Llevo mucho tiempo pensando si escribir esta entrada o no. Tengo muy claro que no conseguiré cambiar nada (tampoco lo pretendo) y probablemente me lloverán las críticas, pero me apetece soltar las conclusiones a las que he llegado después de un año en la red.
A principios de 2010 creé Devoradora de Libros. Era nueva en la blogosfera, pero no era nueva a la hora de opinar: mi experiencia escribiendo opiniones literarias se remonta al año 2006. ¿Qué quiero decir con esto? Dos cosas: primero, que cuando empecé con el blog desconocía que había editoriales que enviaban ejemplares a cambio de reseñas; y segundo, que no soy ninguna cría a la que le ha dado por los libros a raíz de Crepúsculo (que conste que me parece estupendo que la gente se enganche a la lectura con este libro y cree blogs para expresarse y compartir su perspectiva, pero eso no quita que para mí tenga más valor el punto de vista de una persona que lee desde siempre y va más allá de lo que dictan las modas).
Mi primera reacción al descubrir la existencia de las colaboraciones (con el término colaboración me refiero al envío de libros para reseñar por parte de una editorial o un escritor) fue la que hemos tenido todos: ¡qué bien, libros gratis por opinar! Cuando mi blog solo tenía cuatro meses empecé a contactar con algunas para preguntarles si sería posible que me enviaran libros para reseñar. Entonces solo recibí una respuesta afirmativa, pero con el paso del tiempo he obtenido unas cuantas más. Reconozco que, a pesar de lo que comentaré más abajo, no puedo quejarme: en los últimos meses he podido leer unas cuantas novedades que me apetecían sin pagar por ellas, y sé que si no fuera por la colaboración no lo habría podido hacer (entre otras cosas, porque normalmente espero a la edición de bolsillo).
Pero no es oro todo lo que reluce. Siempre he tenido claro que no me voy a vender por un libro y daré mi opinión con sus pros y sus contras independientemente de que me lo hayan enviado o lo haya comprado yo, pero por lo visto no todas las editoriales aceptan este método de trabajo: una me vetó hace meses porque mi reseña no fue positiva (aunque hubo gente que en los comentarios de la opinión dijo que de todos modos sentía interés por la novela —y con esto dejo caer otro tema importante, que lo que a uno le gusta a otro le puede parecer una porquería, y al revés—). Y ya no es que no me envíen más libros, es que ni siquiera me responden a los mails (muy poca profesionalidad por parte de un gran grupo editorial). Desde entonces sigo comprando novelas de este sello en su formato de bolsillo y me repito como el ajo recomendando libros suyos que me han gustado, como he hecho siempre, pero ellos han salido perdiendo porque lo que más les interesa promocionar son novedades.
Dicho esto, hablemos ahora de los tipos de colaboraciones. Para mí hay dos:
- Cuando soy yo quien contacta directamente con la editorial porque me interesa un libro en concreto e incluso me plantearía comprarlo en caso de que no aceptaran. Si la colaboración sigue adelante, estupendo: yo gano porque puedo leer el libro sin pagarlo, y ellos ganan en publicidad porque la novela aparecerá en el blog. Aprovecho para introducir el concepto del intercambio: el libro que te envían NO es un regalo; leerlo y reseñarlo lleva su tiempo y esfuerzo, y el simple hecho de aparecer en un blog conlleva publicidad. Yo lo considero un trabajo que se ve compensado por el interés de ambas partes.
- Cuando una editorial o, más frecuentemente, un escritor, contacta conmigo para pedirme que lea su novela y hable de ella en mi blog. Si por las casualidades de la vida el libro estuviera en mi punto de mira desde antes, perfecto, estaríamos en el caso anterior. Pero como no suele ser así, entramos en terrenos pantanosos…
Hablando claro: hay gente que le echa un morro alucinante. Puedo contaros el caso de una escritora que me pidió mi dirección para enviarme su libro (esa es otra, algunos te entran a saco, sin ni siquiera preguntarte si te interesaría o hablarte un poquito de la obra) y, como le contesté educadamente que no me interesaba, me puso verde en Facebook diciendo que mi blog no valía la pena porque nunca tenía tiempo para leer, que discriminaba algunos géneros y que incluso podía ser una homófoba (¿?). Ahora viene lo bueno: el libro en cuestión era de poesía, ¡¿cuándo habéis visto que yo hable de poesía en el blog?! De veras entiendo que para un escritor novel que no cuenta con el apoyo de un grupo grande sea difícil darse a conocer, pero eso no justifica en ningún caso los malos modos ni la excesiva insistencia para que hablen de ti en un espacio. Después de esta experiencia escribí el apartado de la parte superior ‘Nota para editoriales y escritores’ en el que quise dejar claro que solo leeré aquello que vaya con mis gustos y me interese (aunque eso no quiere decir que desprecie lo demás, ni muchísimo menos).
Desde entonces he recibido bastantes peticiones del estilo y por fortuna la mayoría son de gente educada, aunque veo actitudes que siguen sin gustarme. Por ejemplo, en diciembre pedí el voto a mis seguidores de Facebook para el concurso Libros y Literatura y hubo un hombre que me dijo que me votaba a cambio de que yo leyera su novela cuando estuviera publicada. ¿Perdón? ¿Me va a comparar el esfuerzo de hacer un click —y nadie le obligaba a ello— con leer una novela, reseñarla y publicitarla en el blog? Que igual es maravillosa, oye, pero entre las novelas autopublicadas y de editoriales pequeñas también hay muchas cosas cutres, no nos vamos a engañar. Pedí el voto a mis seguidores porque se supone que conocen el blog, les gusta y, por ende, podrían apoyarme en los concursos. Me agregaron porque quisieron, nunca jamás envío solicitudes de amistad a desconocidos. Pero en fin, el tema de Facebook daría para otra entrada, porque entre las etiquetas a fotos que no tienen nada que ver con los libros (con el consiguiente bombardeo de mensajes en el correo) y las publicaciones en MI muro para publicitarse descaradamente me tienen harta. Los eventos y los mensajes están para algo.
Volviendo al tema de las colaboraciones, el blog ha crecido y cada vez recibo más correos con propuestas. En diciembre, sin ir más lejos, recibí cuatro en dos semanas, de las que acepté solamente dos (las únicas que he aceptado en todo este tiempo). Con esto quiero hacer una pequeña reflexión: si las hubiera aceptado todas, habrían supuesto mis lecturas de un mes entero, y no eran libros que tuviera la intención de comprar. ¿Qué pasaría con los libros que de verdad me apetecen? Quedarían relegados a un eterno segundo plano, porque las peticiones siguen y mi conciencia me hace dar prioridad a los libros que me envían. No, no estoy dispuesta a hacer esto. Leo porque me gusta y, mientras nadie me pague por leer, seguiré así. Me alegra que mi blog guste, estoy muy agradecida por las palabras que me dedica la gente en comentarios y correos, pero no puedo (ni quiero) leerlo todo. Sé que hay blogs que lo aceptan todo, incluso blogs más grandes que el mío, pero en el intercambio tienen que salir ganando las dos partes, y en el 95% de las peticiones que he recibido mi parte no me aportaba nada porque eran libros que no me interesaban, en algunos casos ni siquiera de los géneros que me van (esa es otra: poca vista a la hora de elegir qué blogs te conviene que reseñen tu obra). Quiero que los escritores entiendan que el bloguero no gana nada por leer su libro y hablar de ellos en el blog (al contrario, le supone un trabajo); en cambio, ellos pueden conseguir ventas y popularidad.
En relación con lo anterior, llevo mucho tiempo pensando en cobrar por las reseñas (por las que me piden, se entiende, obviamente no voy a pedir dinero a una editorial si soy yo quien solicita un ejemplar). Leer un libro (leerlo de verdad, con el sonido de las palabras en tu cabeza, apreciando los matices) lleva su tiempo; escribir una reseña (sé que nadie me obliga a hacer reseñas largas y completas, pero esta es mi manera de hacer las cosas) lleva su tiempo; el simple hecho de aparecer en un blog con un buen tráfico de visitas es publicidad. ¿Qué tenemos? Trabajo y publicidad, dos cosas que en otros ámbitos se pagan, mucho o poco, pero se pagan. ¿Verdad que pagarían para poner un anuncio en una página web? Pues con los blogs lo mismo, porque además tu opinión influye en los lectores y realmente puede aumentar el número de ventas (he recibido bastantes comentarios y mails que dicen que leyeron X libro gracias a mí o me piden recomendaciones, y supongo que a varios blogueros os ha pasado lo mismo). Hace un tiempo la gente se guiaba por la sinopsis de la contraportada y compraba a ciegas, pero ahora se buscan opiniones en Internet y lo primero que aparece en Google son blogs, blogs y más blogs. Se ha hablado del fenómeno en la tele, en la radio… A Zafón y a Murakami no les hacen falta reseñas, pero pensad por ejemplo en editoriales pequeñas o autores autopublicados: ¿os sonarían si no fuera porque habéis leído algo sobre ellos en los blogs?
Y ahora es cuando suelto la bomba: creo que somos tontos al hacer tanta publicidad gratuita. Las editoriales venden gracias a nuestras reseñas, ¿y qué recibimos nosotros a cambio? Nada. Como mucho, un libro, pero con un libro no se pagan las facturas y considero que el tiempo invertido en leerlo y reseñarlo tendría que verse recompensado (repito: cuando es la editorial o el escritor quien te pide que lo leas). ¿Verdad que a nadie se le ocurriría ponerse a trabajar en una fábrica por amor al arte? Pues esto es lo mismo. El problema es que a los españoles nos encanta que nos regalen cosas, aunque no nos interesen. Esta campaña que corre por la red últimamente de leerse un libro en 24 horas me parece muy heavy, por ejemplo. La gente se pelea para conseguir el libro gratis y leerlo de mala manera; no se dan cuenta de que la única que gana es la editorial, que tendrá un buen puñado de reseñas de golpe y de este modo se asegurará que la gente lo conozca. De todos modos, creo que a menudo la política de promoción de las editoriales deja bastante que desear, deberían tener más criterio y escoger mejor a quiénes envían los ejemplares. Cosas tan sencillas como fijarse en si el género del libro va acorde con el blog en cuestión, si la persona que está detrás escribirá una reseña en condiciones, si la gente suele tener en cuenta la opinión de ese blog, etc. Desde mi punto de vista, sería mucho más eficaz pagar a unos pocos (de los buenos) en lugar de bombardear la blogosfera a lo bestia.
Que sí, que soy la primera a la que le hizo ilusión que le enviaran libros… Pero cuando llevéis un tiempo veréis que no es oro todo lo que reluce (al menos si os lo tomáis en serio, es decir, que os leéis el libro de verdad y escribís la reseña). Cuando actualice la ‘Nota para editoriales y escritores’ expondré claramente que si alguien desea que hable de su libro tendrá que pagarme por el trabajo y la publicidad (salvo libros que me interesen, que ya digo, un 5% y ni eso). Sé que nadie me pagará, no cuando hay cientos de blogs que lo hacen gratis, pero yo me siento mejor dejando las cosas claras y acorde con lo que pienso. Y si los autores se enfurruñan, el problema es suyo y solo suyo. Además, y lo siento si soy prepotente, pero para mí no es lo mismo un blog que lo acepta todo (y a todo le da como mínimo tres estrellas, qué casualidad), que uno que elige adecuadamente lo que quiere leer y reseñar. Igual a un recién llegado se la cuelan, pero basta seguirlos un poco para ver de qué pie cojean. Yo quiero que mi blog tenga credibilidad, criterio y categoría. Me gusta hacer las cosas bien.
Por último, me gustaría comentar que cuando saqué este tema en Facebook alguien me dijo que no todo en la vida debe hacerse para ganar dinero, que los blogs se hacen para promocionar la literatura y no para lucrarse. Bien, creo que nadie puede dudar de mi voluntad para contagiar el amor por los libros sin ninguna remuneración económica (además del blog, escribo en un diario sin ganar ni un duro, y el banner de publicidad me da poco más de un euro al mes), pero ahí también entran las circunstancias de cada uno: soy estudiante y no tengo trabajo. Los empleos que busco son los típicos de dependienta, reponedora, promotora, etc., no tengo enchufe en ninguna parte y la cosa está muy mal. Con la dedicación que le pongo al blog y porque, para qué engañarnos, pienso que esto se me da bien, ¿por qué no voy a intentar conseguir algo con mis opiniones? Y ya no lo digo por lo de cobrar por las reseñas (que me da risa hasta a mí): me encantaría trabajar como lectora de manuscritos para editoriales, o bien como redactora de alguna publicación (cobrando, claro). Sé que es dificilísimo, y más con el panorama actual, pero el blog es mi único medio para darme a conocer y mostrar lo que sé hacer. Tal vez si tuviera trabajo no le daría tantas vueltas a esto, mas no lo tengo y es lo que hay.
Y nada, eso. Sé que esta entrada no cambia las cosas, que seguiré con las colaboraciones que yo quiera y que los blogueros no compartirán mi punto de vista en relación con la publicidad gratuita (compartirlo no significa decir que están de acuerdo con un comentario, sino ponerlo en práctica en sus blogs), pero me apetecía expresar lo que pienso y, por una vez, ser políticamente incorrecta.