Cocinar es fácil, o eso dicen (por Arantxa)

Por Imperfectas

No tengo maneras de cocinera. Se supone que en las mujeres es un don innato. Como la capacidad de ser madre. Así que empiezo a pensar que no debo ser una mujer al uso. Peor aún… todos tenemos la madre que mejor cocina del mundo, en concreto la que hace las mejores croquetas del mundo, o las más suculentas lentejas, o la más excelsa de las tortillas de patata, y resulta que soy madre y no cumplo esta máxima universal, este imperativo categórico doméstico.

Lo cierto es que encuentro muy poco estimulante el cocinar. Muchas de las mujeres que conozco mayores de 30 años han tratado de dejar epatado, al menos una vez en su vida, a un individuo del sexo opuesto con la clásica invitación a cenar. Por supuesto ella cocina y el caballero llevará el vino. Después de la gula, la nada inocente cocinera ya sabe que pecado toca… Pero volvamos al tema. Yo nunca lo he hecho, por temor a ahuyentar a la víctima o a tener que soportar el clásico “estaba rico”, con cara de circunstancias. Una mentira piadosa de esas que no soporto.

Mientras deshojo la margarita sobre si comprar o no la mágica Thermomix (le quitará el lado artesano y romántico a la cuestión, pero por lo que me cuentan es todo un invento), he pensado que es hora de mitigar mi ignorancia culinaria. Es mi asignatura pendiente. Empieza a avergonzarme, porque ellas (y ellos) se quedan sorprendidos ante mi desconocimiento en la materia, mi nulo interés, y es más, cuando, con osadía, admito que no me atrae la idea de andar entre fogones suelo causar cierto estupor.

Para frenar mi tara, ya tengo en mente hacerme con el libro “Escuela de cocina” del último gurú de la cocina, el británico Jamie Oliver. Un libro para aprendices, para principiantes. Jamie es un rubio simpático y tierno (a mi los rubios me inspiran más pensamientos domésticos que lascivos, desde jovencita), así que no cuesta nada imaginárselo entre cacerolas y sartenes. En mi nevera cuelga desde hace meses una receta suya arrancada de una revista de esas que devoro, tortilla con tomates cherry y albahaca, receta extra-fácil la llama él. Lo que ocurre es que siempre se me olvida comprar la dichosa albahaca. Lo admito, no tengo la hierba aromática en mi “fondo” de armario de cocina. Y en cuanto al libro, ¿también olvidaré comprarlo?.