Como afecta la marihuana al cerebro

Publicado el 08 diciembre 2019 por Carlosgu82

La marihuana se está legalizando en algunos países por orden político para evitar el narcotráfico. Sin embargo, no es una buena iniciativa en cuanto a la salud. La marihuana ha destrozado familias y a nivel neurocognitivo deja secuelas, a nivel orgánico también.

Los macabros traficantes sobornan a los consumidores sin importarles su salud, sino sus bolsillos valorando exclusivamente la parte monetaria.

El principio activo de la marihuana es el Tetraidro Canabinol que genera alteraciones neurocognitivas a nivel de la memoria, la motivación, la atención, el lenguaje, la concentración lo que lleva a muchos al abandono de estudios.

Un chequeo mediante valoraciones neurocognitivas o a través de neuroimagenes demuestra que la marihuana origina lesiones prefrontales que derivan en daños en zonas orbitocentrales volviendo agresivo al consumidor.

El objetivo último que se busca es la rehabilitación y la reinserción en la sociedad.

La marihuana es sumamente tóxica y no una droga recreativa ya que altera y lesiona el funcionamiento cerebral. En los países donde está legalizada es muy común el consumo en la calle y mayor permisividad de los padres al tratarse de una droga legal. En Latinoamérica muchos padres son bebedores habituales y fumadores y, sin embargo, ponen el grito en el cielo si «pillan» a sus hijos consumiendo marihuana.

El consumidor de marihuana sufre un fuerte deterioro de sus capacidades cognitivas en todas sus áreas (atención, memoria, concentración, lenguaje, aprendizaje….) Y también ve alterada su conducta (impulsividad, actuar sin medir consecuencias, agresividad, excesiva irritabilidad….) También se dan alteraciones emocionales cognitivas.

Cuando se hace crónico el cerebro está mucho más dañado pero gracias a la neuroplasticidad del cerebro y su reserva cognitiva es posible la rehabilitación.

La mayor responsabilidad la tienen los padres que deberían predicar con el ejemplo para que sus hijos no repitan conductas inadecuadas como el alcoholismo.

Hay gente que no sabe de la toxicidad de la marihuana y la considera incluso medicinal. No importa su raza, su sexo, su religión, su condición económica… La droga no entiende de eso. Sin tener argumentos científicos mucha gente asegura que les quita el dolor o incluso que les ha curado de un cáncer. Son opiniones que se pueden leer en redes sociales y que la gente cree.

La predisposición genética a la adicción es infalible. Todo aquel que posea el gen adictivo será consumidor de algún tipo de droga durante su vida.

Las Pseudociencias o Medicinas alternativas como la Orinoterapia, Flores de Bach o transferencias fecales contra el autismo, entre otras muchas utilizan la persuasión y la labia prometiendo una curación rápida, aludiendo a la medicina como un negocio farmacológico y además lento. Así se llevan una buena tajada de gente ignorante o muy desesperada. Sin embargo, claro está, el individuo es libre de elegir lo que mejor le vaya.

Para que la persona con adicción se cure tiene que estar concienciada y sobretodo querer para poder entrar en un programa de rehabilitación y desintoxicarse. Cuántos más años de consumo lleve más le costará pero después de un largo tiempo sin consumir (meses) gracias a la neuroplasticidad y reserva cognitiva del cerebro se rehabilitarán muchas áreas cerebrales, sistemas de memoria, de inteligencia y emocionales.

Los usuarios de rehabilitación cognitiva pasan por un proceso de estimulación, por evaluaciones integrales para ver hasta que punto están lesionadas las áreas del cerebro. Después de un tiempo sin consumir se realizan las mismas pruebas y se comprueba la notable mejoría de estas áreas.

Es patético ver a un encanto de chaval bajo los efectos de las drogas. Puede volverse brutalmente agresivo, entran en Estados psicóticos y pegan a sus padres que aún viéndose violentados psicológicamente y emocionalmente por parte de sus propios hijos se siguen preocupando y estando pendientes de ellos.

La familia debe solidarizarse con el enfermo. Que todos se involucren y comprometan a no beber y evitar en lo posible la nicodependencia. En las recaídas es cuando la familia más cerca debe estar del enfermo y apoyarle.

El enfermo sufre de acoso moral, se le considera una lacra social, una vergüenza familiar y tienen estigma. La gente no los veo como enfermos por falta de información, sin embargo a alguien que padezca de corazón se le da mucho ánimo y apoyo.

Cuando la persona, al fin, deja la droga el cambio es increíble. Razonan mejor, su conciencia en mejores condiciones, recupera los lazos familiares y de amistad y recuperan habilidades que la droga había mermado.

La familia entra en cuadros depresivos sin darse cuenta que, en muchas ocasiones, ellos son bebedores y adictos a la nicotina que es mucho más grave que la marihuana pero ponen el grito en el cielo si «pillan» a sus hijos consumiendo