Colombia ya estaba clasificada. Y no se relajó. El mundo al revés. Por eso pasó lo que pasó: 1-4. Las alineaciones parecían un claro mensaje de lo que buscaba uno y otro equipo. Zaccheroni sacó a los jugones en busca del milagro y se dejó por fin de tácticas. Sólo a ratos lo acarició. Mandó en la primera mitad y llegó más a portería que en los dos partidos anteriores. Pekerman, por su parte, desempolvó el banquillo para enchufar al personal. Introdujo ocho novedades de inicio, demostrando que tiene un plan alternativo en ataque pero que debe rezar para que nadie se constipe en su defensa titular. Pudo jugar con el resultado tras conocer que Uruguay esperaba en octavos. Y ni se lo pensó. Cualquiera frena esta avalancha.
Cuadrado puso en ventaja a Colombia con un penalti inútil de Konno a Ramos. Jackson Martínez pudo sentenciar a su rival antes del descanso. Y perdonó. Desaprovechó un pase de la muerte como no suele y reactivó a Japón. Cuatro minutos después, el último antes del descanso, Honda regaló un centro desde la banda y Okazaki se sacó un cabezazo ajustado que desnudó a Valdés e hizo inútil la estirada de Ospina.
La necesidad nos confundió de nuevo al reiniciarse el partido. Se esperaba una avalancha de Japón y llegó otro desequilibrio en su defensa. La culpa fue de James, recién salido del banquillo por Quintero. El ‘10’, la sensación de este Mundial, apareció con el mismo hambre que había aportado Quintero aunque con la precisión que le faltó. El delantero del Mónaco agarró un balón dentro del área tras una subida de Arias y no se puso nervioso. Habilitó a Jackson Martínez y éste, con un zurdazo, hizo el segundo.
Japón buscó la heroica a base de cambios y aferrado a Honda. Okubo tuvo el empate en la enésima subida de Uchida. La suerte estuvo con Colombia, siendo lo único que le faltaba en un campeonato redondo. Al siguiente balón que tocó James conectó con Jackson para fabricar la sentencia. Y cuando le dejaron de nuevo con espacios redondeó la goleada con un tanto repleto de clase. Primero sentó al defensa. Luego se la picó al portero y remató la faena con un baile salsero.
Colombia está de fiesta. De ahí que Pekerman tuviera el detalle de meter a Mondragón para que pase a la historia como el jugador más veterano en disputar un Mundial a los 43 años y tres días. Esta Selección ha hecho pleno, su ataque es demoledor, juega como los ángeles y los titulares están frescos.Uruguay espera. Y, tras la alegría ante Italia, ahora que toca pensar en el sábado no estará nada contenta.