Todos los relatos fallan cuando los miras de cerca. Todos. Ahí está relato del internacionalismo proletario, por ejemplo. José Fernández fue un asturiano niño de la guerra que vivió gran parte de su vida en la Unión Soviética. A principios de los sesenta fue destinado como intérprete a La Habana de Fidel Castro. Dejó un relato de su estancia allí, Memoria de La Habana, con el que ando enfrascado. En la página 129 consigna una conversación muy reveladora, la última que tuvo, con Nikolái, el militar al que hacía de intérprete. El militar vuelve a Moscú al haber terminado su misión en Cuba y José se acerca a despedirlo:
"-¿Te vas? Te envidio. Yo también me iría.
Así lo sentía en aquel instante.
Me contestó con hostilidad y tratándome de usted, como siempre que estaba enfadado conmigo:
-Usted se queda aquí: aún tiene que pagar el pan que ha comido al pueblo ruso.
Yo llevaba un cuarto de siglo emigrado y ya había reunido una buena colección de frases semejantes, referidas a mi y a otros"