LA INVENCIÓN DE HUGO
Érase una vez un cineasta llamado Martin, érase una vez una crisis desoladora que consumía a propios y extraños día tras día, érase una vez un adolescente que voló durante 127 minutos, un adolescente que derramó una lágrima de alegría...
Scorsese se abre de par en par, descansa de todas esas absorbentes historias de violencia, corrupción, honor y sangre para ofrecernos un inusual relato que no es más que una imponderable y mágica declaración de intenciones, una declaración que nos toma como testigos, testigos que se maravillan y crecen como seres con las imagenes en movimiento, con las aventuras y los peligros, con los encuentros y los desencantos, con las historias, con el cine: con el Séptimo Arte, al menos para aquellos que sepamos considerarlo como tal, una historia de corte familiar que esconde una carta de amor infinito e imperecedero hacia el celuloide, una búsqueda donde conoceremos personas que encontrarán un hueco en nuestra memoria como nosotros en nuestros respectivos asientos para recordarnos que no estamos solos. Con un reparto encabezado por un futuro prodigio llamado Asa Butterfield acompañado de una jovencilla con mucho desparpajo, pero quienes se llevan la palma en esta función son un inmenso Ben Kingsley como el legendario Méliès que raramente no arañó ni la nominación en la última edición de la estatuilla dorada conocida como Óscar, y un desternillante Sacha Baron Cohen.
Con una factura técnica impecable donde destacan una dirección artística y un montaje sencillamente SOBERBIOS, tenemos ante nosotros uno de los films clave, no solo del 2011, si no de toda la historia del cine, que aún arrastrando varios defectos destacables, se vale por sí sola para ganarse el título de obra indispensable gracias a su fondo, un fondo que nos narra y nos guía enseñándonos que sin esta creación no seríamos nada, cada época esconde un pequeño milagro en movimiento, y cada milagro contiene un pedacito de nuestra historia, como engranajes que conforman una máquina cuya supervivencia reside en la preservación, en el recuerdo y la apreciación.
Por eso me siento agradecido, por los dramas, por las comedias, por los thrillers, por el terror, por los westerns, por la ciencia ficción, por las aventuras, por la historia... doy gracias cada día al saber que en una sociedad en constante cambio, genios como Martin Scorsese velan por nosotros para continuar saciando nuestra sed de creatividad y nuestra búsqueda de mundos donde implicarnos y sentir, ya sean crueles o bellos, lejanos o cotidianos, como álmas en las butacas, alcanzando un cielo del que no querremos salir y del que beberemos y aprenderemos, mientras nuestros párpados continuen abiertos.
Gracias Martin, gracias por recordarnos por que el Séptimo Arte forma parte nosotros, por que forma parte de mi.
NOTA: 9/10