Hacía tiempo, mucho tiempo, que no me revolvía en una butaca de cine deseando que se acabara una película. Increiblemente, eso me ha sucedido con Coco, una película que, de primeras, se presumiría amena y divertida. Una cinta de animación, orientada a los niños, con la música como uno de los temas centrales, con toques sobrenaturales... aparentementemente lo tiene todo para pasar una hora y media entretenidas. Y, sin embargo, me resultó tremendamente aburrida, y lo más curioso, tampoco noté que los niños que había en la sala se hubiesen pasado demasiado bien. Alguna risa aislada en un par de momento puntuales y ya.Tampoco digo que la película sea horrible, pero no consiguió engancharme en ningún momento, ni hacerme gracia alguna, además es escandalosamente previsible. Ni siquiera la música consiguió llamar mi atención. Realmente me parece de chiste que una de sus canciones se ha llevado una nominación a los Oscar (y ni siquiera es la que me ha perecido mejor de las que hay) y ya no digamos que se haya llevado el Globo de Oro y que, muy probablemente, se lleve también el Oscar a la Mejor Película de Animación.En fin, así funciona la acedemia, supongo que el hecho de representar la cultura y creencias mexicanas puede haber llamado la atención de los académicos y, de paso, servir para meterle la pajita en el ojo a Donald Trump y su política con sus vecinos del sur.Lo único que me ha parecido admirable en Coco ha sido su aspecto visual y su diseño de producción, muy cuidado, colorido, detallista, espectacular. Muy buen gusto.Nota: 4/10