#coladordores CAPÍTULO 13: Son las pequeñas cosas
by El Rincón de Ika · Published diciembre 4, 2016 · Updated diciembre 3, 2016
La familia iba ampliándose y mis iaios haciéndose mayores. Fue a partir de la pubertad cuando la última prima/hermana, hasta aquel momento, fue adquiriendo protagonismo en mi vida. La pequeña de ‘los isleños’ llegó cinco años después de su hermana y de mí. La diferencia de años no permitió que nos conociéramos antes de poder hablar el mismo idioma. Ella tampoco ha tenido una vida fácil, aunque ha sido mucho más inteligente emocionalmente que yo y ha logrado resolver sus carencias con un juicio más sano que el mío. A los pocos años de volverse de la Isla, mis dos primas perdieron a su padre y quedaron al cuidado de una madre, débil a priori, pero que hasta que ellas pudieron tomar las riendas de su vida resolvió todas las incógnitas de su crecimiento, haciéndolas más fuertes, aunque más mimadas, con el paso del tiempo.
Es necesario que te cuente algo más de mis iaios para que entiendas todo mi recorrido y poder compartir contigo mis inquietudes. De pequeña tuve dos padres y dos madres, ya que mis iaios nos cuidaban mientras nuestros jóvenes padres tenían que trabajar de sol a sol para lograrnos un porvenir. Crecer junto a mis abuelos, muchos de vosotros me entenderéis perfectamente, otorga un añadido a tus valores. Son una generación anterior, han vivido otra realidad, en este caso la Guerra Civil Española, la pobreza de la postguerra y la marea de la transición. Ellos se sentían identificados con la corriente franquista, sin embargo eso no fue un inconveniente para que crecieran socialmente con el mundo que les tocó vivir.
Por su lado, mi iaio era un corazón con piernas. Tenía menor capacidad de aprendizaje que su mujer durante más de 50 años, sin embargo su bondad compensaba cualquier defecto o carencia. Además era un hombre, que a pesar de haber sido educado bajo los valores de la familia tradicional, con sus hijas mostró que las normas que parecen inamovibles sólo son meros prejuicios que sirven para abrir camino al nuevo mundo. Para conocer un poquito más de él, os contaré una anécdota que se repetía día tras día en casa de mis iaios. Mi abuela le mandaba a hacer la compra, desde que se jubiló sus funciones eran quitar el polvo y hacer las compras. Había dos ultramarinos en el barrio, uno muy cerca del otro, pero a mi iaia le gustaba más el género de uno de ellos. Pues cuando había tachado de la lista todas las demandas, la ampliaba con cosas que no eran necesarias. Cuándo mi iaia se ponía como una energúmena por derrochar sin necesidad, él respondía…”Nena, paso por la tienda de los dos, me saludan al verme, ¿cómo no voy a comprar algo?”.
Ambos nos regalaron durante toda nuestra vida conceptos bajo los que vivimos actualmente y de los que destacaría la unión familiar, nuestra gran riqueza. Ellos nos abandonaron con ocho años de diferencia, aunque podría decir que lo hicieron a la vez, porque esa casi década significó la decadencia de mi iaia. Sin su Nene estaba coja, sorda y ciega.
FOTO: Wikipedia
Haciéndonos eco de esa gran lección sobre la familia, hubo un momento en nuestras vidas que las cuatro nietas de la familia se convirtieron en la prolongación de la otra….aportamos cada una lo que teníamos a mano para ayudar a la que lo necesitaba. Durante unos años, nos turnamos para pasar por días, temporadas, incluso meses duros. Cada una de ellas me regalaba algo que me hiciera más fuerte para superarme, aunque nunca era suficiente, otro de los defectos de mi personalidad. Tan fuerte fue la unión que instauramos en nuestra madura adolescencia que en la edad adulta seguimos siendo cuatro partes que conforman un Todo. Hoy se han unido las dos pequeñas, con las que la relación es más protectora pero que si no estuvieran dejarían coja la figura que mis iaios nos dejaron como herencia, la mejor que podía haber soñado cuando mientras crecía me regañaban o me sermoneaban sobre aburridos conceptos de la unión para una niña.
Aunque la pena muchos días me persigue, porque hay parte del embrión sembrado por las dos mejores personas que he conocido se descolgó de la cuerda por el camino, el mayor orgullo del que puedo presumir es del insuperable empuje, cuidado y alegría que nos enseñaron a compartir y a darle prioridad ante todo. Lo mejor que he tenido, tengo y sé que tendré es mi familia…
¿La pequeña? no sabe hablar, ni escribir, poco andar así que imaginad jugar….pero una sonrisa, una carcajada, un intento de decir Tita, una lágrima derramada por seguir en mis brazos, que me vea y su rostro se invada de felicidad…todas esas pequeñas cosas suponen un chute de energía para mejorar el mecanismo de mi sistema emocional.
Son dos seres especiales, incluso objetivamente, y he tenido la suerte de ser parte importante de sus vidas.
Durante meses han sido mi razón de vivir. Afortunadamente, apoyándome en el amor que siento por ellas he encontrado otros motivos por los que no decir adiós.
Es increíble como en momentos desconsolados, son las pequeñas cosas, y las pequeñas personas, las que te echan un cable para dar sentido a lo grande, a lo efímero o, simplemente, a ti misma.
Para completar el puzzle de mi Todo, sólo me faltará hablaros de la otra parte de mi mundo imprescindible y que se han convertido, durante experiencias, desencuentros, lágrimas y diversión en mi otra familia, la que yo he elegido, con la que no fue la suerte la que decidió nuestro encuentro sino la incondicionalidad: mis amigos.
Mensaje
Oscuras golondrinas
Y hay más. El mismo esfuerzo hace el cielo en dibujarse de amarillo o de niebla, pero no son las mismas noches las que acompañan a uno y otro color.
Después llegan las nubes y te encargas de vestirlas, de lágrimas, te empeñas, te ofuscas. Pero no te cierras. Y así ellas se desnudan, cuando tú no lo esperabas, y se enamoran del sol que asoma cabizbajo, pero asoma. Y le miras, le sonríes, y empiezas a entender la belleza de una niebla que envolvió tus manos enseñándote que no siempre son los rayos los que afloran en tu rostro, que sí son las comisuras de tus canas las que abren el día y oxigenan el presente.
Porque cuando se cierra una puerta tú abres las ventanas de tu alma y desnudas, como si fueran nieblas, las oscuras golondrinas que volaron tu
Junio de 2016
María en la Luna