Comic Review…por César del Campo de Acuña
Empress de Mark Millar, Stuart Immonen, Wade Von Grawbadger e Ive Svorcina
Creo, si no me equivoco, que ya he comentado en más de una ocasión que no soy un gran aficionado a las Space Opera. Tampoco piensen que no tocaría obras del citado genero ni con un palo pero, sea por la razón que sea, hay algo en ellas que no termina de conectar conmigo. Pero, a pesar de esa reticencia personal hacia este tipo de historias hay algunas a las que no me importa acercarme, en el marco de las viñetas, por los nombres que se encuentran detrás de ellas. Y ese es el caso de Empress, cómic perteneciente al famoso sello Millar World, en el que el escritor escoces se vuelve a unir a uno de los grandes como es Stuart Immonen, para traernos una aventura espacial en la que no faltan ni uno de los tópicos de los culebrones cósmicos como son los cruelísimos tiranos intergalácticos, mundos imposibles, criaturas inimaginables, monstruos espaciales, rebeldes, tecnología hiperbólica, combates aéreos con las estrellas como telón de fondo, romances prohibidos y la lucha por la esperanza. Eso es Empress y lo es sin ningún tipo complejo o ganas de dar un discurso diferente que no sea el que ya de sobra conocemos.
En esta ocasión Mark Millar no saca a relucir una idea evidente que nadie ha llevado a la práctica como en otras de sus obras (Renacida o Némesis por ejemplo) sino que se limita a construir un relato sostenido por los pilares básicos de las Space Opera. A diferencia de lo que hizo en Starlight, aquí Millar no experimenta con un concepto evidente o arriesgado, sino que se limita a seguir, imprimiéndole su sello característico, los tópicos del género colocando los elementos que he citado en el anterior párrafo en un relato que avanza a una velocidad endiablada y que transmite la premura con la que los protagonistas lidian durante toda la aventura. ¿La trama? La Reina Emporia, tras presenciar la última ejecución ordenada por su marido, el cruel tirano Morax, decide huir de palacio junto a sus tres hijos escoltada por el Capitán Dane su guardaespaldas personal. Convertidos en prófugos y con Morax pisándoles los talones nuestros protagonistas acabaran en manos de esclavistas, visitaran planetas abandonados, se toparan con monstruos alucinantes y viajaran por todo el cosmos afrontando todo tipo de peligros. ¿Les suena? Pues claro que les suena, el argumento no es original pero… ¿saben qué? No importa.
¿Qué porque no importa? Pues porque en esencia ya conocemos todas las historias que pueden ser contadas y de vez en cuando está bien paladear un relato que no pretende ser más de lo que realmente es. Personalmente estoy harto de que buena parte de la industria del comic popular, que no es otro que el que ofrece emociones sin ambages, tenga que estar permanentemente buscando excusas y justificaciones morales, sociales o intelectuales para existir. ¿Cuándo hemos perdido la libertad para disfrutar de algo por el mero hecho de ello sin la necesidad de extraer una enseñanza de ningún tipo de sus páginas? No tengo una respuesta a esa pregunta pero si puedo afirmar que estoy cansado de leer, escuchar o ver opiniones acomplejadas que no dicen otra cosa que: “eh, mucho cuidado…que los cómics son más serios de lo que parecen, ojo”. Y sí, es cierto que Millar en Empress se apoya descaradamente en Star Wars, en Valerian y en otras Space Opera de postín y no es menos cierto que vuelve a escribir mirando una posible adaptación televisiva o cinematografía de la obra, pero esos dos hechos están por debajo del entretenimiento sin miramientos que ofrece Empress.
Evidentemente, y dada la velocidad que imprime el escoces a este relato, los personajes no están especialmente bien desarrollados y construidos más allá de pinceladas de personalidad esculpidas en tópicos pero estos siete primeros números de Empress no son otra cosa que una carta de presentación para un universo que, una vez más en la producción de Millar, continuara o no dependiendo del interés de los lectores ya que como muchas otras de sus obras (American Jesus por ejemplo) termina en una socorrida viñeta en negro que anuncia que estamos ante el fin del libro primero. ¿Quiere decir que no hay una historia completa en el tomo recopilatorio de los siete números de Empress? No, claro que no. Hay una historia completa pero el guionista se guarda en la manga la posibilidad de continuar la historia en el caso de que convenza y de aparcarla si no logra el éxito esperado. Pero teniendo en cuenta que firma el apartado grafico Stuart Immonen es muy probable que más pronto que tarde veamos una continuación de este universo. Al respecto del trabajo de Immonen tan solo le puedo poner un pero y no es otro que la falta de imaginación a la hora de crear razas alienígenas ya que todas, o al menos la inmensa mayoría de ellas, son antropomórfica.
En general he disfrutado de la lectura de Empress. Quizás no tanto como la de Starlight pero si me puedo permitir el lujo de recomendarla y no solo por los nombres de los máximos responsables de esta obra sino por lo divertida, desacomplejada y directa que es. Yo no sé ustedes, pero si leo comics es para evadirme de la funesta y ceniza realidad y con Empress logre desconectar llegando a perderme en sus páginas gracias a lo terriblemente agradecida de leer que es esta obra. No, no es profunda y no, no encontrarán respuestas al sentido de la vida en sus viñetas pero si son de los que son capaces de ver más allá de Star Wars, de dejar los complejos en la puerta y de entregarse a la sana diversión de una historieta que no tienen otra razón de ser que la de entretener seguro que pasaran un rato estupendo acompañando a Emporia y a sus hijos mientras huyen del terrible Morax.
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