Tengo tan presente el día en que confirmé que los reyes eran los padres ... El verano anterior había cumplido los 7, muy pocos para desengañarme de aquel modo tan cruel, pero no porque me lo confirmara mi madre después de mil quinientas preguntas -yo era así: una niña intensita y pesada-, sino porque yo creo que es de las decepciones más difíciles de digerir en la infancia.
En adelante, a pesar de saberlo, seguía con la ilusión de la sorpresa, hasta que en otra ocasión, días antes del 6 de enero trinqué el maletero del coche de mis padres con una extraña manta que tapaba varios bultos. Me hice la loca, claro, pero ya eran dos decepciones seguidas.
Los siguientes años hubo instantes de revolver en los armarios los días previos y hacer una competición con mi hermano a ver quién encontraba algo. Incluso -por eso de ser una pequeña hocicuda-, una vez me probé una prenda de regalo días antes de verla allí estiradita sobre el sofá a modo de presente de los reyes. Claro, luego venía eso de poner cara de sorpresa, pero en mi fuero interno sentía tal decepción por haberme adelantado y comprobar que saberlo antes no era más emocionante...
Y con el tiempo, ya en pleno 2020, he venido a darme cuenta de lo duro que es ser madre y padre y lograr que estos niños y niñas de hoy día, que saben latín y griego desde muy pequeños, mantengan a tope esa ilusión sin que sus progenitores metan la pata en algún momento: con compras de última hora disfrazadas de regalos de cumpleaños, con papeles de regalo que deambulan por casa estos días, con conversaciones al descuido en el coche...
-Mami, ¿qué regalo dices que tienes que comprar?
-¡NOOOO, ESOESPORQUEESELCUMPLEDELABUELO... 😱
-¿Pero es el cumple del abuelo otra vez? Si fue ayer...
-AYESVERDAD, MEQUIVOQUÉ, ESELDELTÍO... 😬
Ayer me di cuenta de que mis padres también hicieron lo imposible por mantener la magia y la sorpresa, pero es muy complicado fingir y transformar conversaciones normales cuando no te das cuenta de que tienes delante a dos mocosas que CÓMOESPOSIBLEQUESEENTERENDETODO 😭. Si alguien tiene la receta que me la diga, por favor, como una ristra de excusas creíbles, que las anoto ahora mismo; si no creo que las metidas de pata van a acabar pronto con esta bonita ilusión.