Sintió al viento golpear su rostro, entornó los ojos y se agazapó sobre el cuello del caballo. Le susurró a su oído para que corriera más rápido mientras presionaba con las piernas los flanco del animal.
Cuando divisó una luz plateada que se le acercaba, aferró su mano a la lanza y encajó el codo en el cuerpo, para que no temblara con el golpe. El choque fue fugaz. Le llevó unos segundos notar que era él el que seguía en el caballo.
Hizo dar la vuelta a su montura para mirar a su oponente. Cuando se subió la visera del casco, oyó el clamor de la muchedumbre, entre vítores y gritos de asombro. El otro caballero yacía en el suelo. Se acercó a él y se apeó, todavía con la lanza en la mano.
—Levántate, la justa ha terminado.
Su contrincante no se movió. Él se aproximó más y empuñó el arma para empujarlo, entonces vio que la punta de su lanza estaba manchada de rojo.
«Es imposible», pensó. «¿Acaso tan débil era su armadura?»
Tiró al piso la lanza y se abalanzó sobre el cuerpo inmóvil. Lo dio vuelta… y se apartó de un salto.
—Esto no puede ser —murmuró—, la lanza no era real, la armadura sí.
Había un hueco en la pechera del caballero inerte, muy cerca de su corazón. La multitud comenzó a acercarse, entre murmullos.
—No puede ser —repitió y levantó la visera del casco de aquel hombre.
Los ojos de su hermano lo miraron desde el vacío.
—Pe… pero… ¿qué es esto? ¿Qué…?
Una mano pesada cayó sobre su hombro.
—Sabía que serías tú —le dijo su padre mientras lo ayudaba a levantarse—. Siempre supe que serías tú.
—¡Padre! Lo siento, no sé cómo…, no sé qué sucedió, yo…
El padre sonrió.
—Lo que tenía que suceder —dijo mirando con calma el cuerpo tendido—. Había dos príncipes herederos casi idénticos; sólo podía haber un rey.
Los ojos de su hijo se agrandaron.
—¿Tú preparaste esto?
—El combate fue justo, un combate entre caballeros.
—¡¿Cómo pudiste?!
—Por el bien del reino, hijo mío. Pronto aprenderás lo que se debe hacer… y cuánto se debe sacrificar. —Elevó la voz llamando a su pueblo—. ¡Aquí tienen a su próximo rey, el príncipe heredero! ¡El mejor de los dos!
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