Tras el pequeño alto en el que camino que supuso la anterior reseña, nos adentramos de lleno en la etapa orquestada por Fabian Nicieza al frente de los Thunderbolts. El autor de origen argentino sigue apostando por aquellos elementos que han hecho de esta colección una de las más importantes de su tiempo: el desarrollo de los personajes, la continuidad y la construcción de una historia-río interminable. Gracias a ello, consigue alcanzar el medio centenar de entregas, superarlo y continuar con un ritmo frenético, transmitiendo la sensación de que cualquier cosa es posible en las páginas de la cabecera protagonizada por Los Más Buscados del Universo Marvel.
A pesar de que todos los acontecimientos que ocurren en este volumen se desarrollan de manera serializada, podríamos dividirlo en dos partes claramente diferenciadas. En la primera de ellas, tenemos el punto y final al misterio que rodea al origen de Piedra Lunar, estableciendo un nexo de unión con Maximum Security. Esto se produce de manera tangencial, porque como ocurriera en el anterior recopilatorio, Nicieza solo utiliza la saga como escenario de fondo, para trasladarnos al planeta Titán, donde tendremos interesantes revelaciones de carácter cósmico. A su vez, la línea argumental que tiene como protagonistas a Ogro, Tecno, Atlas y Azote continúa hasta alcanzar su cenit, demostrando una vez más que en esta colección puede suceder cualquier cosa. Y es que desde que Busiek revelara que los Thunderbolts no eran más que una tapadera que acogía a los Amos del Mal, una de las principales características de esta serie es la de intentar mantener el nivel de sorpresa en todo momento. Nicieza había tomado buena nota de ello y, desde su llegada, está dispuesto a mantener ese aspecto a cualquier precio. De ese modo, cuando conocemos quien se oculta tras la máscara de Azote no podemos hacer otra cosa que contener el aliento. El guionista juega con el suspense hasta última instancia para que, cuando la solución al enigma se muestre ante nuestros ojos, no podamos hacer otra cosa que quedarnos estupefactos. Aunque no revelaré la identidad por razones obvias, baste decir que la elección de Nicieza está en consonancia con el tema central de esta colección, y utiliza de manera muy interesante esa herramienta que tantos autores actuales no han sabido manejar como debieran: la continuidad.
La cantidad de tramas que se desarrollan de manera simultánea es abrumadora. Prácticamente tenemos la sensación de estar en multitud de sitios a la vez, haciéndonos tomar consciencia de aquello que en su día se consideró magia Marvel. Auténticos ecos del pasado cobran vida en los primeros compases de un incipiente siglo, el cual está destinado a ser el enésimo capítulo evolutivo del género, gracias al explotado decompressive storytelling, un recurso narrativo que puede llegar a ser tan útil como insuficiente. Nada de esto es necesario en una colección que parte de un concepto tan básico como la redención de villano o la posibilidad de que el enemigo más peligroso se encuentre infiltrado entre nosotros, pero que no está carente de una interesante reflexión. Aunque su principal función es la de entretener, con un puñado de tebeos que abrazan el género con todas sus fuerzas, es capaz de hacernos sentir una espiral de emociones, quedando patente que sin grandes pretensiones también se pueden crear muy buenos cómics.
Conspiraciones políticas, regresos inesperados, recuperaciones de personajes olvidados y un sinfín de tramas que acaban confluyendo en el número cincuenta de la colección, dando lugar a un punto de inflexión importante dentro de la vida de Los Más Buscados. Ese es el punto elegido por Nicieza para tomar un poco de aire, retomando de nuevo el hilo conductor de otros argumentos que vuelven a ofrecer en un amplio abanico de posibilidades. Si hasta el momento hemos tenido el foco de atención centrado en la redención, el guionista sigue el camino de la coherencia evolutiva para intentar explorar que sucede cuando se ha conseguido aquello que tanto se anhela. Es decir, ¿podrían estos redentores vivir una vida normal, tras conseguir el perdón presidencial? Mientras tanto, en el grupo tiene lugar un cambio de guardia, con la llegada de nuevos integrantes. Con esta premisa tan interesante, Nicieza aborda la segunda parte del tomo en la que los Thunderbolts tendrán que vérselas con pesos pesados como el Dr. Muerte o Gravitón. Pero los cambios siempre son duros al principio, por lo que nuestros protagonistas deberán afrontar la complicada prueba que supone ser una persona normal y corriente, cuya vida está alejada del sensacionalismo del superhéroe, aunque como en su caso concreto hayan sido unos prófugos de la justicia.
En esta nueva etapa en sus vidas contarán con el apoyo de invitados de excepción como Genis-Vell o el Capitán América. El primero sabe por experiencia propia lo que supone dar un giro radical a su vida. El segundo, por el contrario, es a ojos de todos el icono de la perfección y un ejemplo para cualquiera que se quiera dedicar al negocio de salvar vidas. Tampoco pueden faltar los Vengadores, cuyos caminos parecen estar entrelazados indefinidamente, aunque sea de forma testimonial. Tampoco faltará la presencia del Batallón V, ofreciendo el contrapunto conspiranoico, que obtendría su propio título por aquella época, junto al regreso de Ciudadano V, en una encarnación que presenta ciertas similitudes con el concepto inicial del grupo. Otro elemento indispensable son las invasiones alienígenas, como en cualquier buena historia marvelita que se precie, junto a la recuperación de un personaje nacido en un concurso organizado por la Casa de las Ideas allá por la década de los setenta, retomando ese tono a caballo entre lo clásico y lo moderno, que siempre debe estar presente en esta colección.
En el apartado gráfico, tenemos la despedida por capítulos de Mark Bagley, que se ha mantenido al pie del cañón durante más de cuarenta números. Su marcha se produce de manera intermitente, dando la sensación de que les ha cogido el suficiente cariño a estos personajes como para irse de una forma permanente. Su próximo destino es la cabecera de cierto Trepamuros definitivo, en compañía del calvo de Cleveland; juntos darán forma a una de las mejores colecciones del nuevo siglo dentro del género. El sustituto de Bagley es Patrick Zircher, que coincidió anteriormente con Nicieza en los Nuevos Guerreros y que gracias a la solidez de su trabajo, nos hace olvidar rápidamente a su predecesor.
Los Thunderbolts comienzan un nuevo capítulo de sus vidas, acompañados de un renovado equipo creativo, para afrontar diferentes desafíos y vivir nuevas aventuras. El entretenimiento está asegurado, ofreciendo una panoplia de sensaciones como si de una montaña rusa se tratara. Todo es posible en una colección en la que la justicia se administra a la velocidad del rayo; cuidado con la tormenta.