Este año me he propuesto no dejar que se me acumulen las lecturas (a veces, hasta olvidarme de ellas) sin comentarlas en el blog.
El primer libro que leí en 2018 fue La casa de los amores imposibles, de Cristina López Barrio.
Clara Laguna es una hermosa adolescente de un pueblo castellano de principios del siglo XX. Cuando se enamora perdidamente de un hacendado andaluz, su madre, una hechicera tuerta, la previene de la maldición de las Laguna: están condenadas a sufrir el desamor. Así, el hacendado la abandona tras quedarse embarazada y Clara, ciega de rabia, abre un burdel en la casona roja, a las afueras del pueblo. Allí, da a luz a Manuela, una niña fea y marchita...Una historia en la que conoceremos a varias generaciones de mujeres de una familia, duras y desdichadas, en la que encontraremos pasión, odio, venganza, amor y tragedia. El estilo literario podría circunscribirse en el realismo mágico con bonitos giros poéticos en ocasiones, pero también situaciones duras y algo repetitivo en las historias de las distintas mujeres que, al menos a mí, me provocaba cierta confusión.
La segunda que leí fue La reina del sur, de Arturo Pérez Reverte. Una historia de corrupción, drogas, amor y muerte en la que, por primera vez en la obra de Arturo Pérez-Reverte, la mujer se convierte en protagonista absoluta. La novela está basada en hechos reales y su escenario es el estado mexicano de Sinaloa, que es al parecer, un núcleo de corrupción y narcotráfico. Me sorprendió el uso del lenguaje mexicano, aunque no entendiera algunas palabras, ya que le da como una mayor verosimilitud a la novela, y el evidente trabajo de documentación que hay detrás, como es habitual en el autor. Con este escritor, como con otros, me ocurre que aunque no me interesen mucho los temas que trata me encanta como escribe.