Coches míticos de los 80 y 90: Seat 127

Por Juan Carlos Fernández

Iniciamos una nueva sección en el Retronostálgico destinada a los coches míticos de los 80 y los 90. Por supuesto, la primera entrada no podía estar dedicada a otro coche que no fuera el gran e icónico SEAT 127.

SEAT es una marca que está en el recuerdo colectivo de todos los nacidos en aquellas décadas (y en la de nuestros padres también, quizás aún más gracias al 600), y siempre recordaremos ciertos modelos que fueron especialmente populares por las carreteras en nuestra infancia y adolescencia. Uno de estos modelos (que yo al menos vinculo en gran medida con los 80) es el SEAT 127, aunque es cierto que su producción y comercialización se inició bastante antes.

El 127 comenzó a comercializarse en 1972 y en un principio fue pensando como un coche turismo de gama media-baja que sustituyese al SEAT 850, si bien pronto fue considerado como un coche coupé/deportivo gracias a sus prestaciones y rendimiento y ello a un precio económico. Pero es más, gracias a la creciente renta de los españoles en aquellos años fue incluso visto como el sustituto del polifacético SEAT 600, es decir, que el 127 llegó a las masas.

La trayectoria del 127 fue formidable. En los primeros seis meses de comercialización se vendieron unos 50.000 vehículos (lo cual para la época era una cifra fantástica) y a lo largo de toda su vida se comercializaron cerca de 1.400.000 unidades hasta que fue descatalogado como tal en el año 1982, cuando se rompieron los acuerdos comerciales entre SEAT y el grupo FIAT (y lo sustituyó el Fura).

Durante todo su camino comercial el 127 tuvo tres series y varios equipamientos y versiones, así como algunos (leves) cambios estéticos.

Primera etapa del 127: De 1972 a 1977

En la primera fase del 127 que transcurrió entre 1972 y 1977 el coche tuvo versiones de dos, tres y cuatro puertas (esta versión más tardía) y estéticamente el cambio más considerable que el modelo sufrió durante estos años fue el cambio de la calandra del denominado nido de abeja a la más moderna con el logo plateado de SEAT incorporado.

En cuanto a motorizaciones, únicamente se montó un motor de 903 centímetros cúbicos y 45 caballos de potencia. Algo más de variedad (aunque poca) tuvieron con los acabados, puesto que se realizaron dos terminaciones, la básica y la LS, correspondiente esta última a la gama alta del modelo.

Segunda etapa del 127: De 1977 a 1982

El 127 había madurado y su éxito era innegable, por lo que SEAT introdujo cambios estéticos y tecnológicos importantes en esta segunda etapa, pasando asimismo a aumentar las versiones disponibles.

Estéticamente incorporó parachoques plásticos en algunas versiones, renovó los faros, se bajó la altura del portón trasero y se fabricó una versión de cinco puertas, entre otras novedades.

En lo que a motor se refiere, se continuó en un principio con la motorización de 903 centímetros cúbicos y 45 caballos de potencia, aunque se adaptó posteriormente para consumir gasolina de 90 octanos. Finalmente se sacó un motor de 1.010 cc y 52 caballos de potencia, el cual permitía llegar a los 140 kilómetros por hora.

Finalmente, las versiones que se sacaron fueron muy numerosas, especialmente si las comparamos con las dos previas de la primera época. Ni más ni menos que seis versiones que iban desde la básica L a la tope CLX, en la cual se apreciaban detalles como pintura metalizada, llantas deportivas y asientos de terciopelo.

Tercera etapa del 127: 127 Fura

Lo que iba a ser la tercera y flamante serie del 127 (el 127 FURA) se quedó en un proyecto fallido, ya que el acuerdo de licencias que utilizaba SEAT con FIAT para producir y comercializar este modelo en España finalizó. No obstante, SEAT acabó comercializándolo únicamente con el nombre de FURA, suprimiendo la mítica denominación 127.

El FURA fue un buen sucesor del 127, aunque no tan icónico en mi opinión. Fue remodelado y adaptado a los nuevos tiempos, mejorando técnicamente y también estéticamente. Un modelo sin duda fiable que pronto dejó paso al SEAT Ibiza.

En fin, un gran coche de de nuestra niñez y de nuestras carreteras, el cual se hizo un hueco merecido en el podio de los coches míticos de los 80 y 90.