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No hay manera. A los padres les da miedo introducir alimentos más sólidos. Al nacer sólo toma leche, a partir de los 4-6 meses los cereales sin gluten y luego, progresivamente, alimentación semisólida (papillas, purés…) hasta que antes del año ya empieza a comer pequeños pedacitos de alimentos sólidos. Es muy cómodo darle la comida bien triturada ya que se acaba el plato en un abrir y cerrar de boca. Pero cuando el pequeño lleva meses comiendo todo en papilla y sin grumos, es lógico que le cueste acostumbrarse a los alimentos sólidos. El bebé identifica la cuchara con la comida fina. Y en cuanto “detecta” un grumo o tropezón en la boca, lo suele rechazar, no lo acepta o incluso lo vomita.
A partir de los nueve meses, el niño ya tiene capacidad de empezar a alimentarse por sí mismo (con limitaciones, claro) y hay que aprovechar para sentarlo en la mesa y ponerle un plato de plástico con trocitos blandos de comida y cubriendo bien el suelo a su alrededor con hojas de periódicos, porque al principio más de un trozo de pan, verdura o fruta saldrá literalmente “volando hacia el espacio exterior”…También es importante ir eliminando las tetinas de los biberones, tanto para tomar papillas como para beber agua. El bebé es capaz de sostener un vaso con pitorro y beber solo o con ayuda. A partir de los nueve meses al niño le encanta llevarse cosas a la boca. Una lista de “manjares” para que vaya practicando sin ayuda de papá y mamá:
- Pequeñas porciones de queso suave y mantecoso
- Pan tostado blando, arroz, croquetas
- Pasta italiana como macarrones, fideos, sopas de letras
- Galletas redondas de pequeño grosor, barquillos, etc
- Verduras cocidas deshilachadas o en trozos (patata, zanahoria, guisantes)
- Frutas peladas en rodajas (plátano, manzana, pera, ciruela, aguacate, melón
- Pequeños trozos blandos y desmenuzados de carne, pescado o huevos