Entiendo por Disonancia Intergeneracional una diferencia de valoración de la importancia y significados que se atribuyen a conceptos similares.
Excede a la pretensión de esta reflexión ir por los lados más finos del problema: rangos de edad, nivel formativo, experiencia laboral, especialidad profesional, contexto sociocultural, género… obviamente que considerar estos factores ofrecen diferentes lecturas del tema en cuestión: ¿cómo hacer que los jóvenes nos entiendan mejor para poder establecer cuál es la mejor manera de aportarles valor en sus vidas?
Es evidente que nuestra capacidad de comunicación —aún cuando la consideremos madura y razonablemente fundamentada en una serie de procedimientos lógicos para resultar “entendibles” por todos nuestros interlocutores— adolece de muchas limitaciones para entablar un diálogo atractivo para los jóvenes.
En principio, los adultos tenemos el prejuicio que la “Disonancia Intergeneracional” se debe a que los jóvenes son seres desinteresados por las cuestiones importantes de la vida, o que no poseen capacidad para poder proyectarse a sí mismos con una visión realista de lo que será su futuro… muchos docentes suelen mofarse de sus estudiantes asignándoles la calificación “individuos en manada con encefalograma plano”.
Los adultos, solemos “subestimar” a los jóvenes y ellos suelen vernos como proveedores poco a nada atractivos de conocimiento; y mucho menos, perciben en nosotros motivos “para verse proyectados a sí mismos en el futuro”… quizás teman: llegar a su futuro siendo parecidos a los que los adultos somos en su presente.
Los adultos solemos utilizar conceptos “disonantes” que muchas veces generan efectos inversos al deseado; por ejemplo: “ten cuidado”; aún cuando queremos expresarles un sentimiento positivo o un consejo que (nosotros consideramos) útil, palabras disonantes como “cuidado” provocan resistencias más que adherencias.
Podemos apelar a que atiendan los peligros que les asechan, o prevengan los riesgos que enfrentan, o que planifiquen sus acciones; pero ellos podrían estar entendiendo que sean conservadores, que no vayan por el camino que prefieren, que sometan sus sueños motivadores a un cálculo matemático supuestamente predictivo.
Como facilitador de aprendizaje en diferentes contextos, como padre y como “animador sociocultural” he cometido infinidad de errores de los que he extraído estas “notas”: