Por Victor Fernández.Continuamos con la cobertura del Festival de Valladolid en su 66 edición. Conseguida en su atmosférica recreación del espacio y lo onírico, Clara Sola acaba creando un digno universo íntimo de liberación y misticismo. Quizá pesa sobre ella, eso sí, una visión demasiado reconocible en el panorama lírico-sensitivo del cine latinoamericano. La utilización del sonido como ambiente naturalista y opresivo (al estilo Lucrecia Martel), así como unos espacios claramente aislados que se convierten en fantasmales recursos para la soledad de sus personajes. No nos suena nada a nuevo, pero al menos está narrado con delicadeza y talento. La nueva cinta de Hernández camina por lo teatral, encajonando a sus personajes en espacios pequeños para hacer explotar la tensión y el conflicto maternofilial claramente tóxico que se respira entre ambas protagonistas. Es muy interesante el uso del espacio, así como las intenciones de puesta en escena que Hernández traza con las actrices y con una cámara que busca encuadres imposibles y exagerados para intentar transmitir todas las emociones. Con un melodrama algo exagerado en su tramo final, el gran problema de Las siamesas es no mantener una cordura cinematográfica, construyendo una película en base a distintos estilos y propuestas visuales que nunca llegan a crear un todo con sentido dentro de la narración. Es interesante, y cuenta con dos grandísimas actuaciones por parte de Rita Cortese y Valeria Lois, pero Hernández no parece tener claro de que manera acabar contando la historia que tiene entre manos. La particular y muy curiosa cinta de Edwin destaca por su sentimental homenaje al cine asiático de artes marciales, pero sin desdeñar en ningún momento una narrativa propia en la que el humor y la crítica patriarcal se dan la mano para contar una habitual y folletinesca historia de venganzas, amores y traiciones. Con un estilo conseguido, y con el riesgo de no llevar hasta el límite sus homenajes (la película no cae tanto en los combates como en una coherencia narrativa pendiente de sus personajes) La venganza es mía, todos los demás pagan en efectivo se constituye como una película de los más curiosa y sugestiva del festival, aunque nunca termine de explotar en su apartado más emocional.