«Harlem. Error, una vez más: una jaula para impedir que la turba de locos que consideraban aquellas calles su casa pudieran escapar al mundo de más allá. A saber qué caos no sembrarían, qué perdición, si los soltaban entre la población decente. Mejor tenerlos a todos aquí encerrados, en esta isla comprada a los indios por veintisiete pavos, según cuentan por ahí.»
Ray Carney se mueve entre dos fuegos siempre: los mafiosos malotes y los delincuentes menores como su primo Freddie y el compañero de éste Pepper; entre la legalidad de su tienda y la ilegalidad de su tráfico de piezas robadas; entre los pagos a los policías corruptos como el inspector Munson y los mismos pagos realizados a Miami Joe y otros jefes mafiosos; entre los engaños y chivatazos a unos y otros, y de los otros a los unos. Carney es experto en sobrevivir y moverse entre dos aguas.
Una novela que contiene mucho humor sarcástico, mucha crítica social, mucha denuncia de los abusos policiales sobre la población negra. Precisamente la muerte de un chico de color por un policía es el fondo social de la novela, un abuso que se repite con una constante que es de preocupar y que viene a demostrar que el choque entre negros y blancos estaba muy vivo en gran parte de la población estadounidense de ayer (la novela transcurre durante la década de los 60 del siglo pasado), pero también en la de hoy como lo demuestran revueltas sociales sucedidas en ese país de manera periódica.
Me gusta la literatura que despliega Colson Whitehead en sus libros. Me agrada sobremanera el culturalismo que muestra el autor en El ritmo de Harlem. Especialmente destaca la música (el blues y el bebop, sobre todo) que nombres como los de Charles Mingus, Ornette Coleman o Lena Horne, y títulos emblemáticos de temas clásicos de estos ritmos tan caros a los afroamericanos como "Ebony", "Lonely woman" o temas de godspell como "My Heart is a Pasture" entonados en iglesias episcopalianas que tanto abundan en Harlem y que tan frecuentadas son por los habitantes del barrio. En una magnífica pirueta musical Colson Whitehead titula la novela, al menos en la edición americana, como "Harlem Shuffle", tema del año 1963 del dúo Bob & Earl que los Rolling Stone recogieron e interpretaron con enorme el año 1986. El novelista confiesa en entrevista publicada por el diario The Objective al poco de publicarse en España la novela en 2023 que tomó el título de esa canción para su novela porque representa muy bien la dualidad del personaje y en general de toda la sociedad tanto la delincuencial como la aparentemente honesta.
«La letra es muy ligera. Como una canción de baile: te mueves a la izquierda, te mueves a la derecha. Es el ritmo de Harlem. Pero, parte de la melodía es un poco siniestra. Se oyen muchos cuernos, que dan ese toque maligno a la canción. Creo que eso está en mi libro. Hay mucho humor, pero también mucha gente que es asesinada todo el tiempo. Así que esa canción capta las dos caras de la historia»
Como en las otras dos novelas que he leído de Colson Whitehead el asunto central es la insoportable discriminación racial que los de su raza sufren en los Estados Unidos, bien sea históricamente (El ferrocarril subterráneo) como ya en épocas más próximas a la nuestra como sucede en Los chicos de la Nickel y también en El ritmo de Harlem. La gran diferencia estriba en que en esta última el humor ocupa lugar preferente. No sólo es una novela de gánsteres y policías (novela de atracos la definen algunos), que lo es, también es una denuncia de lo difícil que la población de color lo tiene en ese barrio neoyorquino para mantenerse impoluto sin incurrir en delitos más o menos graves. El personaje de Ray Carney es perfecto para mostrar esa dificultad, ese querer estar en el lado de los buenos pero llevándose más o menos bien con los malos. La mayoría de los personajes (La novedad es que el novelista echa mano del humor para mostrar esta dualidad. Es un humor sobre todo de dos tipos:
Blanco
«Se sentó en el sofá. A juzgar por su expresión, le sorprendía lo cómodo que era el Argent. Carney tuvo que aguantarse las ganas de cantarle las alabanzas de la espuma Airform» (cuando el Carney comerciante debe morderse la lengua para no contar, cuando no es el momento, las excelencias de ese sofá que ansía vender)
«Munson le reconoció a Carney que Cheap Brucie tenía a un contacto en la comisaría que velaba por él, y que Munson odiaba a ese tipo porque una vez le abrió la nevera y le birló el almuerzo» (la bobería que muestran incluso los delincuentes sanguinarios)Lingüístico
«Quiero que telefonees a Pepper a Donegal’s, es donde pide que le dejen los mensajes. Que le llames y le digas que tienes información sobre mí, que venga cagando leches, ipso flauto» (la incultura del gánster que habla se evidencia con este latinismo mal expresado)
«Yo estudié en la… —UCLA —añadió Carney. —Exacto. ¡La Universidad del Chaflán de Lenox Avenue! —Un viejo chiste privado.» (el acrónimo famoso vulgarizado para mofarse de esa cultura elevada).Es un humor que incluso sirve de aderezo a la fuerte denuncia que el autor hace de la fortísima discriminación racial que existe en su país contra la que él lucha con las armas que mejor maneja: su escritura. El humor sarcástico es evidente en comentarios como el siguiente:
«Meter en la cárcel a un poli blanco por matar a un chico negro? —dijo—. Ahora dime que el Ratoncito Pérez existe.»
Final
(Tomado de The Objective de 08/03/2023. Colson Whitehead,
imagen de archivo, 2022. | Marilla Sicilia / Europa Press)
«Poco a poco, iba viendo que se estaba convirtiendo en una saga. Decidí que iban a ser dos libros. Y si haces dos, también puedes hacer tres. Sólo es una regla de tres. El lector va a seguir a Ray y a la ciudad en los años 60, 70 y 80. Cada década –cada libro– es un momento muy diferente en su vida. Tiene 30 años en el primer libro y tendrá 50 en el tercero. La ciudad de Nueva York entra en un desastre financiero a mediados de los 70 y sale de él en los 80. En cierto modo, el destino de Ray está escrito en la ciudad»