No me siento ni con fuerzas ni con capacidad para aconsejar a mis descendientes cómo deben defenderse de tipos como Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Tampoco sabía qué decirles para escapar de la miseria que trajo consigo Rajoy, incumplidor de promesas electorales, pasivo ante el drama y cobarde como nadie, pero Rajoy cayó, mientras que los sátrapas de ahora quizás no caigan y nos hagan caer antes a nosotros. Esa es la diferencia entre los "políticos corruptos" y los "totalitarios corruptos": los primeros pervierten la nación y los otros la pervierten eternamente.
¿Les digo que respeten a nuestro rey a pesar de que se esconde cuando España más le ha necesitado? ¿Les aconsejo que paguen impuestos a pesar de que temo que sus dineros alimenten los bolsillos de los corruptos en lugar de financiar servicios básicos y ayudar a los débiles? ¿Les pido que obedezcan a la autoridad sabiendo que las ordenes que de allí procedan pueden ser inicuas? Les digo que se rebelen y que sean críticos, sabiendo que la rebelión y la crítica les puede costar la vida, si los totalitarios se asientan en el poder? ¿Les digo que defiendan la democracia, cuando es la democracia la que nos ha llevado a esta situación maldita? ¿Que les digo de la Justicia, de los partidos políticos y del Parlamento?
Tengo que reconocer que estoy confundido y sin esperanza y me siento acorralado porque los consejos que debería darles no puedo dárselos por razones éticas y por formar parte ya de otro mundo. Temo que si les digo lo que pienso los estaré enviando al cadalso.
¿Les voy a pedir que sean mendaces y traidores, que se sometan al poderoso, que vivan más de las subvenciones y limosnas que del trabajo honrado, que se hagan políticos en lugar de ingenieros, que odien al adversario y lo machaquen, si pueden, que traicionen a los amigos si estos se convierten en un obstáculo, que vean la televisión que les engaña, que se rodeen de amigos delincuentes y desleales?
Sinceramente no puedo y tal vez sea mejor vivir mi vejez en silencio, con la sensación terrible de que han asesinado a la España que yo soñaba y quise construir, sin éxito alguno.
Francisco Rubiales