Colombia y la Copa del Mundo de USA 94

Por Francisco Lobato
Sin duda el primer mundial de fútbol del que tengo un leve recuerdo es Italia 90. A pesar de mi corta edad (7 años recién cumplidos) tengo en mente el triplete de Míchel a Corea con el famoso ¡Me lo merezco!, nuestra eliminación en la prórroga a manos de Yugoslavia, o el gol de penalty que dio el título a Alemania. Tampoco olvido algunos detalles de la Eurocopa de Suecia 92 que supuso la última ausencia de nuestra selección en la fase final de un campeonato de selecciones y en la que una Dinamarca sin Michael Laudrup, enemistado con el seleccionador, ganó el título de forma sorprendente tras haber sido invitada para ocupar el hueco vacante de Yugoslavia, excluida por la Guerra de los Balcanes.
Pero la realidad es que el primer gran evento futbolístico que recuerdo con nitidez y que seguí a conciencia fue, sin riesgo a equivocarme, la Copa del Mundo de USA 94. Por primera en la historia el país norteamericano organizaría este importante campeonato, en un claro intento de la FIFA de promocionar el soccer en un país donde este deporte se situaba en popularidad muy por detrás de otros mucho más arraigados como el béisbol, el fútbol americano, el baloncesto o el hockey.
Para la mayoría de seguidores de fútbol españoles, este fue el mundial de Caminero, del fallo clamoroso de Julio Salinas en el mano a mano contra Pagliuca o del codazo de Tassotti a Luis Enrique. Pero si lo analizamos desde una perspectiva más amplia nos damos cuenta de que hay una gran cantidad de detalles a destacar que comienzan incluso antes del propio campeonato, como es el caso de la no clasificación de selecciones de tanta enjundia como Inglaterra o Francia. Esta última eliminada de forma dolorosa en la última jornada de la fase clasificatoria, en París, en el Parque de los Príncipes, a manos de una selección aparentemente inferior como era Bulgaria, pues no olvidemos que el país galo contaba por aquel entonces con nombres tan ilustres como los de Desailly, Blanc, Deschamps, Cantona, Papin o Ginola. Precisamente Ginola, en el último minuto de partido, cometió un error de juvenil que dio al traste con las esperanzas mundialistas francesas. Bien avanzado el minuto 44 de la segunda parte, con 1 - 1 en el marcador, la clasificación en el bolsillo y una falta en el lateral del área búlgara, prácticamente en el córner, parecía estar todo controlado. Pero Vincent Guérin toca en corto para David Ginola y, cuando todo el mundo pensaba que entre los dos se las arreglarían para proteger el balón en la esquina e intentar arañar minutos al crono, Ginola decide enviar el balón al área, obviamente despoblada de atacantes franceses. La pérdida de balón consecuente provoca el cotraataque búlgaro que finaliza con un disparo de Kostadinov con el alma que revienta la red de Lama tras pegar en el larguero. Minuto 90, 1 - 2 en el marcador y Francia dice adiós a sus aspiraciones de asistir a la copa de mundo de 1994 en favor de Bulgaria que, a la postre, sería una de las grandes sensaciones de este mundial acabando como cuarta.

Las pequeñas historias que dieron jugo a este USA 94 son innumerables: fue el último mundial que contaría con 24 selecciones pues en Francia 98 este número se ampliaría a 32; donde nuevamente nos encandiló el fútbol africano de la mano, esta vez de Nigeria, que coqueteó con la eliminación de Italia en octavos de final; no podemos olvidarnos de la Suecia de Thomas Ravelli, Martin Dahlin y Tomas Brolin, gran revelación del torneo que acabó en tercera posición; Roberto Baggio se convirtió en la estrella del campeonato a la vez que villano, errando el penalty que dio la victoria a Brasil en la final, siendo esta tanda de penalties la primera que tenía lugar en la final de un mundial; disfrutamos de uno de los grandes encuentros de la historia en cuartos de final con aquel épico Holanda 2 - Brasil 3; etc. Pero, sin duda alguna, en otros términos, USA 94 será recordado como el del decepcionante papel de Colombia.
Hay que entender el contexto de lo acontecido para saber, no tanto por qué decepcionó la selección colombiana, sino qué ocurrió para que esto fuese posible. Lo primero y más importante es que, a priori, Colombia apareció en todas las quinielas como favorita al título acompañando a los grandes clásicos. En un mundial, por defecto, siempre hay que contar con Brasil, Italia, Alemania y Argentina como candidatas al título por historia y tradición, y siempre como eternas aspirantes o, al menos, esperando un buen papel a otros combinados de segundo nivel como Holanda, España, Inglaterra o Francia. Entonces ¿qué ocurrió para que el combinado colombiano, allá por el 94 se hubiese convertido en una potencia futbolística pujante a nivel mundial?
Colombia, como la totalidad de Iberoamérica, es un país de gran tradición y afición al deporte rey. Tanto es así que en junio de 1974 la FIFA le concedió la organización de la Copa del Mundo de 1986. A partir de ahí, lo presidentes colombianos abrazaron el populismo que proporcionaba la organización de tal evento sin hacer realmente nada y dejando a las claras que aquella era una empresa utópica. Pasaba el tiempo y desde FIFA se comenzaba a desconfiar. A pesar de que su entonces presidente João Havelange aún creía en las posibilidades colombianas, Hermann Neuberger, vicepresidente, no. Fue entonces cuando este último, alemán previsor, decidió exigir una serie de medidas a la organización con el fin de afianzar el evento y ratificar al país hispanoamericano como sede. En aquel listado se encontraban las siguientes exigencias:
  • Doce estadios con capacidad mínima para 40.000 espectadores; otros cuatro más, con capacidad para 60.000 y, finalmente, dos de 80.000.
  • Congelamiento de tarifas hoteleras a partir del primer día de 1986 para los honorables dignatarios de la FIFA.
  • Una moderna infraestructura de telecomunicaciones en la capital (Bogotá).
  • La emisión de un decreto que legalizara la libre circulación de divisas internacionales en el país.
  • Una robusta flota de limusinas a disposición de los directivos de la FIFA.
  • Una red de trenes que permitiera comunicar a todas las sedes.
  • Aeropuertos con capacidad para el aterrizaje de aviones tipo jet en todas las sedes.
  • Una red decente de carreteras que permitiera el fácil desplazamiento de la afición.
  • Además se fijó el 10 de noviembre de 1982 como plazo de caducidad para informar al mundo si Colombia estaba dispuesto a cumplir con la disposición.
El gobierno colombiano consideró las solicitudes como imposibles de cumplir y el 18 de mayo de 1983 la FIFA puso fin al sueño de Colombia 86 rechazando su organización y concediéndosela a México, que tenía estadios, infraestructura y la experiencia de 1970 para, en tiempo récord, organizar el campeonato mundial. Con esta designación, además se mantenía alternancia Europa - América en la celebración de este evento.
El fiasco no acabó aquí, para más inri, Colombia no conseguiría clasificarse para este mundial. Una vez finalizada la liguilla de clasificación y, tras no conseguir el pase directo, se enfrentó en las semifinales de la repesca posterior a Paraguay, quien acabó con las aspiraciones mundialistas colombianas. La selección guaraní pasó a la final de la repesca donde ganó a Chile y certificó su pase a la fase final de un mundial tras 28 años de ausencia.

Pero algo ya empezaba a cambiar en el fútbol colombiano, era la época de lo que se vino a denominar como narcofútbol. Los grandes capos de la cocaína habían visto en el fútbol, no sólo su patio de recreo particular, sino una buena lavandería para blanquear beneficios, por lo que comenzaron a insuflar dinero a los clubes locales. De este modo Gonzalo Rodríguez Gacha alias El Mexicano se hizo con el control del Millonarios de Bogotá, Miguel Rodríguez Orejuela alias El Señor hizo lo propio con el América de Cali y Pablo Escobar con Atlético Nacional de Medellin. Podemos hacernos una idea de la corrupción que sobrevoló en el campeonato colombiano durante estos años: pagos a árbitros, amenzas, secuestros, amaños de partidos incluso asesinatos. Este último fue el caso del árbitro Álvaro Ortega Madero, economista de profesión, quien, el miércoles 15 de noviembre de 1989, tras oficiar como juez de línea en el partido Medellín - América resultó abatido por seis impactos de bala de 9 mm en las cercanías del hotel Nutibara. Una semana después el Ministerio de Educación colombiano decidió cancelar el campeonato de ese año.
En la parte deportiva, los narcodólares permitieron a los equipos pagar a los buenos jugadores sueldos competitivos con respecto a las potencias balompédicas brasileñas, argentinas o europeas y así, pudieron retener a las grandes estrellas nacionales a la vez que importar jugadores extranjeros, lo que trajo consigo un período boyante del fútbol colombiano a nivel continental. Así, el América de Cali estuvo a punto de conseguir la Copa Libertadores durante tres años consecutivos 1985, 1986 y 1987 quedándose todos ellos en las puertas del éxito y concluyendo como subcampeón. Sólo dos años después de la última intentona caleña de hacerse con la Libertadores, el 31 de mayo de 1989 Atlético Nacional se alzó con el título, convirtiéndose en primer equipo colombiano de la historia en conseguirlo. El equipo que por aquel entonces contaba con nombres tan familiares como los de René Higuita, Leonel Álvarez o Andrés Escobar obtuvo el campeonato no sin sufrimiento. La final, que se jugó a doble vuelta no comenzó bien, pues su rival el Olimpia ganó por 2 - 0 el encuentro de ida en Paraguay, pero en la vuelta, en Medellín, los colombianos igualaron el global de la eliminatoria y terminaron cosechando el triunfo en la tanda de penalties.
A nivel de selección, un año más tarde se disputó el mundial de Italia 90 y los cafeteros consiguieron su billete para el mismo por segunda vez en su historia, siendo la primera en Chile 62, lo cual ya se recordaba bastante lejano. Al igual que ocurriera cuatro años antes, hubo que recurrir a la repesca, esta vez contra Israel. El doble enfrentamiento se saldó con un 1 - 0 para los sudamericanos en el partido de ida en Barranquilla y con empate a cero goles en la vuelta en Ramat Gan.
El seleccionador nacional colombiano, Pacho Maturana, consiguió confeccionar una selección con jugadores de calidad y de reconocido prestigio de cara al mundial italiano. Destacaban nombres que ya hemos mencionado como René HiguitaLeonel Álvarez o Andrés Escobar, pero también había jugadores de la talla de Carlos Valderrama, Freddy Rincón, Bernardo Redín, Luis Fajardo Arnoldo Iguarán, a día de hoy máximo goleador histórico de la selección.
La Tricolor quedó encuadrada en el grupo D junto con las selecciones de Alemania Federal (a la postre campeona), Yugoslavia y Emiratos Árabes. El debut se produjo el 9 de junio contra Emiratos Árabes, en el estadio Renato Dall'Ara de Bolonia. Empezó bien el campeonato, victoria por 2 - 0 con goles de Valderrama y Redín y dos puntos al casillero. Cinco días después, también en Bolonia, Colombia mediría fuerzas ante la selección balcánica y esta vez el resultado no sonreiría a los sudamericanos, a pesar de que Higuita parara un penalty a un viejo conocido de la afición bética, Faruk Hadzibegic, Yugoslavia (que eliminaría a España en octavos de final) se impuso 1 - 0 complicado la clasificación colombiana que se jugaría el pase a octavos de final frente a Alemania, sin duda una dura empresa. A diferencia de los dos encuentros anteriores, el partido contra los germanos, cabeza de grupo, se disputó en el estadio Giuseppe Meazza de Milán, concretamente el 19 de junio. Cuando todo parecía que iba concluir con empate sin goles, Littbarski adelantó a los europeos en el minuto 89, pero Colombia apelando a la épica consiguió empatar el partido en el descuento de la mano de Freddy Rincón, que consiguió un punto de oro que permitió a su equipo acceder a la siguiente ronda clasificada como una de las mejores terceras.

EquipoPtsPJPGPEPPGFGCDif

1. Alemania Federal532101037

2. Yugoslavia43201651

3. Colombia33111321

4. Emiratos Árabes Unidos03003211-9


En octavos se verían las caras con la gran revelación del torneo: Camerún. La selección africana había dado la campanada en el partido inaugural sonrojando a toda una Argentina que defendía campeonato y que contaba en sus filas con el mejor jugador del momento: Diego Armando Maradona. Aquella selección del África negra encandiló definitivamente a los tifossis, en la segunda jornada del grupo, donde afianzó su pase a octavos frente a Rumanía, a la que venció por 2 - 1. Los goles de aquel partido los marcó un jugador de 38 años que ya se había retirado; que fue llamado por el presidente de su país para que asistiera a la Copa del Mundo para hacer grupo y acompañar a sus compatriotas; que sólo jugaría en las segundas partes (no estaba para partidos completos) lo cual no le impidió ser, con 4 tantos, el máximo artillero de su selección; que se apellidaba Miller, pero se cambió de apellido para que sonara más africano, así pasó a llamarse Roger Milla.
Colombia y Camerún medirían fuerzas un 23 de junio en el estadio San Paolo de Nápoles. Dos equipos respetables, igualados y con ganas de demostrar su valía. El partido transcurrió con el marcador inmutable hasta el minuto 90, ni tan siguiera la, ya clásica entrada de Milla en la segunda parte buscando el revulsivo, permitió modificar el tanteo inicial, por lo que hubo que echar mano a la prórroga. No fue hasta la segunda parte de este tiempo extra donde el partido tuvo su desenlace, al minuto de comenzar esta segunda mitad una jugada individual de Milla puso por delante a los africanos y sólo 3 minutos después, en el 109', un balón recogido por Higuita fuera de su área se envenena y acaba en gol. Higuita era conocido por sus excentricidades con el balón en lo pies, pero la realidad es que sabía jugar, incluso lanzaba faltas y anotaba goles, pero aquella tarde pecó de frialdad. Le llegó un balón sin aparente peligro que podía haber despejado perfectamente, sin embargo decidió que regatear era la mejor opción, pero más sabe el diablo por viejo que por diablo y allí estaba Roger Milla que le robó la cartera y empujó el balón a las redes a puerta vacía mientras Higuita corría tras él, consciente de lo ridículo de su error, intentando infructuosamente presentar oposición a un gol ya cantado. A sólo 5 minutos del final Redín acortaría distancias, pero no hubo tiempo de más, 2 - 1 y para casa.

Con un equipo que ya empezaba a madurar de la mano de Pacho Maturana y de un bloque de jugadores que se asentaba en la selección, la afición colombiana comenzó a ver a su selección como un equipo campeón. En el período intermundialista, el papel de Colombia tanto en la Copa América de 1991 como la de 1993 fue bastante aceptable. En la primera, diputada en Chile, acabó en cuarta posición, mientras que en Ecuador, en 1993 finalizó en tercer lugar. En este campeonato, con un equipo competitivo y de calidad que empezaba a adquirir experiencia en las grandes citas, ya se consideraba a Colombia como favorita al título. Sin ir más lejos en primera ronda se clasificó como primera de su grupo, por delante de Argentina, quien en semifinales acabaría con las esperanzas colombianas tras vencer en la tanda de penalties. En el partido mal llamado de consolación un solitario gol de Valencia contra los anfitriones les daría un meritorio tercer puesto, por su parte Argentina ganaría finalmente el torneo, disputando la final ante México, país de la CONCACAF invitado junto a EEUU por primera vez en la historia.
Ese mismo año, un mes después de la finalización de la Copa América, en agosto, empezarían a jugarse los partidos correspondientes a la fase de clasificación para la Copa del Mundo de USA 94. En esta ocasión, a diferencias de fases clasificatorias anteriores, la CONMEBOL organizó las selecciones en dos grupos, en lugar de en tres, como hasta entonces (actualmente sólo existe uno). De cada grupo obtendrían el billete mundialista las dos primeras clasificadas más la mejor segunda, mientras que la otra segunda se enfrentaría en repesca al campeón del grupo oceánico.
Con este panorama, la Tricolor quedó encuadrada en el el grupo A, de cuatro selecciones (el grupo B contaba con 5), junto con Argentina, Paraguay y Perú. A priori, podría parecer que Argentina tenía todas las papeletas para finalizar como primera de grupo por lo que el segundo puesto sería una pelea entre Colombia y Paraguay, ya que que Perú era, sin duda, la más débil de las cuatro. Pero Colombia tenía un muy buen equipo, un equipo que Maturana había ido forjando y afianzando mediante el bloque con el que disputaron Italia 90 más la adición de nuevos jugadores como era el caso de los delanteros Adolfo 'El Tren' Valencia, al que algunos recordarán de su breve paso por el Atlético de Madrid, con más pena que gloria, o Faustino Asprilla.
A diferencia de El tren, Asprilla, conocido como El Tino, La Gacela Negra o The Octopus, sí tuvo suerte en su andadura europea; tanto es así que llegó a ser propuesto hasta en dos ocasiones para el Balón de Oro. Tras militar en Cúcuta Deportivo y Atlético Nacional, en 1992 se embarca con destino al viejo continente para recalar en el Parma FC italiano. Entonces, en la década de los 90, el calcio era la liga más fuerte de Europa, los equipos más fuertes, más competitivos, con más oficio, en definitiva, los mejores jugaban en la Serie A y, entre todos, el equipo del Ennio Tardini era uno de los destacados. Tanto es así que de la mano del propio Asprilla, el Parma, puso fin a una racha de triunfal de 58 partidos invictos del Milán de Fabio Capello en el mismísimo Giuseppe Meazza, tras un lanzamiento magistral de El Tino que se superó la barrera y se coló por la escuadra ante la mirada impasible del arquero rossonero. Esa temporada el Parma se alzaría con la extinta Recopa de Europa (eliminando al Atlético de Madrid en semifinales) y con la Supercopa de Europa. Posteriormente, Asprilla jugaría en el Newcastle United, volvería al Parma un par de años y viajaría de vuelta a Sudamérica donde jugaría en equipos de diversos países.

Llegó el 1 de agosto de 1993 y comenzaron las eliminatorias de clasificación, en concreto, para abrir boca un Colombia - Paraguay que finalizó con 0 - 0, pero las jornadas fueron pasando y los cafeteros empezaron a devolver la confianza que se había depositado en ellos con buenos resultados, llegando a la última jornada como primera de grupo, invicta: 2 empates (ambos ante Paraguay) y 3 victorias (incluida un 2 - 1 a Argentina). Con estos números Colombia dependía de sí misma para clasificarse de forma directa, sin la pesadilla que suponen las repescas que, por otra parte ya conocían y de las que se guardaban recuerdos dispares. El problema radicaba en que era líder de grupo con 8 puntos frente a los 7 de Argentina y que ambos equipos se jugarían el todo por el todo en el Monumental de Buenos Aires, por lo que una derrota mandaría nuevamente a la Tricolor al repechaje, término que se usa en Hispanoamérica para hablar de repesca.
Se preveía un gran encuentro en el estadio Monumental Antonio Vespucio Liberti, donde River Plate disputa sus partidos como local. En Argentina se confiaba ciegamente en la victoria, sin ir más lejos, el mismísimo Diego Armando Maradona ya se había preocupado de calentar el partido haciendo unas declaraciones a televisión en las que bravuconeaba: No se puede cambiar la historia, no se debe cambiar la historia: Argentina arriba, Colombia abajo, mientras gesticulaba con las palmas de sus manos indicando la altura de cada uno de los combinados. Lo cierto y verdad es que no hubiese sido una sorpresa una victoria del equipo local, entrenado por Alfio Basile y que contaba en sus filas con jugadores bien conocidos como Óscar Ruggeri, Fernando Redondo, Diego Simeone o Gabriel Omar Batistuta, pero la realidad fue bien distinta.
Echó a rodar el balón y la albiceleste de adueñó del partido, lo que le llevó a disfrutar de algunas ocasiones de gol que fueron infructuosas unas veces por la actuación del portero colombiano Óscar Córdoba y otras por el desacierto del ataque argentino. A pesar de este inicio titubeante, Colombia fue ganando terreno poco a poco y así en el minuto 41' de la primera parte, un pase de Valderrama permitía a Freddy Rincón (quién recalaría en el Real Madrid la temporada 95/96) encarar a Sergio Goycochea, driblarlo y materializar el 0 - 1 a puerta vacía. Gol de los que se denominan psicológicos justo antes del descanso.
Tras el intermedio, Argentina salió con la esperanza de voltear el marcador pero sus intenciones pronto se complicarían pues Asprilla haría el segundo en el 49' tras un pase de Rincón desde el medio campo que el Tino bajó con suavidad para después quebrar a su marcador, Jorge Borelli, y finalmente batir a Goycochea. Empujado por el resultado, Basile decidió mover ficha y sacó del campo a dos centrocampistas, Fernando Redondo y Leonardo Rodríguez para dar entrada a dos delanteros Claudio García y Alberto Acosta. Pero esto sólo sirvió para empeorar las cosas, la Tricolor aprovechó el desorden táctico argentino para noquear a su contrincante y finiquitar el partido, así, en el 72' una internada en el área de Leonel Álvarez finaliza con un centro que Rincón aprovecha para hacer el 0 - 3 y sólo dos minutos más tarde, en el 74', error de Borelli que entrega el balón a Asprilla que con un toque sutil y elegante coloca un suave balón en la escuadra de un impertérrito Goycochea, espectador de excepción del gol. Lección de fútbol, humildad, coraje y un sinfín de adjetivos de una selección colombiana que redondearía el marcador de la mano de Valencia que, a pase de Asprilla, haría el quinto y definitivo a cinco minutos del final.
Tras el partido la sensación fue de que aquel resultado era histórico; que había sido un partido para la leyenda del fútbol; que, de hecho, aquella Colombia clasificada como primera de grupo, que iría a su segundo mundial consecutivo era ya un conjunto legendario compuesto por la mejor generación de jugadores cafeteros que se había conocido. Habían humillado literalmente ante su público a todo una bicampeona mundial con un equipo compacto, valiente y aguerrido, que se había enfrentado a sus retos con la cabeza alta, mirando al frente y con la temeridad propia del que se sabe desconocedor del desenlace.

Aquella noche del 5 de septiembre de 1993, en la que los colombianos durmieron en el Olimpo futbolístico, Argentina pudo haber sido apartada de la carrera mundialista si Paraguay hubiese desecho el 2 - 2 con el que acabó su partido contra Perú, pero finalmente no fue así y el empate fuer el resultado final. Gracias a ganar la repesca, no sin agobio, a Australia con un empate a uno en Sidney y un raquítico 1 - 0 en Buenos Aires, la albiceleste confirmó su participación en USA 94. En el otro grupo sudamericano las clasificadas fueron, como no, Brasil y la sorprendente Bolivia que entrenaba el español Xabier Azkargorta que, cosas de la vida, ha vuelto en este 2012 al banquillo boliviano tras abandonarlo en 1994.
La clasificación colombiana fue una alegría para una sociedad que vivía envuelta en la violencia que se había hecho patente en el país durante los últimos años y que había crecido exponencialmente tras la huída de Pablo Escobar de la cárcel de autoconstrucción a la que se nombró como La Catedral. Cuando en julio de 1992 Escobar escapó comenzó la búsqueda del capo de la droga más poderoso del momento y, posiblemente, de la historia. El 2 de diciembre de 1993, apenas 3 meses después del glorioso triunfo de la selección colombiana en Argentina, y un año y cuatro meses después de la fuga de El Patrón, éste se encontraba cada vez más acorralado, perseguido por la Policía Nacional y el ejército colombianos, que contaban con la ayuda de Estados Unidos a través de la DEA y el FBI y de un grupo paramilitar denominado Los Pepes (acrónimo de Perseguidos por Pablo Escobar). El narco fue descubierto en un barrio humilde de Medellín, donde era considerado no menos que un justiciero a lo Robin Hoood. Tras serle rastreadas las llamadas que hacía a su hijo, Escobar fue sorprendido por lo que decidió huir de sus perseguidores por los tejados, pero estos le dieron caza y fue abatido en su intento de fuga.

Aquella fue una noticia de repercusión mundial, que puso en primera plana de los noticiarios del planeta el clima de insufrible violencia que se vivía en el país Iberoamericano. Afortunadamente, sólo dos semanas después, el día 19 de diciembre de 1993, el fútbol sería nuevamente la válvula de escape del pueblo colombiano que puso sus ojos en el sorteo de grupos de la competición final de la Copa Mundial que tenía lugar en el Centro de convenciones de Las Vegas (Estados Unidos), al que asistieron 4500 espectadores que vieron de primera mano como Colombia compartiría grupo A junto con la anfitriona y cabeza de serie Estados Unidos y dos combinados europeos de segundo nivel: Rumanía y Suiza.
No había lugar para la sorpresa, Colombia era, sin reservas, el equipo más en forma del continente americano y también era superior a sus rivales de grupo, por lo que el pase al octavos de final no se veía como una utopía. La gran participación en la Copa América, la impecable fase de clasificación y los buenos resultados cosechados en los amistosos previos al campeonato situaban a los cafeteros en el grupo de favoritos al título en todas las apuestas, sin el más lejos, el propio Pelé en declaraciones a televisión, reconoció abiertamente que era el equipo al que veía con más posibilidades. En los días previos al comienzo de USA 94, la gran mayoría de analistas futbolísticos, periodistas deportivos, entrenadores, jugadores y gente de fútbol de reputado prestigio coincidían en que aquella Colombia de Pacho Maturana era un equipo a tener muy en cuenta de cara a alzar título, sino el mejor situado para hacerlo.
En esta nube de elogios, el combinado colombiano se preparaba con humildad para el torneo con el obligado deber de hacer olvidar a sus compatriotas el infierno de muerte e inseguridad en que se había convertido su país, era una gran responsabilidad y los jugadores se veían obligados a devolver un poco de ilusión a un pueblo deprimido y horrorizado por la sangre que corría por sus calles.
De este modo llegó el 17 de julio, comenzó la Copa del mundo y el balón se puso a rodar en el Soldier Field de Chicago, en un soso partido inaugural entre Alemania y Bolivia que finalizaría con victoria teutona por la mínima con gol de incombustible Jürgen Klinsmann. Sólo un día después, el 18, llegaba el primer partido y, a priori, el más complicado que tendría Colombia en la primera ronda contra Rumanía. La selección rumana no era un equipo destacado, pero contaba con un once confeccionado de buenos jugadores con experiencia internacional que seguro muchos recordarán de su paso por la liga española, como es el caso de Ilie Dumitrescu, Gheorghe Popescu, Miodrag Belodedici, Bogdan Stelea, Florin Raducioiu o el capitán 'Gica' Hagi. Se esperaba un partido difícil pero se confiaba plenamente en un resultado positivo para los cafeteros.

El partido, disputado en el Rose Bowl de Los Ángeles comenzó de cara para los americanos, que tomaron las riendas de la contienda y fabricaron buenas oportunidades de gol, sobre todo de la mano de Valencia y Asprilla. A pesar de esta insistencia, Rumanía se sentía cómoda, había planteado el partido esperando su oportunidad al contraataque consciente de que era la opción óptima. De este modo, en el minuto 16', una pérdida de balón de Colombia en terreno europeo permite a Hagi conducir rápidamente para asistir a Raducioiu que tras deshacerse de dos defensas bate al portero. La Tricolor no bajó los brazos pero en el 34' Hagi, el Maradona de los Cárpatos, desde banda izquierda ve al cancerbero descolocado y lanza un balón a portería que se describe una parábola imposible que se envenena, desubica al portero y acaba perforando la meta colombiana por la escuadra, una obra maestra que aún permanece fresca en la retina de los buenos aficionados. Pero tras el revés psicológico que supuso el segundo gol, Valencia acorta distancias tras rematar en el primer palo un córner desde la derecha en el 43', con el 2 - 1, concluía una primera parte inesperada. Aunque Colombia salió con la ilusión de dar la vuelta al marcador en el segundo período, la realidad fue bien distinta, y no sólo no pudieron reducir la distancia sino que Raducioiu, a dos minutos de la conclusión, gracias a un pase largo, cogió la espalda de los centrales y con la colaboración de una salida precipitada de Óscar Córdoba, del que se deshizo con facilidad, estableció el 3 - 1 definitivo. Salta la sorpresa.
Vista la mala actuación del guardameta Óscar Córdoba, que se había mostrado poco resolutivo tanto en el segundo como en el tercer gol de Rumanía, la pregunta es ¿qué había sido de René Higuita? Higuita era un personaje muy peculiar dentro y fuera de la cancha, es más, la afición española seguro que lo recuerda de su paso por el Real Valladolid, donde coincidió con sus compatriotas y compañeros de selección Valderrama y Álvarez. En su vida personal había sido bastante polémico, entre otras cosas porque se declaró amigo del mismísimo Pablo Escobar, al que incluso llegó a visitar cuando se encontraba recluido en La Catedral, lo que obviamente levantó una gran polémica y revuelo en Colombia. Pero si René no participó en USA 94 fue porque estaba encarcelado. Se pasó entre rejas más de seis meses en la cárcel Nacional Modelo de Bogotá, acusado de mediar en la liberación de la hija de un amigo, que había sido secuestrada, lo cual estaba prohibido por la ley colombiana. Eso sí, posteriormente Higuita ganó una demanda al Estado colombiano al demostrar que su detención fue injustificada.
Pero no era el momento de acordarse de los que no estaban sino de centrarse en los que sí para revertir el mal comienzo. Había una cosa palpable y es que el resultado contra Rumanía había sido el germen de una crisis anímica y psicológica para la que, de ninguna manera, el equipo colombiano estaba preparado, aunque quedaban dos partidos y había ilusión en olvidar pronto lo ocurrido, por lo que la mejor medicina posible era vencer a los anfitriones, Estado Unidos, en la segunda jornada. Este iba a ser un encuentro entre dos selecciones que se conocían de haber jugado muchos partidos amistosos con resultados favorables casi siempre para los del Sur por lo que la derrota contra los norteamericanos era cuanto menos impensable. No obstante, la ilusión se tornó en indignación días antes del partido, cuando, con los jugadores preparados para recibir las instrucciones diarias de Pacho Maturana, éste se presenta en el vestuario y, entre lágrimas, les hace saber a todos que han sido amenazados de muerte y que 'Barrabás' Gómez, titular en el primer partido, debe de ser apartado del once titular para evitar que las amenazas se conviertan en realidad. El miedo justificado, empujó a Maturana a ceder ante las imposiciones de los violentos y decidió no alinear a Gómez.
Con el equipo desestabilizado y pendiente de sus vidas y las de sus familiares, los jugadores fueron al partido contra Estados Unidos con la mente puesta en asuntos que impiden la concentración para el ejercicio óptimo de cualquier labor.
Nuevamente el escenario en el que Colombia se jugó los puntos y la clasificación para octavos de final fue el Rose Bowl, el 22 de junio, solo cuatro días después del descalabro contra Rumanía. Comienza en envite y al igual que pasara en el partido contra los europeos, los sudamericanos se hacen con el control balón y el partido, y gozan de ocasiones claras de gol que no son capaces de traducir en gol para mover el marcador; pero Estados Unidos, empujada por su público, también llevaba peligro y de la mano de Winalda estuvieron a punto de adelantarse después de un lanzamiento de éste al palo. Esto fue un aviso de lo que ocurriría un poco después, cuando sólo se habían cumplido 13 minutos de juego, llegó uno, si no el que más, de los momentos trágicos de la historia del fútbol, el gol en propia meta de Andrés Escobar. Un balón centrado al área, a media altura, desde la banda izquierda del ataque norteamericano es desviado por el defensa colombiano a la red de la portería de Córdoba que no esperaba la desafortunada acción del compañero, y lo sorprende descolocado y sin la posibilidad de una reacción a tiempo que pudiera impedir el tanto. De este modo los anfitriones se adelantaron en el marcador. Ya en la segunda parte Earnie Stewart aumentaría la distancia con el segundo gol gringo que sólo sería respondido en el minuto 90 con un gol baldío del máximo anotador colombiano, Adolfo Valencia.

Colombia no conoció la victoria hasta el último partido de grupo contra Suiza, un 2 - 0 que no sirvió más que para salvaguardar el honor de una selección que había acudido a la cita con la vitola de gran favorito y que había sido devorada por la presión del momento, pues no había sido capaz de de pasar de un grupo en el que sin duda, era el mejor equipo. Quizás Colombia no fuese tan buen conjunto como se dijo antes, tal vez se sobrevaloró la capacidad de sus jugadores, tal vez tuvieron mala fortuna o tal vez tuvo que pasar lo que estaba escrito. Pero la consecuencia fue que el mundial perdió a las primeras de cambio a la candidata número uno al título, una de las mayores decepciones futbolísticas que he conocido.
La vuelta a la realidad del día a día y de la calle en Colombia no fue fácil. Tras la muerte de Pablo Escobar, el país y, en concreto, la ciudad de Medellín se habían sumido en un estado de inseguridad y violencia típico de los lugares desiertos de poder. El Patrón era un criminal reputado, el capo al que había que pedir permiso, pues pobre del que cometiera un delito en su ciudad sin su permiso, de este modo estaban controlados los pequeños delitos de los bajos fondos; pero tras su fallecimiento todo cambió para peor y la violencia de la calle creció exponencialmente. En este clima sanguinolento, Andrés Escobar, que había recibido una oferta del AC Milán, aprovechando las vacaciones de las que disfrutaba tras su paso paso por Estados Unidos, salió a disfrutar de la noche con unos amigos. Pero en el parking de una discoteca de Medellín se defendió exigiendo respeto ante un exaltado que le increpaba por el famoso y desafortunado autogol. El desenlace fue fatal, Andrés recibió seis balazos por la espalda cuando se encontraba sentado a los mandos de su vehículo.
El asesino huyó en un coche que fue identificado y del que posteriormente se supo que era propiedad de los hermanos Gallón Henao, unos narcos enfrentados con Pablo Escobar, hasta el punto de haber formado parte del grupo de los Pepes. La justicia Colombiana falló que el asesino, Humberto Muñoz Castro, guardaespaldas y chófer del vehículo de los citados hermanos, actuó por cuenta propia y que en ningún momento su comportamiento se debió a algún tipo de orden de los Gallón, teoría muy extendida por otra parte. Muñoz Castro es declarado culpable y condenado a 43 reclusión en una cárcel, de los que sólo cumplió 11.
La muerte de Andrés, católico humilde que gustaba de leer la Biblia diariamente, sumió al país en una gran conmoción que arrastró a un gran multitud de ciudadanos hastiados de la sociedad en la que vivían a salir a la calle y decir ¡Basta! La violencia ya estaba llegando demasiado lejos, no se podía seguir así. Esta concienciación popular se vio unida a una mayor voluntad política y gubernamental a la hora de luchar contra el crimen y perseguir el narcotráfico. Esto provocó la detención de capos que habían aportado grandes cantidades de dinero al balompié local, como es el caso de los hermanos Rodríguez Orejuela, que fueron extraditados a Estados Unidos. Obviamente esta persecución tuvo como consecuencia inmediata el fin de la boyante financiación de que habían disfrutando los clubes colombianos en años anteriores, poniéndose fin a la etapa dorada del fútbol colombiano.
Pocos días antes de su muerte, animado por sus compañeros, Andrés Escobar había publicado un artículo en el diario El Tiempo de Bogotá que finalizaba con las siguientes palabras:
Pero, por favor, que el respeto se mantenga... Un abrazo fuerte para todos y para decirles que fue una oportunidad y una experiencia fenomenal, rara, que jamás había sentido en mi vida. Hasta pronto, porque la vida no termina aquí
Este es mi pequeño homenaje no sólo a Andrés Escobar, sino a una selección y a una generación de futbolistas que, a pesar de no haber conseguido ganar ningún título, siempre han despertado en mí y en gran parte de los aficionados al fútbol y a sus pequeñas grandes historias la admiración, el respeto y la simpatía. Para aquellos que quieran indagar más en esta historia les recomiendo dos documentales: Los dos Escobar y Pecados de mi padre, que se extienden más y mejor que yo en las ideas que he intentado plasmar.