En 1999 fui a visitar el magnífico Palacio Ducal de Gubbio, joya del Quatroccento que había pertenecido a Federico de Montefeltro, Duque de Urbino. Allí en sus frías y vacías salas se exponía parte de "La colección Panza di Biumo", con obras pertenecientes a los años ochenta y noventa.
Cuadros monocromáticos impregnaban las paredes en diversos formatos, y cada artista tenia un espacio reservado para relumbrar. Podías encontrar la simplicidad y armonía de los cuadros de Ettori Spalletti, los monocromos metálicos de David Simpson, los cuadros geométricos de Ford Beckman o unos pequeños cubos de Stuart Arends que atrajeron mi atención por su pequeño tamaño, pintados en diversos colores y colocados en una inmensa pared donde parecía que la obra se perdía.
Panza en su libro Memories of a Collector dice que la obra de este artista de tremenda imaginación y sensibilidad no tiene ideología detrás, la única razón es la belleza de la composición y de los colores. Hay veces que se agradece la simple contemplación estética sin pensar que te estas perdiendo algo mucho más complejo que el artista está expresando y tu no llegas a alcanzar.
En Septiembre de 2012 pude visitar en Varese cerca de Milán el maravilloso palacio "Villa Menaflogio" la que fuera residencia hasta su muerte de uno de los grandes coleccionistas de arte contemporáneo de la historia, Giuseppe Panza. Su viuda Giovanna, su gran amor y con la que compartió su afición por el arte sigue viviendo allí. Su pasión y sus inquietudes abarcaban muchos campos, era un apasionado del arte pero también de la filosofía, la astronomía o la biología. La filosofía está muy presente en la elección de todas sus obras. Era un afirmador de la vida que no detuvo su búsqueda de la verdad.
Foto Camilayelarte
El primer cuadro que compró para su colección fue adquirido en 1956 y fue un Tápies, del cuál le atrajo el pesimismo que desprendía hacia la vida producto del trauma social y convulsiones políticas vividas después de la Segunda Guerra Mundial y que a él también le afectaba profundamente.
En una época en la que Europa no miraba hacia el arte americano, él comenzó a coleccionarlo donde el ambiente era mucho más vital y los precios más asequibles. A finales de los años 50 comienza a comprar la espiritualidad de Rothko, la cotidianidad como forma conceptual de expresión de Rauschenbergs, la eternidad de Kline... Y ya en los años 60 se dirige hacia el arte en pura esencia, despojándolo de todo lo que sobra, adquiriendo arte minimal y arte conceptual añadiendo a su colección artistas como Donald Judd, Dan Flavin, Richard Serra, Bruce Nauman o Robert Morris. También dirige su interés por el pop art con piezas de Lichtenstein, Oldenburg o Rosenquist entre otros hasta completar una colección que sobrepasa las 2500 obras donde se puede ver representadas todas las vanguardias de la segunda mitad del s XX.
Foto: Camilayelarte
Aunque la mayor parte de su colección fue adquirida por el Museo de Arte Contemporáneo de los Angeles y el Guggenheim de Nueva York, en "Villa Menaflogio" se puede visitar su colección permanente. Lo más fascinante es una zona repleta se salas cada una de ellas dedicada a una instalación de Dan Flavin, es el espacio permanente más extenso que he visto dedicado a este artista. En un silencio absoluto ibas recorriendo el pasillo al cual acudían las luces de las diferentes habitaciones. Entrabas en un estado místico de intensa contemplación. Como también fueron magníficas las obras de James Turrell que modificando el ambiente consiguen engañar tus sentidos, jugando con el espacio, la luz y nuestras percepciones. David Simpson, Max Cole, Fredenthal, Charlton, Beckman conviven con una de las mejores colecciones de arte africano y precolombino en este maravilloso palacio del s XVIII.
Foto Camilayelarte