"Tradicionalmente sólo se reconocen tres mujeres —Antonia Santos, Manuelita Sáenz y Policarpa Salavarrieta—, debido a que esa versión responde al estilo de historiografía donde los héroes y los personajes, no los grupos sociales, determinan la historia", explicó a SEMlac Ana Serrano.
Ella, junto con Jenni Lorena Mahecha, Nidia Gómez y Diego González, son autoras de la investigación "Francisca Guerra: la enérgica e iracunda y otras protagonistas del 20 de julio".
Tanto Antonia Santos como Policarpa Salavarrieta fueron fusiladas por su militancia en la causa independentista.
La primera puso su hacienda al servicio de las guerrillas y financió al ejército revolucionario; mientras que Salavarrieta se entregó a apoyar la gesta emancipadora y llegó a organizar destacamentos militares. La imagen de esta última está plasmada en el actual billete de 10.000 pesos colombianos.
En tanto que Manuelita Sáenz, llamada la Libertadora del Libertador por salvarle la vida a Simón Bolívar en dos ocasiones, es reconocida como heroína en Perú, Ecuador y Colombia por haber apoyado la causa independentista de estas naciones. Ecuador y Colombia, junto con Venezuela y Panamá conformaban el Virreinato de Nueva Granada.
Con motivo del Bicentenario, sus restos simbólicos fueron trasladados a través de Ecuador, Colombia y Perú en una ceremonia a cargo de mujeres militares ataviadas con el uniforme patriota usado por Manuelita 200 años atrás.
Pero la participación de las mujeres en la causa emancipadora no se limitó a estas tres valientes patriotas. Otras muchas fueron fusiladas por razones similares, más de un centenar desterradas, e innumerables encarceladas, torturadas, sometidas a vejaciones y humillaciones públicas, y desprovistas de sus bienes.
Así lo documenta el estudio "Castigos aplicados a las mujeres que participaron en el proceso de Independencia de la Nueva Granada", realizado por Ana Serrano y Jenni Lorena Mahecha.
"La historia ha ignorado a las mujeres y, en especial, a las de clase baja, que participaron en el movimiento emancipador", afirmó Jenni Lorena Mahecha, integrante del equipo de investigadoras de la Universidad Nacional de Colombia.
Las mujeres participaron en las revueltas pre-revolucionarias, tales como la Insurrección de los Comuneros de 1781, de la que Manuela Beltrán fue pionera, y a la que se unieron otras como Teresa Olaya, quien organizó un destacamento de combatientes contra el Virreinato español.
El 20 de julio, día de la revuelta que marca la independencia, salieron y agitaron en las calles, y su activo papel en la lucha emancipadora continuó hasta 1819, año en que el ejército patriota logró poner fin al poder español en la Nueva Granada, concluye la investigación.
"Si bien a las mujeres no les estaba permitido acceder a las instancias jerárquicas, ellas sí participaban en las tertulias políticas, como es el caso de Francisca Prieto y de Andrea Ricaurte. En esas reuniones se fraguaron conspiraciones revolucionarias. Es decir, que a los espacios informales sí accedían, pero no a los formales. De hecho, en la Declaración de Independencia no se menciona a ninguna mujer", explicó Serrano.
"Tampoco eran reclutadas e, incluso, se prohibió que acompañaran a las huestes revolucionarias, bajo el argumento de que distraían a los soldados. Pero esta disposición se revocó y muchas mujeres desempeñaron el papel de enfermeras, mensajeras y cocineras del ejército patriota", agregó.
Estudios publicados en los años setenta ya señalaban que las mujeres participaron masivamente como espías, heraldas y brindando apoyo logístico al ejército revolucionario con recursos económicos, prendas, alimentos y medicinas; así como ocultando material bélico o secreto.
Eran actos de gran valentía, ya que la sospecha de incurrir en cualquiera de estos actos era motivo de captura y hasta de muerte.
"El discurso histórico tradicional ha sugerido que la participación de las mujeres obedecía a la influencia de hombres —esposo, padre, amante—, como si ellas no tuvieran un pensamiento y accionar autónomo frente a este tema", acotó Serrano.
Otras valientes olvidadas
Entre los hallazgos de la investigación sobre castigos, hecha por las jóvenes historiadoras, se encuentra el proceso judicial contra Francisca Guerra en 1813, quien fue encarcelada bajo la acusación de colaborar con el patriota General Baraya, imputación que no pudieron comprobarle y cuyo proceso, por ende, terminó en absolución.
El estudio también permitió revelar más de 100 cartas de mujeres castigadas con el destierro, en las que hacen diversas peticiones a las autoridades. Un centenar es un número importante, considerando que la población de Santafé de Bogotá rondaba los 15.000 habitantes.
La pena de muerte no distinguía entre mujer y hombre. Mercedes Abrego fue fusilada y su cabeza fue colgada en una lanza para escarmiento público.
Juana Escobar, espía del ejército revolucionario, fue muerta por lanzas, y Evangelina Díaz, combatiente de las filas revolucionarias, fue pasada por las armas al ser capturada.
Otras resultaron degolladas, ahorcadas y algunas murieron como consecuencia de la tortura.
Después de ser capturada por las tropas realistas en una emboscada, Leonor Guerra, nativa de Cartagena de Indias y servidora de la causa independentista, fue azotada públicamente con la finalidad de que informara sobre los planes de los patriotas. Al poco tiempo falleció como consecuencia de la tortura.
Otras tantas ofrecieron sus hijos a la causa emancipadora y cientos quedaron viudas, huérfanas y en la miseria como consecuencia del embargo de sus bienes.
La valentía de tantas mujeres la expresó Bárbara Forero, encarcelada por conspiración en 1797, y quien el 20 de julio de 1810 arengó a las mujeres diciendo: "Marchemos nosotras las mujeres primero a tomarnos los cuarteles, que si descargan sus balas y nos matan, los hombres nos seguirán, y mientras vuelven a cargar los fusiles, nuestros hombres se adueñarán de los cuarteles".
Por Ángela Castellanos A
Imagen: Antonia Santos, heroína de la independencia colombiana
Fuente: Semlac