Colaborando con el presidente Rajoy (II)

Publicado el 05 diciembre 2011 por Helenamadox
Apreciado señor presidente,
quiero seguir ayudando en lo que pueda. Ya sabe, arrimando el hombro para que podamos salir airosos de… bueno, la realidad es que usted deberá gobernar y a mí me gusta meterme donde no me llaman. Por eso hoy quiero ofrecerle una idea que me lleva rondando desde hace varias semanas y, de paso, me echa usted una mano.
Ya he explicado en alguna ocasión que tengo un amigo, un profesor de filosofía, y que me gusta hablar con él porque siempre me ofrece alguna idea –aunque no todas aprovechables y a veces se pone algo pesado-. Centrémonos: hemos hablado varias veces él y yo de la publicidad y de su lugar en la democracia. Me explico. Hoy en día, cuando hablamos de publicidad, entendemos algo muy distinto de lo que significó mucho tiempo atrás: hoy significa vender. Pero dice mi amigo que la publicidad era uno de los pilares de la democracia originaria y que ahora debería seguir siéndolo -perdónele, es un poco ingenuo-. Los ciudadanos tenemos derecho a tener la información y a votar en consecuencia, ése es un principio inviolable, dice. Según él, la democracia considera a los ciudadanos personas con criterio y responsables, es decir, que no necesitamos ser tutelados por ningún iluminado, pero añade que ese principio inviolable está hecho un guiñapo. Bueno, usted ya lo sabrá e incluso es posible que haya colaborado a que sea así –por supuesto, supongo que tendrá buenas razones y espero que no se lo tome a mal, pero lo hechos no parecen demostrar otra cosa.
Usted decidió hacer una campaña en la que no se explicaba nada en absoluto y debo reconocer que fue una buena táctica. ¿Para qué admitir preguntas en las ruedas de prensa durante la campaña electoral? ¿Para qué explicar las medidas que pondrá en práctica una vez gobierne? ¿Para qué especificar qué es "lo que tenemos que hacer"? Algún aprendiz a político, en su partido, se hizo un buen lío con esta cuestión, ¿se acuerda? En fin, usted sabía que iba a ganar y que no necesitaba decir nada más. Seguro que pensó: entre los votos de los que me quieren y los votos de los que no quieren al "otro", esto ya está hecho. A veces, los votantes somos así cuando nos tocan el BMW: entusiastas hooligans que no vemos más allá de la siguiente cerveza; después, si se da el caso, ya nos arrepentiremos.
Ahora, después de ganar las elecciones, continúa usted sin explicar nada de nada. Todo el mundo da por hecho qué es lo que hará, pero usted no se digna en explicar nada. Tiene a sus colaboradores –los otros, lo que cobran por hacer lo que usted diga, no yo- que van lanzando discursillos sin ninguna sustancia y usted, mientras tanto, "trabajando en su despacho". Pero, dice mi amigo, ¿no es también parte de su trabajo informarnos de lo que se nos viene encima? ¿No es usted un servidor público elegido para "hacer lo que tenga que hacer"? Pues si le "hemos" elegido y usted es un servidor público interino, no le queda más remedio que cumplir con las obligaciones del cargo -aquí reconozco que mi amigo se ha estado un pelín agresivo.
Mi consejo sería: Díganos algo. No es necesario que nos diga la verdad, que ya sé que a usted le cuesta un poco, con que nos diga alguna mentirijilla ya será suficiente. También nos puede vender alguna otra reforma "necesaria" o nos puede iluminar con los beneficios del mercado y el bienestar de los bancos. Díganos algo y así mi amigo, el profesor de filosofía, cambiará de tema y no volverá con lo de la publicidad y la democracia. Gracias.El Asombrado Mirón, una visión sobre la actualidad política y social, una manera crítica de interpretar la realidad.