Colecho forzoso

Por José Mª Ruiz Garrido @laparejadegolpe

Hace dos meses nos mudamos a una casa nueva. Una casa más grande. Los padawanes se han acostumbrado muy rápido al nuevo hogar, más incluso que la Maestra-Jedi y yo. Su habitación está al lado de la nuestra, y su cuarto de juegos en una habitación aparte es una de las mejores ideas que hemos tenido. También nos mudamos a una cama nueva, un poco más grande, pero creo que en ese tema nos quedamos cortos.

Desde muy pequeños duermen perfectamente en sus cunas primero, y en sus camitas más tarde. Y como todo tratándose de niños, el tema de dormir va por rachas, aunque normalmente las noches suelen ser tranquilas. Suelen. A veces. De vez en cuando. Últimamente menos. La mitad de las noches acabamos con alguno de los dos padawanes durmiendo con nosotros. O con los dos. A veces es sólo momentáneo, y al rato los llevamos de vuelta a su cama, pero otras nos amanece con alguna rodilla clavada en las costillas, o arrinconado en el borde del colchón.

Aún así, me encanta dormir con ellos. Por apego, por ternura, por hijitis, o simplemente por gusto. En casa no hemos sido de colecho, pero un buen sueño con ellos es una gozada. Ahora habría que definir eso de "buen sueño". Porque intentar dormir con el pequeño Luke dando vueltas en tu espalda, o con la pequeña Leia girándose sobre tus piernas, no lo es. Descansar la noche entera se convierte en misión imposible. Sí, la nueva cama es más grande, pero no tanto, y los padawanes pesan cerca de 20 kilos cada uno.

Si esta versión acrobática de colecho con mellizos de 4 años se ha convertido en práctica habitual es por necesidad, o por exigencias del guión. En las últimas semanas es rara la noche que no tengamos visita. No hay episodios de miedo, ni terrores nocturnos. A veces es tan solo un sobresalto en pleno sueño, o que quieren agua, o hacer pis. Otras simplemente lo que buscan es contacto, compañía. y se tranquilizan al instante si los metemos en nuestra cama. Y cuando no es uno, es la otra. O los dos. En muchas ocasiones este colecho se convierte en una cuestión práctica de mera supervivencia, para poder dormir algo sin estar pendientes del cuarto contiguo, pero la consecuencia que hemos olvidado lo que es descansar una noche entera, a pierna suelta.

Y es que definitivamente nos quedamos cortos al cambiar de colchón. Ya sea en pareja o en familia, debe ser una gozada eso de tener una cama king size. O que pase ya esta racha.