Cómo ayudar a los niños a resolver sus conflictos

Por Patricia Patricia Manzano Gómez @lavidaentrebibe

A medida que el niño va creciendo adquiere nuevas habilidades que le dan más autonomía, como hacerse su propia higiene, o responsabilizarse de pequeñas tareas en el hogar. Pero una de las cosas que más le costará de aprender, en la mayoría de los casos, es a manejar sus primeros conflictos sociales.

Dentro de su pequeño mundo, todos los niños acaban teniendo algún problema, ya sea con sus amigos o hermanos, y la mayoría no están preparados para sobrellevarlos.

En estos conflictos, la reacción de los niños es muy diferente, dependiendo de su personalidad.

Algunos se rebelan de manera agresiva - pegando, insultando o humillando -, mientras que otros, excesivamente tímidos, se limitan a ser obedientes, y a evitar los conflictos.

Educarles en el equilibrio

Los padres tienen un papel importante a la hora de educar a sus hijos para que aprendan a sobrellevar sus conflictos personales, sin caer en los extremos de la agresividad, o la pasividad. También es necesario que les expliquen cuando es necesario que se apañen ellos solos en sus discusiones, y cuando deben solicitar la ayuda de sus mayores. Es decir, hay que hacer comprender al niño que, si es un conflicto menor, tiene que resolverlo por si solo, mientras que si la situación es suficientemente grave, ha de involucrar a sus padres en la resolución.

Pero no solo eso, los padres también deben enseñar a sus hijos que la paz en un conflicto no se consigue siendo pusilánime, y aceptando las agresiones. La reacción adecuada es pedir justicia y defenderse por sus propios medios, respondiendo sin dudar a los ataques injustificados, y con esto no hablamos en ningún momento de violencia.

La importancia de la actitud de los padres

Además de educarles, y de involucrarse en sus conflictos cuando sea necesario, los padres deben saber escuchar a sus hijos, para que ellos sean capaces de explicarles sus sentimientos con total libertad.

Para conseguir esto, los adultos deben ofrecer a sus pequeños atención, respeto y confianza. Mostrándoles este apoyo, conseguirán guiar a sus hijos hacia la comprensión de sus propias actitudes, y a saber asumir su responsabilidad.

Nunca debemos olvidar que los niños son capaces de asumir y solucionar sus propias tensiones emocionales, simplemente cuando sus progenitores son capaces de prestarles atención y apoyo, guiándoles sin prejuzgarlos.

Los niños problemáticos

Hasta ahora, hemos analizado la reacción que deben tener los padres ante un niño de comportamiento normal. Pero, ¿qué ocurre cuando se trata de un pequeño que demuestra ira y ansiedad, y llega incluso a hacer daño a sus compañeros o hermanos?

Los padres deben distinguir entre dar apoyo a las necesidades emocionales de sus hijos, y proporcionarles un cheque en blanco para hacer lo que quieran. Permitiéndoles expresarse con libertad, se consigue que sean respetuosos y pacíficos con lo que les rodea. Si el niño se muestra como un caso muy extremo de rabia, necesita el respaldo de sus padres, para aprender a canalizar la causa de su dolor de manera más educativa.

Un último consejo importante es que los padres, por muy dañina que sea la actitud de sus hijos, no se permitan nunca el lujo de perder los nervios delante de ellos. Siempre hay que recordar que los niños toman ejemplo de los adultos, a la hora de controlar sus propios impulsos.