Y al mismo tiempo, es la historia en sí misma la que me chirría un poco, puesto que me pareció todo muy semejante a esos culebrones que echan a las cuatro de la tarde en verano. Tita es esa típica joven destinada a sufrir por amor, que ama a Pedro con locura, pero que por ser la menor de la familia está condenada a cuidar a su madre hasta que ésta fallezca. En el ínterin, su enamorado se casa con Rosaura, la hermana de Tita, con la intención de permanecer cerca de la mujer a la que ama en realidad. Y bueno, más o menos el resto nos lo podemos imaginar: que si celos, que si tragedias, que si promesas rotas, amores y sobre todo muchos desamores.
Además, no hay que olvidar que en este libro se utiliza con no poca frecuencia el realismo mágico, y para ser sincera, yo soy de esas personas que tiene que tomar el realismo mágico en pequeñas dosis. En Como agua para chocolate hay bastante de esta corriente, y la verdad es que a veces no podía evitar fruncir el entrecejo o incluso soltar una risita por lo extraño (e inverosímil) de algunas situaciones.Así que, a partir de ahora, tendré que tener más cuidado con esos antojos primaverales tan repentinos y esperar para ver si esta floreada estación me trae la próxima vez algo con lo que esté más conforme. Mientras tanto, crucemos los dedos.