Yo hasta hace poco no sabía que tenía un término específico, si que sabía que algunos platos me resultaban especialmente agradables, en definitiva, reconfortantes.
Pero como todo, esto también tiene su nombre especial para que podamos identificarlo con facilidad y etiquetarnos en algo más, en un grupo más.
El otro día, con un trancazo tremendo y afónico, reconozco que me surgió de dentro, me apetecía una sopa de huevo calentita. Un plato que mi madre solía hacerme de pequeño y que hace años y años que no había vuelto a probar.
Es un plato típico de postguerra, en el que hacías comida para varios con un poco de agua, pan y un huevo. Mi madre siempre me decía que su madre se la hacía a ella y sus hermanos cuando vivían en el cortijo, allá por los años cuarenta.
Creo que la aparición de este tipo de comidas reconfortantes anímica y emocionalmente, va íntimamente ligado al crecimiento. A medida que nos vamos haciendo mayores, van a pareciendo este tipo de recuerdos que nos reconfortan temporalmente.
Nos reparan emocionalmente durante un rato, abrigándonos con los agradables recuerdos de nuestra infancia, o de la época a la que nos transporte ese manjar divino. Aunque, creo que la mayoría de las veces es a nuestra infancia.
Tengo varios platos que para mi son más que comida, más que alimento, son casi como medicina para el alma. La sopa de huevo que ya he mencionado, las migas y las magdalenas caseras, no las industriales, esas no me aportan nada más que grasas.
Normalmente son platos sencillos pero su ingrediente secreto es la carga emocional que nosotros le añadimos. Por eso no entiendo que haya gente que haga recetarios de comida Comfy, cuando es algo totalmente personal e intransferible.
En definitiva, comer uno de esos platos suele ser un placer en todos los aspectos, es cuidarse, es quererse.
¿Vosotros tenéis platos Comfy?