Comenzaban las batallas en el desierto

Publicado el 11 septiembre 2016 por Karla A. @viviendodelasp
Hace unos días releí Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco (esto de haber completado el goodreads challenge me está motivando mucho a releer). El libro llegó a mis manos cuando en el 2011 la SEP (Secretaria de Educación Pública) decidió sacar una nueva edición con motivo de los 60 años de la secretaría, y la otorgó a estudiantes de secundaria con el propósito de fortalecer el hábito de la lectura (el cual, al menos en mi secundaria, triste y honestamente dudo que se haya logrado).

Recuerdo que lo leí ese mismo día (son 62 páginas) y me gustó mucho, pero sinceramente a estas alturas, estando a seis años después de aquello, sólo tenía presente lo escencial de la trama y sentía que había olvidado mucho (además de que mi memoria es un asco, en serio).
Sinópsis:  Historia de un amor imposible, Las batallas en el desierto es una magistral novela breve que involucra aspectos como la corrupción social y política, el inicio del México moderno y la desaparición del país tradicional, y el rescate de las memorias individuales y colectivas de una ciudad a la que José Emilio Pacheco ama profundamente, pero denuncia de manera implacable. 
He disfrutado inmensamente esta relectura y me ha encantado percibir varias cosas que no había notado la primera vez, por eso en esta entrada quiero compartir dos de esas cosas/temas que más llamaron mi atención de la novela, las cuales se resumen en los siguientes puntos: 
Atención: si no has leído Las Batallas en el desierto corre a hacerlo y no quieres toparte con posibles spoilers, ¡huye!
El México de la posguerra. El contexto social, político, cultural y económico que nos presenta y describe el autor pertenece a la época en la que el presidente Miguel Alemán Valdéz estuvo en el poder (1946-1952), es decir, al México de la posguerra. Ahora que ya tengo conocimiento sobre aquello (porque no, no recuerdo saber algo de esto -ni de nada- en la secundaria) pude apreciar cómo se nos introduce en este ambiente en el que se impulsó la industrialización en el país, en un sexenio lleno de promesas de modernidad y progreso que trajeron más problemas sociales; una época en la que la influencia de nuestros vecinos norteamericanos se hacía cada vez más notoria con la adopción de expresiones y palabras del idioma inglés en el habla cotidana y la venida de marcas populares. Sin olvidar los estragos de la Segunda Guerra Mundial: la lucha entre judíos y árabes, el racismo, el temor nuclear, etc. 
Todo esto es presentado con un toque nostálgico y de añoranza por un pasado olvidado tras un cambio acelerado; una vez terminada la novela me ha sido imposible no quedarme pensando en nuestro país y el camino que ha recorrido desde entonces.
“Para el impensable año dos mil se auguraba -sin especificar cómo íbamos a lograrlo- un porvenir de plenitud y bienestar universales. Ciudades limpias, sin injusticia, sin pobres, sin violencia, sin congestiones, sin basura. Para cada familia una casa ultramoderna y aerodinámica (palabras de la época). A nadie le faltaría nada. Las máquinas harían todo el trabajo. Calles repletas de árboles y fuentes, cruzadas por vehículos sin humo ni estruendo ni posibilidad de colisiones. El paraíso en la tierra. La utopía al fin conquistada”.

Mariana, Mariana (1987)

"El amor está bien". Me gustó mucho cómo se retrató el problema al que se enfrenta Carlitos al enamorarse de una mujer mayor. Todos lo ven como si el mismísmo demonio se hubiera apoderado del niño, mientras que él simplemente lo toma como lo que es: una obsesión que a sus ojos y corazón se convierte en un sentimiento de amor que no deja de ser inocente. Mientras todo va camino hacia la modernidad, la doble moral permanece en el México de los 40's. (Epecialmente me gusta mucho la escena en la que va a la iglesia para confesarse con el padre). "Dije: Sí padre; aunque no podía concebir al demonio ocupándose personalmente de hacerme caer en tentación. Mucho menos a Cristo sufriendo porque yo me había enamorado de Mariana (...) Pero no estaba arrepentido ni me sentía culpable: querer a alguien no es pecado, el amor está bien, lo único demoníaco es el odio. Aquella tarde el argumento del padre Ferrán me impresionó menos que su involuntaria guía práctica para la masturbación. Llegué a mi casa con ganas de intentar los malos tactos y conseguir el derrame. No lo hice. Recé veinte padresnuestros y cincuenta avesmaría".
***
Esto ha sido tan solo una probadita de la que es una novela muy enriquiecedora que pienso todo mexicano debe leer. (Si, bueno, me contagié del espíritu del #EspecialPatriótico, qué decirles). No quise dar mi opinión del libro como siempre lo hago, sino más bien compartir de manera breve mi experiencia releyéndolo. En fin, me encantaría que me comentaran si lo han leido, si planean hacerlo o si no les interesa en lo más mínimo >.<.
¡Hasta la próxima!