Cómo acabar con la cultura (5)

Por Josep Pradas
Otra forma de disolución del artista y su obra, fruto de la presión del poder político y cultural dominante, es su adaptación a los cánones impuestos, la aceptación consciente de una determinada ortodoxia. También así se consigue acabar con la cultura, también así se logra matar al artista, anular su libre impulso creativo, dominar al demonque lleva dentro y convertirlo en oveja obediente. Aquí el artista no muere, a pesar de que se suicida como tal, renuncia a su libertad de crear, renuncia a la vida de artista, se transforma en funcionario de la cultura, y se convierte en asno, en palabras de Benjamin. Su obra carece de valor auténtico, y eso es un triunfo para quien desea acabar con la cultura.Alexander Fadeyev (1901-1956) es un primer ejemplo de esta forma radical de renunciar a ser artista. Afiliado desde muy joven al partido bolchevique, luchó en sus filas en la Guerra Civil y también contra los japoneses en Siberia. De estas experiencias extrajo material para una primera novel, Los diecinueve, publicada en 1927. Para entonces ya es una figura prominente del realismo socialista y miembro activo de la Unión de Escritores Soviéticos, que presidirá entre 1946 y 1954. Desde este puesto atacó a escritores como Pasternak, pero también a compositores que no encajaban en la política cultural soviética.
Durante este período en la cumbre del poder cultural, paradójicamente apenas escribe, tan sólo la famosa novela La joven guardia, publicada en 1946, que narra las escaramuzas de un grupo de guerrilleros rusos en la Ucrania ocupada por los nazis. Al principio la obra es bien recibida por la crítica oficial, pero pronto le advierte de una grave omisión: Fadeyev se había olvidado de mencionar la participación de algunas figuras importantes del partido en la resistencia contra los nazis. Entonces, Fadeyev reescribe su novela para corregirla según la sugerencia del partido y dar gusto a sus superiores. Es la forma más estúpida de suicido intelectual. En 1951 publicó al versión aceptable de la novela y siguió disfrutando de su cargo oficial hasta 1954. A la muerte de Stalin, un año antes, Fadeyev había dicho de él que era “el mayor humanista jamás conocido”. Pero ya tenía los días contados, la política soviética iba a dar un giro y todos los seguidores de Stalin serían cuestionados, procesados e incluso eliminados. Se apoderó de Fadeyev una gran depresión, quizás fruto del miedo, y se suicidó en mayo de 1596 con una sobredosis de alcohol.

Fadeyev,  Mayakovsky y Stavski, en los años 20