No hay ser humano que viva sin problemas. Todos padecemos situaciones que nos ponen a prueba y nos obligan a dar más y a hacer mejor las cosas. Siempre podremos tomar uno de dos caminos: rendirnos y desfallecer o aprovechar las dificul-tades para superarnos.
Es un hecho probado que toda conducta genera consecuencias. Cada acción genera una reacción y en ocasiones las consecuencias resultan impredecibles y hasta catastróficas para nuestros objetivos y nuestra estabilidad emocional. De esas situaciones, sin embargo, que solemos catalogar como “problemas”, podemos extraer resultados positivos.
Defino problema como toda situación que es valorada por nosotros como limitadora de nuestras necesidades, valores u objetivos, y que genera errores, fracasos y/o malestar emocional. Esta definición, involucra aspectos mentales y culturales: culturales por cuanto las evaluaciones que hacemos de las personas, objetos o situaciones como buenas o malas, son aprendidas en el proceso de culturización. Y mentales, pues cada persona realiza su propia y particular interpretación de los hechos, en razón de sus valores, creencias y propósitos individuales.
Siendo así, sucede que lo que para unos es un problema, para otros puede ser apenas una situación más o, inclusive, un reto. Todo depende de si la persona considera que dispone de los recursos suficientes, adecuados y oportunos para afrontar con éxito las exigencias que se presentan. Oscar Pistorius, es un sudafricano que nació discapacitado, sin la parte inferir de sus piernas, y hoy es un corredor profesional que asombra al mundo al correr con prótesis especiales.
En razón de esas evaluaciones que hacemos, podemos crear clasificaciones lingüísticas y decir que los humanos tenemos problemas de salud, de trabajo, de relaciones, de identidad, o de otras tantas áreas que se elija mencionar.
Hay que aceptar que en la vida existirán para unos más y para otros menos, problemas que afrontar, pues siempre habrá personas o eventos que identificaremos como interfirientes de nuestros deseos. Si asumimos que muchas veces tendremos problemas, puede que nuestra mejor opción sea aprovecharlos para aprender de ellos y mejorar. Sai Baba, maestro espiritual de la India, ha dicho que el regocijo es una trampa; que sólo la aflicción nos permite percibir lo verdadero y nos enseña cautela, circunspección, discernimiento, desapego y estado de alerta. Carl Jung pensaba que lo más difícil nos hace avanzar, pues eso que aparece como dolor o desdicha, genera un fruto nos permite darle sentido a la vida. Nietzsche, filósofo alemán consideraba que el sufrimiento era un aliciente necesario, un factor contribuyente al desarrollo y temple de la personalidad. La existencia de problemas no debe entonces desanimarnos, pues ellos nos empujan hacia la superación, pues si algo he notado, es que todo cambio verdadero parece comenzar después de un mal momento.
No es mi intención promover el sufrimiento, sino ayudar a que descubramos el aprendizaje potencial que late oculto en cada problema, fracaso o pérdida y que nos hace más sabios y eficaces, más humildes y confiados, más certeros para elegir y hacer. Analizarnos con base en nuestros problemas, nos permite sembrar mejores semillas, obtener mejores frutos y superar o controlar la tendencia a vivir en obediencia a impulsos, caprichos o circunstancias.
Pensemos:
¿Qué hice?
¿Cómo lo hice?
¿Cuándo y dónde?
¿Qué logre?
¿Qué no logré?
¿Que que faltó o falló?
¿Qué haría de diferente si tuviese otra oportunidad?
¿la casa del problema es interna o externa?
Esta búsqueda rectificadora, aporta datos, muestra pistas y abre nuevas sendas de conocimientos. No se trata de culparse por los fallos, pues la ignorancia y la inconsciencia son quizás los causales primarios de los problemas que enfrentamos, y es claro que ignorar no equivale a pecar. Como decía Abraham Lincoln: “Si pudiéramos saber primero en donde estamos y a donde nos dirigimos, podríamos juzgar mejor qué hacer y cómo hacer las cosas.
En resumen, se ha expresado que
a) Es imposible vivir sin problemas,
b) Somos nosotros quienes catalogamos de problema las situaciones,
c) Cada problema es una ostra que tiene como lado oculto, la perla del aprendizaje.
d) Si reflexionamos acerca de los problemas y su legado, podemos mejorar.
Recordemos que con cada esfuerzo el músculo se hace más fuerte, que con cada pérdida nos hacemos más humildes y que es en la noche cuando se pueden apreciar las estrellas. Gracias por leerme.
Dr. Renny Yagosesky – doctorrenny@laexcelencia.com
PHD en Psicología Cognitiva. MSc. en Ciencias de la Conducta. Lic. en Comunicación Social. Conferencista. Escritor. www.laexcelencia.com