Con mi más reciente
libro,
Volver a empezar
Los escritores somos, por lo general, neuróticos.El reconocer mis neurosis me ayuda a sobrellevarlas. Con el deporte canalizo la ansiedad, la preocupación, la frustración y el enfado. Incluso mis hijas que ahora tienen 9 y 6 años me dicen a veces: “mamá, deberías salir a correr un rato”, porque saben que eso mejora mi talante. El deporte o cualquier forma de ejercicio físico practicado con regularidad es el mejor antidepresivo.Eso y alimentarse de forma equilibrada y saludable, y dormir las horas suficientes cada noche, son una vacuna contra la tristeza vital. Por otro lado, la moderación es clave. Yo que tiendo a la obsesión y al exceso (por algo padecí bulimia, tema de mis libros Me siento gorda y Miedo a comer), tengo que procurar marcarme pautas y practicar la moderación en todo. Desde que hace ya años dejé de contar calorías y de obsesionarme con la báscula y con machacarme en el gimnasio, tengo un peso y una talla normal y me siento mejor que nunca física, mental y emocionalmente.
¡No te tomes tan en serio!
Pensar de forma pesimista puede ser una simple costumbre que es modificable.Para evitar dejarme llevar por pensamientos negativos, a menudo he recurrido a CDs y hoy en día a mi teléfono para escuchar audio libros de superación personal o incluso novelas cómicas. Ver comedias en DVD, hablar con un amigo que te hace reír o dar un paseo son recursos inmediatos para evitar caer en la desidia.
Algo tan sencillo como acostumbrarme a sonreír y no tomarme tan en serio ha hecho milagros en mi caso.
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