¿Has enchufado esta mañana el móvil?¿la Tablet? ¿y tu flamante coche eléctrico super ecológico? Supongo que a alguna de estas preguntas habrás contestado que sí. Y es que es verdad, el mundo necesita baterías para todo. No se que haremos si un día nos llega el pulso solar ese que nos anuncian y volvemos de golpe a la era Pre industrial aunque creo que ya nos están preparando a base de hachazos a las libertades y derechos que creíamos consolidados, pero bueno, eso es otra historia. El caso es que desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos usando cacharros que necesitan pilas para hacer algo, aunque sea idiotizarnos más y más cada día. Enchufamos, gastamos y volvemos a enchufar sin que ni siquiera nos preguntemos cómo funcionan o de qué están hechas, sin saber que esas baterías contienen un mineral escaso y preciado, el Cobalto. Y resulta que unas cuantas de estas piedras sirven para hacer mover nuestro mundo puede que no sería exagerar si digo que valen más que el oro.
Cuentan que allá por la Edad Media, los Gnomos de la baja Sajonia, muy graciosos ellos, hicieron que el Cobalto se pareciese al cobre y así de paso podian dar gato por liebre al despistado. Pero ahí acaba la cosa, se parecen. El Cobalto es algo así como el doping de las baterías, tiene la cualidad de potenciar las propiedades de otros metales como el litio, que se ha vuelto el componente más usado en las baterías. Pero el Cobalto es muy raro y escaso y por caprichos del destino se encuentra en Sudáfrica y sobre todo en el Congo de donde de extrae más del 50% de la producción mundial. Justo allí donde los diamantes de Sangre de Di Caprio o el Coltán de los móviles, también es desgracia para los que sufren cada día de la explotación. Ya ves tu que casualidad, ¿verdad?.
Es injusto, lo que necesita todo el mundo está en Katanga donde unos gobiernos sin escrúpulos (más todavía que los nuestros, que ya es decir) son los que marcan el precio. Un precio altísimo porque saben que necesitamos de él, cada vez más. Esto es un verdadero abono para la explotación de todo aquél que pueda ser usado para sacar las piedras ¿Qué más dá si hablamos de hombres, mujeres, niños, animales o cosas?. Los inversores se dedican a esconderlo. Lo almacenan para aumentar más todavía su precio y sacar más partido porque todo el mundo lo codicia, al fin y al cabo la energía es lo que sostienen este mundo que nos ha tocado vivir.
Pero al final los que de verdad padecen la avaricia de este sistema son unos trabajadores que se parten el espinazo en unas minas peligrosas, sin luz, sin agua, sin ningún tipo de medidas de seguridad, trabajando de sol a sol en la oscuridad de la mina. A nadie le importa su salud ni sus vidas, tampoco las de sus esposas e hijos que pierden la infancia lavando las piedras que arrancan sus padres con sus vidas. Al final los explotadores saben que contra más baratos les resulten, mayor beneficio y es ahí donde nosotros, sin quererlo, entramos en el juego porque, por supuesto, si nos cuestan unos céntimos más baratas las baterías, mejor que mejor. Así funciona todo.
Una vez extraído el mineral se mete en sacos y empieza la segunda parte del abuso. Las mafias se encargan de venderlas a empresas que no preguntan nada, la mayor parte de ellas en China y son estas las que lo venden a su vez a TODAS las multinacionales que fabrican las baterías que nosotros compramos sin saber la sangre que tiñe esa pila que hace funcionar nuestro móvil todas las mañanas. Las multinacionales nos dicen que no pueden saber de donde viene el mineral, que no se puede seguir la trazabilidad y ahí acaba la historia a pesar de que Amnistía Internacional nos advierte una y otra vez de la muerte de mineros, de la explotación inhumana idéntica a la del Coltán que sufren en la zona… Pero claro, sólo importa que la Tablet funcione.
No, no voy a decir que nosotros seamos culpables (no del todo) de las muertes y del mercado negro pero no está de más saber que cada vez, cada día que enchufas el móvil, estás usando vidas ajenas.