Cómo amar al pecador aborreciendo al pecado.

Por Proferay

(Ejemplo práctico)

Una de las cosas “difíciles” que nos manda nuestro Señor hacer es amar a nuestros enemigos.

Como frase bíblica es muy bonita y elegante, pero cuando el Señor en Su soberana voluntad permite que parte del camino debamos transitarlo a la par de un enemigo que nos agrede, y la palabra del Señor nos pone a prueba, la situación pasa a ser algo más delicado que debemos aprender con la guía del Espíritu Santo.

Dios aborrece el pecado pero ofrece misericordia y amor al pecador aún cuando este no lo merece. (Sucedió con nuestras propias vidas, ¿lo recuerdan?)

Uno puede pensar: “bueno… para Dios es fácil” pero no. El precio que Dios mismo pagó fue bastante alto en la cruz con el sacrificio de su Hijo Jesús.

Pero entonces, ¿cómo podemos nosotros hoy amar al pecador y aborrecer al pecado?

C.S.Lewis, (autor de las Crónicas de Narnia, saga de libros cristianos para niños y no tan niños) dijo:

“Amar al pecador y al mismo tiempo aborrecer al pecado es algo sencillo si encontramos algo para compararlo.

Y no necesitamos ir muy lejos para hacerlo.
Tenemos en nosotros mismos el mejor ejemplo.

Muchos de nosotros seguimos y servimos al Señor aún cuando conocemos muy bien quiénes somos y que cosas aún deben cambiar en nuestras vidas.

El mal carácter, ciertas desobediencias, hasta algún pecado con el que aún seguimos luchando para que el Señor quite de nuestras vidas. Ese ‘aguijón’ en la carne que aún no hemos podido resolver.

Sin embargo…
Aún así, conociendo perfectamente aquellas cosas que desde nuestra carne luchan contra nuestro espíritu, nos amamos a nosotros mismos.

Aborrecemos esas cosas que en nosotros aún no han cambiado pero nos amamos a nosotros mismos.

¿Cómo sabemos que nos amamos?

Jamás dudamos en alimentarnos, en buscar protección para nuestro cuerpo ante el peligro, en abrigarlo cuando hace frío, en proveer para todas nuestras necesidades.

Eso es amar al pecador aborreciendo al pecado.

Y ese mismo amor, que hace a un lado aquellas cosas que no son buenas en nosotros mismos, es el amor que el Señor nos pidió que ofrezcamos a nuestro prójimo cuando dijo que amemos a los demás como a nosotros mismos”