Este año, tampoco voy a ganar el NaNoWriMo. Por lo menos oficialmente…
Sólo lo he conseguido una vez, con “Te voy a llevar al huerto” (2012). El año pasado, con “Íncipits” , el breve thriller del asesino de las bibliotecas, acabé en unas 80 páginas . Para que fuera una novela más “imponente” pensé en alargar pasajes con más descriptivos y más recreación de escenarios, pero…la historia se rebeló contra su autora porque no hubo forma de ampliarla. El circulo estaba definitivamente cerrado y no llegué a las 50.000 palabras…
En esta ocasión, con “La increíble historia de un escritor sin historias”, me ha ocurrido exactamente lo contrario. No llegaré al objetivo de 50.000 palabras en un mes, pero estoy en casi 38.000 y en la mitad de la historia. Necesito más tiempo…
Extraoficialmente, siempre gano con el NaNoWriMo.
El auto-reto me obliga a buscar una historia, a esquematizarla y a escribirla. Lo que no hago por falta de tiempo y, también, por dispersión, entra en “Agenda” en el mes de noviembre. En definitiva, el NaNoWriMo me permite cocinar mi novela.
El pobre James Muller, el escritor protagonista con ínfulas de Stephen King de mi pseudo-novela, está ahora, guisándose a fuego lento. Pobrecillo… No encuentra nada de lo que escribir y , además, cree que le han insertado una batería ( o algo así) que hace que se descargue si no escribe. Ahora mismo, el tipo está fatal. Sé cuál será su destino porque la trama ya está configurada, aunque, admito, que puede haber alguna improvisación. Un poquito de sal y pimienta o una rectificación de vinagre…
No sé cuantas palabras tendrá “La increíble historia de un escritor sin historias”, pero ahí estoy, con el delantal puesto y la cuchara de madera. Y cocinando , gracias al NaNoWriMo… ; – )