Comer en Santiago de Compostela: La Burguería

Publicado el 10 diciembre 2015 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas
El restaurante La Burguería, en su entrada por la calle Santiago de Chile

Se inaugura una nueva sección en este nuestro blog, una sección de crítica gastronómica. Sin pretender ser críticos gastronómicos profesionales, queremos dar nuestra opinión sobre la comida que probamos en algunos de los sitios a donde vamos. En principio, en nuestras críticas de este tipo, vamos a probar la comida de sitios low-cost o que no sean excesivamente caros, ya que el presupuesto es el que es. Así que nadie espere que vayamos a hacer críticas a restaurantes con estrellas Michelin ni nada por el estilo (al menos a corto y medio plazo).

Los componentes de este blog, nos hemos ido este mediodía, para inaugurar esta sección, a un lugar especializado en hamburguesas en una de las calles importantes del Ensanche de Santiago de Compostela, la calle Santiago de Chile, concretamente hasta el nº 32. En ese lugar, nos encontramos con un local grande, que también tiene entrada por la avenida Romero Donallo. En este local se encuentra la protagonista de la primera crítica gastronómica en este blog: La Burguería.

La Burguería en su entrada en la avenida Romero Donallo

Entramos en el local, nos sentamos, y visualizamos un poco la decoración y el ambiente del local. Es un local muy bien decorado, tiene una mezcla muy bien ponderada de estilo moderno, rústico e industrial: mucha cristalera, que permite la entrada de bastante luz natural, bastante madera en el mobiliario, lo que da ese toque rústico, y algunas tuberías al aire y algunas lámparas con luminarias que simulan estar oxidadas, y que parece que hacen una especie de tributo “sui generis” a las lámparas que había antiguamente en las minas. Todo ello, en unas líneas sencillas, que aportan un estilo informal pero sobrio y elegante. Además, destacan las paredes, que en algunas partes están decoradas con serigrafías relacionadas con la carne y los animales de los que sale esta carne, y en general, con los productos que se ofrecen en el local, decoración que parece estar en pleno auge en estos momentos, ya que hay bastantes locales con ese tipo de decoración, especialmente aquellos que tengan a las hamburguesas como parte de sus productos estrella. De hecho, recuerdo que en otro local parecido a La Burguería al que fui hace tiempo, había una serigrafía grande con la silueta de un cerdo en la que se señalaban las distintas partes del cerdo, con los nombres de los productos cárnicos que normalmente se sacan de las distintas partes del cerdo, algo que, a mi juicio, es algo muy bueno, aunque sólo sea por saber qué es lo que comemos.

Por otro lado, la ambientación musical era buena, con el volumen alto, pero que no hacía necesario tener que elevar el tono de voz para charlar con quien estuvieses compartiendo mesa. El reggae y el country eran los principales ingredientes de este hilo musical.

Pero vayamos a lo que más importa en cualquier restaurante: lo que hay en la mesa. Como ocurre en muchos locales especializados en hamburguesas, había un plato con los botes de sal, pimienta, kétchup y mostaza, además de un bote de cristal de los antiguos (de aquellos en los que nuestras abuelas guardaban sobras de comida, especialmente de salsas, y que ahora se utilizan mucho en decoración, e incluso para presentación de platos: de hecho, recuerdo ver en otro restaurante, hace poco, una tarta de queso presentada dentro de la versión más pequeña de estos botes), en donde estaban las servilletas y los cubiertos. Muy bonito el conjunto, la verdad. Aunque tengo que poner un “pero” a esto. Llamadme puntilloso, pero creo que deberían ofrecer más salsas diferentes para poder echarlas en las hamburguesas. Que sí, que el kétchup y la mostaza es lo que más se demanda, pero no estaría mal que hubiese, por ejemplo, un bote de salsa barbacoa, ya que tiene bastantes adeptos, y es algo que cada vez es más frecuente en este tipo de locales, lo cual es algo que podría hacerles destacar frente a la competencia. Aunque muchas de estas salsas parecen no combinar con todas las variedades de hamburguesas, es algo que a los comensales les da la sensación de poder elegir entre muchas opciones y combinar al gusto de cada uno, regla que es aplicable no sólo en las hamburguesas y no solamente se utiliza en la comida y la bebida, sino que es algo aplicable a cualquier producto o servicio. La capacidad (o más bien la sensación) de elección entre muchas opciones, es un elemento muy poderoso que atrae a la mayoría de los consumidores, y que a muchas empresas les ha traído cuantiosos beneficios cuando supieron explotar bien esta idea.

Después de este pequeño desvío, vayamos a lo que comimos y bebimos. En la bebida, tanto Mr. Barbas como Mr. Boinas (quien escribe estas líneas), consumimos el más famoso refresco de cola. Trajeron la botella del formato de 350 ml, lo cual me parece un gran acierto, porque normalmente es suficiente para poder afrontar toda una comida, y aunque haya que pagar un poco más que con la botella de 200 ml, esa diferencia de capacidad se agradece mucho.

Ya en el tema de la comida, y a pesar de que en la carta había ensaladas también, ambos nos decidimos por hamburguesas, ya que consideramos que este sitio era, precisamente, para tomar hamburguesas. Pero antes, y para picar, decidimos probar una ración de hummus con pan pita, que estaba bien. La verdad es que nos llamó la atención que tuviesen esto en la carta, no es algo muy habitual en locales de este tipo, lo cual se agradece, en aras de encontrar variedad culinaria en locales de este tipo, que en los entrantes normalmente nos tienen más acostumbrados a los nachos con guacamole o a los aros de cebolla, algo que también se ofrece en este local, pero nos decidimos por el hummus por aquello de que era algo diferente.

Así es el hummus con pan pita

A continuación, vino lo principal, las hamburguesas de La Burguería, o como ellos las promocionan: “las hamburguesas del norte”. Mr. Barbas pidió una hamburguesa surfera en pan de bolla gallego. Dicha hamburguesa llevaba, además de 150 gramos de carne de ternera: lechuga, tomate, cebolla roja, queso cheddar, bacon, aguacate y mayonesa burguer. Mr. Barbas dio su aprobación a esta hamburguesa, destacando muy especialmente el aporte del aguacate en esta hamburguesa. Por la parte de un servidor, Mr. Boinas, tocó una hamburguesa “pier” en pan de Viena (el pan clásico de las hamburguesas). Dentro de esta hamburguesa, además de 200 gramos de carne de buey, había: lechuga, tomate, queso San Simón, patatas paja, y mayonesa de tomate seco, además de una suave salsa chimichurri con especias. En términos generales, estaba buena. La salsa chimichurri suaviza el fuerte sabor que muchas veces te encuentras en estas hamburguesas con carne de buey, las patatas paja aportan un toque más crujiente al conjunto, y la mayonesa de tomate seco potencia, aunque sin excederse, el sabor del tomate, que de lo contrario, apenas percibirías su sabor en la hamburguesa. El resto de ingredientes, no se notan demasiado, pero aportan también su parte en el conjunto, que hace simular una hamburguesa de buey más ligera de lo que normalmente se suele esperar de las hamburguesas con carne de buey.

Las dos hamburguesas que probamos, con su correspondiente acompañamiento de patatas fritas. En primer plano, la hamburguesa surfera. En segundo plano, la hamburguesa “pier”. Ambas con la tapa de pan posada detrás, para contemplar el interior de las hamburguesas.

Ambas hamburguesas venían acompañadas de patatas fritas, ya que ambos lo pedimos a través de un menú económico, en el que se escoge la hamburguesa (en la que también escoges el pan, bien sea tipo Viena o tipo bolla), el acompañamiento, bien sean patatas fritas o alguna de las ensaladas, y postre o café, además de la bebida. En las patatas fritas nos llevamos un pequeño “chasco”, ya que te las ofrecen como “patatas fritas rústicas”, y pensábamos que con lo de “rústicas” iban a ser algo distintas a las patatas fritas habituales. Pero, a pesar de ser patatas fritas normales, estaban buenas.

En el mismo sentido en el que comenté lo de la variedad de los botes de salsas, decir también que estaría bien que en este menú se pudiese escoger entre más opciones en el acompañamiento en la parte de los fritos, ya que a veces te apetece comer algo distinto a las patatas fritas normales, y en este local en esa sección te ofrecen también, además de las patatas fritas normales, aunque pagando aparte, patatas deluxe con salsa tártara, fritos de calabacín con salsa de soja y miel, y aros de cebolla fritos en tempura de la marca de cerveza más famosa de Galicia, siendo cualquiera de estas tres opciones, más originales que las patatas fritas normales.

Algo parecido se podría comentar sobre las variedades del pan para la hamburguesa. El pan tipo Viena y el pan tipo bolla están muy bien, pero ante la gran variedad de pan existente en el mercado, no estaría mal que hubiese un par de opciones más. El pan de centeno o el pan integral serían dos opciones muy a tener en cuenta.

Otra cosa que me pareció muy llamativa, fue el hecho de que no preguntasen como queríamos la carne de las hamburguesas. Nos las trajeron al punto, que es como más me gustan, pero creo que preguntar eso sería un buen detalle para aquellos consumidores que gustan más de las carnes de hamburguesa poco hechas o muy hechas (aunque es verdad que a veces no es algo recomendable en el caso de la carne poco hecha, pues a veces hay riesgo de infecciones).

Un resumen de la filosofía de este establecimiento

Las hamburguesas, las patatas y el hummus llenan bastante, especialmente las hamburguesas, pero, a pesar de ello, aún teníamos un hueco para tomarnos el postre. Mr. Barbas pidió un “Apple crumble”, un postre tradicional inglés con manzana, al que dio su aprobación. Un servidor, como gran fanático del chocolate, se decantó por un Brownie de chocolate, que estaba bueno, aunque para mi gusto quizá estaría mejor con algo que pudiese humedecer la textura interior del brownie, ya que lo encontré bastante seco, si bien es algo que pasa bastantes veces con este postre en muchos otros sitios.

Los dos postres que probamos, que en esta fotografía no parecen gran cosa, pero que en realidad son bastante consistentes

En el tema de las bebidas, nos quedó pendiente probar alguno de los batidos o algunos de los “tarros”. Había batidos de fresa, vainilla o chocolate, y en el caso de los tarros, de medio litro de capacidad, podía haberlos de limonada, cerveza, sangría o gin tonic.

En conclusión, la Burguería es un buen local, con una relación calidad-precio correcta, y es ideal para aquellos que quieran buenas hamburguesas sin gastarse una fortuna en ello. El trato del personal fue el correcto, y las raciones de comida son más que abundantes. Un sitio recomendable sin duda.

Simón de Eiré

PD: para más información, esta es su página web: http://laburgueria.com/#la-burgueria