No importa cuán dulce sea el niño o lo buenos padres que seamos, las rabietas son naturales dentro de la vida del niño, no son un reflejo de lo mal que lo estamos criando sino una forma de reaccionar ante la frustración.
Puede parecer que el niño está teniendo una crisis de rabieta sin ninguna razón, pero hay causas reales como:
- Los niños pequeños no saben expresarse adecuadamente
Con 2 o 3 años de edad, nuestros hijos pueden conocer muchas palabras, pero todavía no son capaces de construir oraciones complejas o de poner palabras a todas las emociones que sienten.
Por ello, en lugar de decir: "Mamá, me gustaría mucho tomar jugo de naranja con mi tostada, pero sólo en la taza roja porque lo veo raro en la taza azul," lo que hace su hijo es estallar de enfado en forma de rabieta para transmitirlo.
- Los niños se acostumbran a las rutinas y los cambios les afectan bastante
Tener una siesta de menos de 20 minutos, cuando normalmente es de una hora, puede significar para él un desastre y comenzar a enrabietarse.
- No entienden la gratificación posterior
Los niños pequeños viven en el aquí y ahora, no en el entendimiento adulto de "las galletas son para después de la cena". No conseguir lo que quieren, cuando lo desean, es un originador seguro de rabietas.
¿Cómo controlar las rabietas rápidamente?
- Reconocer que el niño está frustradoMirar fijamente a los ojos del niño y hacerle saber que siente su dolor, por ejemplo se le puede decir "Sé que quieres una galleta", o simplemente "Sé que estás molesto". Con estas palabras le transmitiremos que estamos ahí para ayudarle a sentirse mejor y podría ser suficiente para calmarlo, también podemos agregar, "Me gustaría que pudiéramos tener las galletas, también, es una lástima que no podamos en este momento."
- Ser gracioso
La risa puede ser un gran destructor de una rabieta. Si el niño comienza a lanzar patadas furioso al ser introducido a la bañera, intente cantar una canción tonta o hacer cualquier mueca para hacerlo reír.
- Buscar una distracción
Ante una rabieta podemos darle algo más en qué pensar, por ejemplo: "Vamos a terminar de comprar, ahora escogeremos plátanos juntos". O si es el momento de abandonar el parque, pero él no quiere, se le puede decir ¿Cuántos perros crees que vamos a ver en el camino a casa?.
- Ignorarlo
A veces, las rabietas aumentan debido a que su hijo piensa que va a conseguir lo que quiere si grita lo suficientemente alto. Si no reaccionamos ante este comportamiento, puede que se dé por vencido.
- Evitar los factores desencadenantes
¿Se molesta fácilmente cuando tiene hambre o cansancio? , ¿Pasa más de 30 minutos sentado en el carricoche?. Conviene planear con anticipación qué hacer para evitar las rabietas, como por ejemplo: llevar algo de comer, asegurarse de que ha descansado lo suficiente, o detenerse de vez en cuando para que el niño camine.
- Mantener la tranquilidad
Debemos ser el mayor ejemplo de tranquilidad y calma para nuestros hijos. Si lanzamos gritos al niño es probable que lo irritemos más, lo mejor en estos casos es hablarle con un tono suave de voz y no caer en la desesperación.