Un compañero comentaba hace unos días que la ropa sucia hay que lavarla en casa. Estoy de acuerdo en parte en eso. Sin embargo, cuando la lavadora hace aguas por todos los lados y te llena la casa de suciedad toca ir a lavandería. En este caso ocurre que la delegación está gobernado por un atajo de personas cuyos méritos se reducen al servilismo más absoluto de la mano que les da de comer. Nunca fueron ni serán queridos por los colegiados y su papel de comparsas se limita a seguir la doctrina del que manda. No importa el arbitraje ni sus integrantes, sus responsabilidades se reducen a “sacar la jornada sea como sea” y punto. Las agresiones en el campo son “toques suaves” , y las tortas que ellos mismos les ofrecen y dan a sus colegiados se tapan, sin más. De hecho, no tienen reparos en que el tal Obdulio presida las reuniones vespertinas al lado de Presas. Total, no hubo heridas de consideración, así que está todo controlado y aquí no ha pasado nada. Y mientras, el colegiado agredido en su casa, humillado y olvidado por una delegación por la cual lo ha dado todo en los últimos 20 años.
Esta es la triste realidad de la delegación arbitral. La imagen del arbitraje está por los suelos, de eso no hay duda. Pero por encima de colegiados estamos hablando de personas, pisoteadas de forma piramidal
por Pancho y su séquito. Eso sí que da ‘peniña’.
Se intentó conversar con los dirigentes y se acudió a todo tipo de personalidades, tanto de la Xunta como de la propia Federación, que hicieron oídos sordos a las reclamaciones de los colegiados, quienes pedían ante todo que se respetara su dignidad. ¿Qué haces cuando no tienes más que el apoyo de parte de tus compañeros? Aguantar y tener paciencia. El sistema es el que hay y está claro que para muchos de esos jefazos que pacen en sus lustrosos sillones, los árbitros no son más que un leve sarpullido.
Y ya saben, felices fiestas y todo eso.
Ricardo Salgado (Árbitro y periodista)Futbol Base y mas