En cada temporada migratoria me gusta escribir algún capítulo acerca de este pequeño paseriforme, que no deja de asombrarme por la magnitud de sus desplazamientos. Se reproduce por buena parte de Eurasia, desde donde se ha extendido a las costas de América del Norte, aunque cada año siguen retornando a sus áreas de invernada en África. Las aves que pasan por aquí bien podrían estar desplazándose a Islandia o las islas de Canadá, hasta donde llegan sobrevolando el Atlántico.
Estas paradas son muy necesarias para las collalbas, que pasan un tiempo alimentándose y acumulando grasa para su siguiente salto, en el que bien cruzar una buena porción de océano. Tragan todo lo que está a su alcance, sea materia vegetal o animal, como bien tuve ocasión de comprobar hoy en Xagó. Una vez que han comido, si el bocado no es aprovechable, lo devuelven, como se puede ver en este vídeo que pude filmar.