QUE TU MEDICINA SEA TU ALIMENTO, Y TU ALIMENTO LA MEDICINA (Hipócrates)
Vamos muy deprisa por la vida. Este ritmo frenético tiene sus consecuencias a largo plazo. Así que cuidado, que nos puede producir una fisura anal. El comer rápido, esto es, el echarse al gañote los alimentos obligando al estómago a deglutirlos sin antes haberlos masticado. Vamos, que parece que entre las cosas que hemos olvidado está la de otorgar la suficiente importancia al ritmo con que ingerimos los alimentos. Todos lo sabemos y aprobamos el examen teórico, pero lo dudo en el práctico.
Sabemos que la saliva tiene un función antibacteriana. El masticar mucho los alimentos provoca que se genere más. De esta forma, se eliminan posibles bacterias tóxicas presentes en la manduca. Además, el bolo alimenticio, al estar más machacado, se traga mejor y facilita una digestión más saludable.
Comer lentamente activa los jugos gástricos, que serán los encargados de facilitar la asimilación de los alimentos. Si lo hacemos rápidamente perderemos gran parte de los nutrientes; aunque en esta sociedad sobrealimentada quizás no sea tan importante. Es bueno sentir la texturas y con ello apreciar los sabores. La velocidad retrasa la sensación de sentirnos "llenos" y acentúa las posibilidades de ser gordos, con sus problema asociados de diabetes e hipertensión. Así que al loro, porque también aumentan la pesadez y el estreñimiento, que molestan un montón.
El estómago y los intestinos de los humanos son una verdardera máquina de triturar y de digerir. De hecho, no hay animal que pueda comer tanta variedad de alimentos. Esta ventaja que nos hace únicos no va en contra de la inteligencia, así que seámoslo. Comamos despacio, salivando los alimentos y saboreando lo que ingeramos. Obvio, si; que lo llevemos a la práctica, no lo sé. Fin.