Esta preparación puede ser modificada desde una versión más simple y austera, hasta una menos rústica y más elegante. Ya vas a ver...
Elegí unas 3 ó 4 berenjenas (del color que más te gusten; o de las que consigas lindas en la verdulería) y cortalas en sentido longitudinal como si fueras a preparar milanesas. Dejalas ni muy finitas ni muy gruesas y lo más parejas posibles, así se cocinan todas juntas y al mismo tiempo. Podés o no quitarles la cáscara (todo depende de tu resistencia a la berenjena: si no te cae muy bien, las pelás; si no te caen mal, las dejás con piel. Y listo...).En una cacerola ponelas a hervir (sólo hasta que pierdan la dureza natural), intercalando una capa gruesa de fetas de berenjena con una lluviecita de sal gruesa. ¡Atención. A no pasarse con la sal porque quedarán muy saladas, volviéndose incomibles! Una vez que perdieron la dureza natural, colalas y dejalas enfriar.
Aparte, picá 4 echalotes (tenés cebolla: que sea una mediana o grande, según tu gusto; tenés puerro: usá 3 ó 4 de ellos; tenés ciboulette, poné un puñado a gusto; hay morrón: incorporá un pedazo, cortado en cuadraditos pequeños) y rehogalos en 1 cucharada de aceite neutro (girasol o maíz). Condimentá con sal, pimienta, tomillo y orégano.
Mientras tanto, en un bol vamos a preparar el ligue: colocá 1 huevo de granja y 1 taza de leche. Con batidor de alambre, integrá bien los dos elementos y añadí 1 taza de harina leudante (si querés, podés reemplazar 1/2 taza por almidón de maíz; hará que quede con un efecto más ligero).
Advertencia: Las medidas son relativas porque se hacen más a ojo que con tanto detalle. Lo que tenés que lograr es que quede una pasta-masa parecida a la que se usa para hacer panqueques o waffles (una consistencia cremosa espesa).
Agregá 1 taza de queso - rallado o en hebras - sabroso (quedan muy bien los quesos provolone, reggianito, gruyere, queso azul... En definitiva: quesos con personalidad y presencia). Condimentá con pimienta, nuez moscada, orégano y tomillo (no uses sal porque las berenjenas ya están saladas y los quesos también). Añadí los echalotes (o cualquiera de sus parientes de distinta nacionalidad y ascendencia) y las berenjenas que tenías cocidas. Con una cuchara integrá toda la preparación y volcala sobre un molde de cocina al que, previamente, le aplicaste rocío vegetal.
Cociná hasta que solidifique y se dore. La cubierta exterior estará semicrocante y el interior quedará algo cremoso.
Al comienzo te dije que puede tener variante más o menos elegante. Bueno, puede hacerse con una base de masa de tarta (ver entrada Acercándonos a la cocina con pequeñas tartas para toda ocasión). Luego de cocinarla hasta dorarse ligeramente en el horno, rellenala con la preparación de berenjenas y ligue, espolvoreá una lluvia de aceitunas cortadas en mitades y más queso rallado o mozarella en hebras (aceitunas, queso y berenjenas hacen una combinación perfecta). Cociná hasta que el queso se derrita y quede doradito.
¡Y a disfrutar de las ventajas y beneficios de comer berenjenas (antioxidantes, diuréticas, bajas en calorías...)! ¡Bon appétit!