acelerando la respiración, aumentando la presión sanguínea, contrayendo los músculos faciales y reduciendo los momentos de foco y atención (Boyatzis 2004).

La premisa central en la teoría del cambio intencional es que los atractores emocionales positivos anclan el proceso de cambio en procesos psicológicos y cognitivos constructivos que llevan a un aprendizaje y cambio robusto. Esta situación pone de manifiesto que el énfasis de los atractores emocionales positivos en un primer momento aumenta el compromiso con el cambio.

Comparto con vosotros algunas de sus formulaciones en determinadas áreas de mejora que tienen mucho que ver con estos “atractores” emocionales positivos. Tened en cuenta que su realidad es precisamente la contraria, por eso la disonancia es la que causa una agradable perplejidad en ellos. En la conversación les  ayudo a expresar y redactar el resultado de forma que ya lo hayan conseguido, es como si estuviese pasando ya, ahora mismo. Les pido que cuantifiquen de forma subjetiva su punto de partida y su expectativa de cambio. Los resultados los deben redactar en presente, de forma que al leerlos se entienda que ya los hayan alcanzado. Nos servirá imaginarnos un ejemplo concreto de que ya está ocurriendo lo que esperamos que ocurra. Os indico algunos ejemplos de alumnos de 1º, 2º y 3º de la ESO:

Alumnos que quieren mejorar su atención y participación en clase:

  • He pasado de 5 a 10 en atención y…“Estoy más atento. Miro a la pizarra. Estoy en silencio y escucho al profesor. No hago caso a lo que me dicen mis compañeros. De esta forma consigo comprender mejor lo que dice el profesor y las cosas se me hacen más fáciles.”
  • He pasado de 1 a 8 en atención y…“Me siento sólo en clase, así evito distraerme con los compañeros. Permanezco sentado y me siento en primera fila. Escucho al profesor.  Participo en clase, levanto la mano y salgo voluntario a la pizarra. Levanto la mano y pregunto lo que no sé”.

Alumnos que quieren mejorar su nivel de exigencia en el estudio:

  • He pasado de 2 a 7 en estudio y…“Me esfuerzo por trabajar en casa. Me siento delante de los libros y los abro. Soy capaz de estar hora y media diaria estudiando. Desarrollo mi mente y mis capacidades y mejoro en las notas”
  • He pasado de un 3 a un 6 y…”Controlo mi pensamiento cuando estudio. Estoy concentrada en lo que estoy haciendo. Hago resúmenes y mapas conceptuales de los contenidos.”

Alumnos que quieren mejorar su puntualidad y asistencia a clase:

  • He pasado de un 3 a un 9 en puntualidad y asistencia y…” Llego a tiempo a todas las clases. Me levanto temprano y con tiempo para desayunar. No me entretengo por el camino”
  • He pasado de un  4 a un 8 en asistencia a clase y…” No tengo retrasos y vengo a clase diariamente. Me pongo el despertador y me levanto cuando suena. Venzo mi comodidad. Me siento bien, con ganas y motivada”.

Este momento del proceso de coaching funciona como lanzadera, como catapulta para ponerse en camino hacia una imagen de sí mismos positiva y valiosa. A la misma vez comienzan a repensarse, a construir un perfil de sí mismos que en ocasiones ha estado deteriorado por un sinfín de expectativas y mensajes en sus entornos negativos y paralizantes.

Es la hora para muchos alumnos y alumnas de comenzar  a mirarse de otra forma así mismos. Mirada confiada en sus posibilidades de cambio que les conduzca a sacar lo mejor de sus capacidades poniendo foco y atención en el logro de sus metas.

Es también una invitación al cambio de mirada y expectativa de padres y educadores. El cambio real de nuestros adolescentes se produce con la esperanza y el estímulo, no con la frustración y la desesperación ante las conductas de nuestros adolescentes.